La vista preliminar contra Luis Gustavo Rivera Seijo, apodado  El Manco, imputado de asesinar hace seis años al niño Lorenzo González Cacho la misma noche en que fue excarcelado por error, sigue levantando incertidumbre sobre esos terribles hechos.

El procedimiento ante el juez Carlos Salgado Schwarz ha tenido momentos dramáticos como cuando trascendió información que apunta a que Rivera Seijo,  conocía desde la infancia a Arnaldo Colón, uno de los señalados como  sospechoso -aunque luego se le eliminó esa etiqueta- y quien habría agredido sexualmente al imputado. También se han vertido relatos espeluznantes como la descripción de las heridas en la cabeza del niño de ocho años, mientras que no han faltado los giros inesperados con la certificación de que no había ADN del imputado en las puertas de la casa, ni en la bolsa que se encontró en el patio con sus pertenencias, ni en un celular que se presume dejó abandonado dentro de la residencia. La dosis de morbo tampoco faltó con las preguntas de la defensa de Rivera Seijo dirigidas a establecer detalles de la vida privada de la madre del nene, Ana Cacho y su uso de marihuana.

En total el Ministerio Público, representado por los fiscales Aracelis Pérez Correa, Maricarmen Rodríguez Barea y Mario Rivera Géigel ha presentado 13 testigos, incluyendo la madre y la hermana mayor del niño, así como varios expertos forenses e investigadores estatales y federales sin que todavía se haya podido establecer que Rivera Seijo estuvo en la escena del crimen.

Aún faltan por declarar el padre de Lorenzo, Ahmed Alí González; las agentes del FBI, Grethel Pillot y Claudia Bonilla, quienes tomaron otras admisiones al imputado; y la patóloga Darinka Mileusnik Polchan. A continuación un  resumen de los testimonios más importantes en esta etapa antes de que se reanude el proceso el 25 de abril.

Ana Cacho

Alega no saber quién mató a su hijo

 El testimonio de Ana Cacho se extendió durante tres días en los que fue confrontada con las fotos de su niño ensangrentado y ya fallecido. La mujer aceptó que la noche del 9 de marzo luego de que sus tres hijos durmieran recibió en su casa a su amigo, el agente federal William Marrero. Al cabo de una hora y media aproximadamente el hombre se fue. Ella revisó que las puertas estuvieran con llave e hizo la salvedad de que la puerta que daba al patio estaba averiada. Cerca de las 2:00 de la mañana se acostó a dormir y fueron los gritos de su hija menor, entonces de cinco años, los que la despertaron. Cuando fue a corroborar lo vio “en el medio de la cama en un charco de sangre como en posición fetal... Cuando yo lo levanto yo siento que hace como un suspiro y ahí es que yo empiezo a decirle: ‘Lorenzo, Lorenzo, Lorenzo despierta’. Lo llevó al hospital junto a sus otras dos hijas. Lo llevaba en brazos. Dijo que no habló de lo ocurrido ante la fiscalía porque le dijeron que era sospechosa y su abogado le indicó que se mantuviera callada. “¿Sabe usted quién mató a su hijo?”. Ella respondió con voz temblorosa: “Yo nunca lo vi”.

Jessica Ortiz

Primer día no ocupó bolsa

La investigadora forense acudió el mismo 9 de marzo de 2010, día del asesinato, a la casa de Lorenzo en la urbanización Dorado del Mar y tomó video del proceso en que ocuparon sábanas, fundas de almohadas y un cojín sobre el colchón del cuarto donde dormía el niño. Ese día no se ocupó la bolsa con las boletas de excarcelación de Rivera Seijo en el patio de la residencia, ni su cepillo y pasta dental. Hasta ese momento se pensaba que era un incidente desgraciado. La testigo regresó al día siguiente, tras la determinación de que la muerte se trató de un homicidio y tomó 330 fotografías. Para entonces el colchón ya no estaba. No obstante, sí se ocupó la bolsa. Los documentos en su interior no tenían manchas de sangre.

