El octogenario acusado de maltratar a su perro, al que arrastró con su auto en marcha mientras estaba amarrado al baúl, se declaró culpable hoy, lunes, de un cargo de maltrato de animales luego de alcanzar un acuerdo con el Ministerio Público.

Esta mañana, en la sala 605 del juez Enrique Silva Avilés del Tribunal de San Juan, Manuel Casillas Carrión renunció al proceso de vista preliminar y se declaró culpabable de maltratar a su mascota.

Como parte del acuerdo entre la fiscal Nathallies Britto y el abogado Javier Pérez Rojas, el octogenario pagará una multa de $1,000 y cumplirá una sentencia suspendida de seis meses.

Ante este escenario, el licenciado Pérez Rojas informó al togado que el acuerdo se finalizará el 10 de agosto, día de la lectura de sentencia. En ese momento, se pagará la multa de $1,000.

Casillas Carrión, de 86 años, llegó a la sala en compañía de su familia y transportado en un sillón de ruedas. Durante la audiencia el octogenario, quien sufre de pérdida de audición, lució algo desorientado y se quejó ante el juez del frío en la sala.

Inicialmente no pareció entender los procedimientos. Por ello, el juez Silva Avilés concedió un breve turno posterior al caso para que el abogado volviera a explicar a su cliente el alcance de su decisión.

Entonces, se llamó el caso por segunda ocasión y se volvieron a colocar audífonos al hombre para que escuchara al juez Silva Avilés repasarle el alcance de su determinación.

“No entiendo. No entiendo”, soltó el hombre, mientras el juez repetía sus palabras.

Después de varios intentos, Casillas Carrión respondió las preguntas del togado al tiempo que miraba a su abogado como confirmando que seguía las reglas del juego.

Los hechos ocurrieron el pasado 15 de julio del 2012 en las parcelas Falú de Río Piedras. Ese día, según explicó el abogado a este medio, el hombre limpiaba el área donde mantenía a su perro. En ese proceso, pilló la cadena del perro del baúl de su automóvil. Tras limpiar el área decidió ir a echarle gasolina al carro olvidando que había amarrado al perro en la parte posterior de su automóvil.

Una mujer, que resultó ser una policía franca de servicio, observó al hombre arrastrando al can.

El perro, que era adulto y padecía de otras condiciones no murió por los golpes recibidos en el incidente. Eventualmente la familia del hombre lo llevó al refugio de la Sociedad Protectora de Animales en Guaynabo. Allí, lo eutanizaron por sus condiciones previas.

Por su sordera, de acuerdo al abogado, el hombre no escuchó los ladridos del perro.

“Esto es un caso triste, pero no hubo intención criminal”, afirmó Pérez Rojas previo al inicio de la vista, que se retrasó porque el juez tenía un asunto personal que atender previo a iniciar labores en su sala.

 A su salida de sala, la familia del hombre no realizó comentarios. El abogado explicó que los familiares tomaron esta determinación para evitar exponer al octogenario, que sufre de Alzheimer, a un proceso largo.