Sexología Forense contra crímenes sexuales
Especialista promueve que profesionales se eduquen para realmente ayudar a las víctimas

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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¿Cuántas veces, en las últimas semanas, hemos visto casos espeluznantes de menores, mujeres y hombres que son abusados sexualmente, e incluso algunos asesinados?
Unos son víctimas de sus familiares, incluyendo los padres, otros de sus parejas y hasta de líderes religiosos.
El sexólogo Agustín Rivera Jiménez acepta que aunque se denuncian a diario dos o tres casos de violaciones o abusos sexuales, “esos son los que llegan a la prensa, pero son muchos los casos y los que no llegan son más. Los que no llegan porque no quiero ponerme en el foro de la prensa, en el foro judicial, porque la gente ya está frustrada y dice ‘no van a hacer nada’; entonces esa frustración, junto con el trauma, hacen que se pongan apáticos y no llega la información…”.
En lo que va de año se han reportado 31 violaciones a la fuerza, según estadísticas de la Policía. Mientras, en el Departamento de la Familia se atendieron el año pasado 168 casos de abuso sexual de menores entre los 0 y 18 años.
La directora de prensa de Familia, Lynette Moreno, sostuvo que los casos en esa agencia disminuyeron, ya que en el 2014 se reportaron 196, y en el 2013, 281.
Sin embargo, duele que en pleno siglo XXI se estén contabilizando casos de abusos a menores y/o adultos, así como de violaciones o crímenes por violencia de género.
Con este panorama tienen que trabajar a diario, además de las víctimas y sus familiares, los profesionales de la salud, policías, abogados, fiscales y sexólogos forenses.
El trabajo en varios frentes
Son estos últimos los que, además de conocer cómo se presenta un caso de abuso o agresión sexual en un tribunal, también saben qué hacer con todos los datos que se recoge en el escenario y la víctima.
Rivera Jiménez, quien dicta un curso sobre el tema en la Universidad de Puerto Rico en Carolina, explica que el médico sexólogo forense se prepara y capacita “para hacer la primera intervención de todos los datos que puede recoger de la víctima, desde lo más superficial hasta invasión... para recoger muestra de semen, de vellosidades... así de cómo se van a guardar esas muestras”.
“Cuando vemos la parte académica, cuando inicia la Sexología Forense, es una sexología que está dentro de todo lo que es un proceso criminal. Hablamos de violaciones, de un crimen, y los crímenes tienen víctimas; algunas son traumatizadas y otras son víctimas de asesinatos… no es solamente ver el cadáver, sino toda esa historia hasta que llegó al proceso de la muerte: quién lo cometió, quiénes son los participantes, se tiene que ver en un aspecto judicial”, explica el especialista. Aclara que también se trabaja con el victimario.
En cuanto a la persona abusada sexualmente y que sobrevive, el galeno dice que no solo se entrevista desde un punto de vista jurídico, “sino que se va a examinar para ver si esas lesiones (físicas) nos dan una información de quién fue el ofensor”.
Novedoso curso universitario
¿Y qué pasa si los profesionales que intervienen con la víctima u el ofensor no están preparados?
Aquí es que podemos entender la importancia del novel curso “Introducción a la Sexología Forense” que comenzó este cuatrimestre en Carolina.
Allí, bajo el Programa de Estudios de Honor coordinado por el Dr. José M. Martínez, profesor en el Departamento de Ciencias Sociales y Justicia Criminal, se discuten las diversas áreas de la sexología humana y de los aspectos legales, tanto locales como federales, el proceso de evaluación y los procedimientos forenses.
También se aborda el tema de la realización de un historial sexual forense y los aspectos medulares en la colección de evidencia.
No son pocas las veces que vemos historias en las que se alega que las autoridades dañaron la evidencia, no entrevistaron a la víctima, o la dejaron ir a su casa a bañarse. Por eso, en el curso también se coloca en su justa perspectiva la importancia de los protocolos en investigación forense.
Rivera Jiménez dijo que en la clase, entre los 18 alumnos, hay sicólogos, policías y abogados, que también tendrán la oportunidad de conocer la sicodinámica de un depravador sexual y los efectos en la víctima sexual, y cómo realizar un reporte sexológico como profesional de su área.
“Es bien importante que el nuevo profesional, sea sicólogo, policía, investigador u abogado, tenga todos estos conocimientos, porque esto es un equipo interdisciplinario”, dijo el doctor también certificado en tratamiento para ofensores sexuales y medicina sexual forense.
“Un joven que aspira a ser un abogado criminalista y tiene un caso, sea defendiendo a un acusado o como fiscal, ¿cómo se va a preparar si no tiene el conocimiento?”, sostiene.
Rivera Jiménez advierte que también el profesional “tiene que aprender a interrogar al ofensor, porque todo eso es lo que va a complementar una escena criminal para ver cuál es la magnitud del crimen. ¿Qué puede ser lo más fuerte? Sería la muerte, pero lo más fuerte también podría ser una persona traumatizada sicológicamente, físicamente”, indica el experto.
En cuando al sexólogo forense en particular, dice que es necesario que tenga “una información básica, no solamente de ofensores sexuales, sino, por ejemplo, qué es su parafilia, que son unas conductas anormales que ejecutan hombres y mujeres”.
Ejemplifica que hay quien se quiere “vestir de caballo y dice ‘quiero tener relaciones vestido de caballo’; ‘quiero tener relaciones sexuales dentro de un globo’; ‘quiero tener relaciones vestido con cuero y látigo’”.
¿Pero eso podría ser una fantasía sexual?
La mayoría son fantasías porque son cosas que el hombre va creando en su imaginación para excitarse y poder tener una relación sexual. También están los voyeristas, que son los ligones. Pero, ¿qué tipo de voyerista me estoy encontrando; uno que va a masturbarse como lo encontraron en el Capitolio, o un voyerista que está planificando una acción posiblemente más allá de velarme, sino de violarme? Entonces, empiezas a buscar información”.
El presidente del Proyecto Hombre / Mujer dice que también hay usuarios de pornografía “que están hipersexualizados. También se habla de adicción sexual; cómo esta persona, si yo tengo información de que violó a esta niña y empiezo a recoger datos que me dicen que es un usuario de pornografía, que tiene una conducta hipersexual, cómo todo esto se va armando para yo tener clara la posibilidad de que él fue el ofensor sexual de la niña… Pero si yo no sé nada de sexualidad, no puedo ser un forense sexual, no me va a clasificar el hecho de coger muestras en un escenario sexual…”, advierte.
Apoyo a la víctima
Por eso, explica, el sexólogo forense que recoge datos en una escena “se enfrenta con una parte puramente legal, pero también tiene una parte de salud médica donde van a estar articulados a la parte judicial los médicos, sicólogos, consejeros, trabajadores sociales y un manejador de casos, entre otros profesionales”. Según el especialista, “actualmente vemos que víctimas de abuso sexual, al no tener un equipo multidisciplinario”, pueden enfrentar hasta la muerte.
Recordó un caso que vio en Bayamón en el que la víctima, después de 10 años, se suicidó. “Y entonces, ¿qué pasó con el seguimiento de la víctima? ¿Qué pasó con la parte sicoemocional? No es que se corrija metiendo al ofensor a la cárcel, porque en ese caso sí estuvo en la cárcel y salió siete años después, pero es el seguimiento de la víctima”, sostiene.
Opinó que hay que “enseñarles a las profesionales de la Rama Judicial y de la salud que esa persona traumatizada requiere de un seguimiento”.