Juan Vázquez Panel

Dejó al imputado esa noche en Dorado

 El jubilado de 71 años fue con su amiga Maribel Martínez a recoger al hijo de ella, Juan Romero, quien salía de la cárcel de Sabana Hoyos en Arecibo. Romero salió de la institución acompañado de un hombre al que le faltaba un brazo. A eso de las 10:00 p.m. dejó al imputado cerca de un restaurante, en un centro comercial cercano a la urbanización Dorado del Mar, donde la mamá de Rivera Seijo tenía una casa.

Mildred Boschetti Alvarado

Doctora no entendía con qué se había golpeado el menor

 La doctora testificó que a su llegada al hospital Ana Cacho le dijo que su hijo se había caído de la cama, pero esa explicación no parecía corresponder con el tipo de trauma que presentaba el nene. Dijo que Ana le ayudó a darle primeros auxilios. Cuando trató de entubar a Lorenzo notó que tenía coágulos de sangre en la boca.

“Ahí esta parte de la cara se desprende”, apuntó mientras se tocaba el área de la nariz. Luego notó la herida en el lado derecho de la cabeza y le pidió a la enfermera práctica que llamara a la Policía porque el trauma no era “normal”. Dijo que no logró entubar a Lorenzo y que luego de intentar reanimarlo durante unos 30 minutos, lo declaró muerto a las 6:00 de la mañana.

William Marrero Rivera

Estuvo en la casa y ayudó a limpiar

 El agente federal dijo que conoce a Ana Cacho desde hace 18 años. El 9 de marzo fue a su casa en horas de la noche y se fue cerca de la 1:30 de la madrugada. Al día siguiente, cerca de las 8:00 de la mañana Arnaldo Colón lo llamó para decirle que Lorenzo había muerto. Llegó al hospital y luego fue a la casa. “Entro y veo sangre en ciertas partes… La entrada y el pasillo. Entro al cuarto y vi el ‘matress’ lleno de sangre. Traté de ver de qué manera el niño se había caído. Esa era la única parte que no me hacía sentido. Veo otras gotas de sangre en distintas áreas y decidí salir de la escena”, agregó. Luego, ayudó a una señora a limpiar manchas de sangre con una manguera. Dijo que era evidente que la mujer necesitaba ayuda y no pensó que estuviese alterando la escena. Negó que fumara marihuana con Ana, anque sí lo hacía por su cuenta de forma recreativa.

Wanda Candelaria

Posible evidencia del colchón se perdió

La investigadora forense explicó que el 9 de marzo de 2010 el equipo de trabajo que encabezaba no ocupó el colchón donde había sangre bajo la teoría de que al tener un cubrecama, la sangre percoló hacia el matress. Pero, a preguntas de la defensa admitió que no le constaba que el cubrecamas estuviese puesto al momento del crimen, y que la evidencia que pudo haber en el colchón nunca se sabrá. La bolsa con pertenencias del imputado tampoco se ocupó el primer día porque investigaba la muerte como un accidente. Regresó a la escena el 10 de marzo, tras determinarse que se trató de un homicidio. Ese día se ocupó la bolsa en el patio, no vio pisadas ni manchas de sangre en la verja que era blanca. Nunca ocuparon las botellas de cerveza, ni los rastros de galletas que estaban en la cocina.

Simón Rosa

Brillan por su ausencia huellas dactilares de Rivera Seijo

 Le asignaron el caso  en diciembre de 2011. Encontró que la primera fiscal, Wanda Casiano tenía control absoluto del expediente y entrevistó testigos sin la presencia de los agentes investigadores. Sugirió que la lupa sobre los amigos de Ana Cacho se debió a las alegaciones de Ahmed Alí González, quien se estaba divorciando de Ana. Pero, no encontró evidencia que los conectara con el crimen. Ni huellas dactilares, ni ADN del imputado en la evidencia ocupada en la casa. Tampoco había sangre en las puertas o cerraduras de la residencia, ni en la hamaca o la bolsa plástica que apareció en el patio. En los documentos tampoco aparecieron las huellas dactilares del hombre o su sangre. Tampoco se detectaron huellas digitales del imputado en un teléfono celular ocupado en una silla de mimbre en el family room. Las cámaras de seguridad de la urbanización Dorado del Mar no funcionaban la madrugada del crimen, mientras que ningún guardia seguridad vio a Rivera Seijo entrar o salir del lugar.

