Se entrega agresor de Arriaga
Abogados, fiscales, personal de OSAJ: todos sabían del gran error.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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La errónea excarcelación del joven que atacó con 21 puñaladas al locutor radial José Raúl Arriaga podría tener responsables en más de una agencia de ley y orden.
Resulta que, tan reciente como las pasadas semanas, el muchacho –que se entregó anoche a las autoridades– compareció campante a unas vistas en el Tribunal de Bayamón, burlando con su asistencia a fiscales, abogados y hasta al personal de la Oficina de Servicios con Antelación al Juicio (OSAJ). Se supone que tuvieran conocimiento de que era convicto por tentativa de asesinato y no había cumplido su pena en cárcel.
Según supo este diario, este enjambre de metidas de patas provocó una reunión de emergencia en la tarde de ayer entre el secretario de Justicia, Luis Sánchez Betances, y el secretario de Corrección, José Ramón Negrón Fernández. Entrada la noche, los funcionarios se vieron obligados a realizar una conferencia de prensa.
El ciclo de eventos comenzó desde el momento en que Luis Pérez Quiles –cuya sentencia de cuatro años y medio se cumplirá en el 2014– fue detenido por posesión de un celular dentro de una institución carcelaria en la penitenciaría de jóvenes adultos Comunidad de Tratamiento de Unificación Familiar, en Guaynabo.
“El 5 de octubre de 2012 hubo un operativo en la penitenciaría juvenil, con lo que se conoce como la ‘silla chota’ y Pérez Quiles cayó en la redada porque tenía un celular ubicado en su cavidad anal. Ese mimo día, lo pusieron en la celda seca y expulsó el aparato. Es ahí cuando nos llaman al precinto de Juan Domingo (Guaynabo) para la debida radicación de cargos con el fiscal, la cual ocurrió ese mismo día”, relató a Primera Hora el agente Samuel Avilés, quien atendió el caso con la fiscal Arlene Patiño. Pérez Quiles estuvo representado por el abogado de Servicios de Asistencia Legal (SAL) Neftalí Rosado Casillas.
Tras encontrarse causa para arresto, Pérez Quiles es trasladado a la cárcel 705 de Bayamón. Posteriormente, se llevó a cabo una vista preliminar el 19 de octubre en que las partes negociaron un preacuerdo. Así las cosas, la próxima vista judicial se fijó para el 26 de noviembre. Aquí comenzaron los errores.
“Ese día, la jueza Awilda Mejías Ríos determinó que el Ministerio Público y la defensa habían hecho un preacuerdo que no era admisible porque estaba esbozado en el pasado Código Penal. Es ahí que se determina desestimar y volver a resometer el caso”, contó Avilés.
El gran error en el Departamento de Corrección fue “malinterpretar” la orden de autoexcarcelación que se le dirigió al superintendente de la cárcel 705 de Bayamón, la cual claramente decía que “pondrá usted inmediatamente en libertad (si no estuviere detenido por otra causa) a Luis Pérez Quiles por la siguiente razón: se desestimó el caso al amparo de la Regla 64”.
Pero, ¿qué pasó? Que se dejó en libertad al muchacho, quien según supo este diario regresó a vivir al hogar de su madre en un residencial de Corozal.
Según Avilés, él supo que Pérez Quiles estaba en la calle a finales de diciembre cuando trató de contactarlo en diversas instituciones carcelarias de Bayamón, para citarlo nuevamente al tribunal.
“Fue entonces cuando me dijeron que él había sido liberado... yo no entendí, pero como me dijeron que fue por orden del tribunal, lo que hice fue llamar a su mamá en Corozal y citarlo para el tribunal el 4 de enero”, detalló sobre el día en el que se resometieron nuevamente cargos por la posesión del celular. Tras encontrarse causa para su arresto, Pérez Quiles fue evaluado por OSAJ –donde se supone que tuvieran su expediente criminal– y se le fijó una fianza de $100, que pagó.
Posteriormente, y tan reciente como el viernes pasado (18 de enero), el muchacho regresó al Tribunal de Bayamón para la vista preliminar, en la que se cuaja un nuevo preacuerdo entre fiscalía y defensa. Pérez Quiles fue citado para juicio el 13 de febrero.
No fue hasta la noche del miércoles cuando, por voz del mismo Arriaga, las autoridades supieron el gran error que habían cometido.