John Morales

Voces le decían a Rivera Seijo que matara al niño

 El agente federal que participó de la pesquisa dijo que le tomó confesión a Rivera Seijo y éste le narró que forzó con su hombro derecho la puerta trasera de la residencia, se quitó los zapatos para no hacer ruido y se trasladó a la cocina porque tenía hambre. Subió al segundo piso y al ver a alguien en la cama se “espantó” y regresó al primer nivel de la casa. Entró a una habitación y no vio nada. Entonces, se movió a un cuarto contiguo, donde Lorenzo dormía junto a su hermana menor. “Narra que las voces le estaban diciendo que matara al niño”. Le dijo además que se colocó sobre el niño y lo apuñaló en tres o cuatro ocasiones. “Oyó la nariz romperse”. Vio que la hermana de Lorenzo, en un momento abrió los ojos. Posteriormente salió de la residencia por la puerta trasera que da al patio, sin calzado, y brincó la verja  por el mismo lugar por donde accedió. Luego enterró el cuchillo en una casa cercana, pero las autoridades nunca lo encontraron. También le contó que padecía de esquizofrenia y que perdió su brazo en un accidente automovilístico en 2007 o 2008. Pudo hacer un dibujo del interior de la casa. Durante ese interrogatorio no estuvo acompañado de abogado, pero le pareció “lúcido”.

Carlos Chávez

Terrible relato de las heridas que recibió Lorenzo

 Lorenzo pudo haber muerto entre 0 y 30 minutos después de recibir un golpe contundente en el lado izquierdo de la cabeza y tres heridas cortantes en su rostro. Eso quiere decir que murió de inmediato o en menos de media hora. Indicó que el nene se desangró por el trauma que tenía en la cabeza y que luego de dicho golpe quedó inconsciente en la cama, sin poder pedir ayuda. Posteriormente vinieron las tres heridas punzantes que fueron hechas con el mismo instrumento, presumiblemente un cuchillo.

Juan Giusti

Puertas estaban mal instaladas

 El experto en instalación de puertas dijo que la puerta trasera de la casa donde ocurrió el crimen no tenía los huecos para la instalación de los mecanismos de seguridad que la anclan al suelo. Debido a eso, podía ser halada o forzada. Dijo que recientemente la reforzó a pedido de nuevos dueños de la casa e instaló el mecanismo que faltaba, entre otros arreglos. El juez cuestionó la pertinencia del testimonio, toda vez que no inspeccionó la puerta al momento de los hechos.

Hermana mayor

Dijo que mintió

 Dijo que “por presiones internas y externas” ofreció una versión falsa a las autoridades: que la noche del crimen soñó que cerraban la puerta de su cuarto y que cuando se levantó para ir al baño escuchó la voz de Arnaldo Colón. Pero, indicó que eso era mentira. Cambió su versión luego de que hablara con su mamá por teléfono y al conocer que ésta había intentado suicidarse. “Los fiscales eran bien insistentes de cómo era posible que era el asesinato de mi hermano y que no había escuchado nada. Toda la lógica era que (el asesino) tenía que pasar por mi cuarto, que estaba al lado... Yo soy la hermana de Lorenzo y cómo es posible que en mi casa hubiera pasado algo y no me di cuenta”, apuntó la universitaria mientras se le cortaba la voz.“Esa noche (del 8 de marzo) no escuché, ni vi nada. Yo me duermo y me despierto por los gritos de mi mamá”.