El primer grupo de graduados del programa de bachillerato en agricultura sustentable de la Universidad de Puerto Rico en Utuado está listo para llevar los conocimientos adquiridos a la práctica, además de ayudar a las comunidades con alimentos sanos y al medio ambiente con un mejor uso de sus recursos, probar que este tipo de práctica puede ser también un estilo de vida viable.

Varios de los futuros egresados, Jessyca Martínez, Fernando Pacheco y Jael Ramos, resaltaron que más allá de lo que algunos puedan considerar una moda pasajera, apelar a la agricultura sustentable es esencial para que Puerto Rico pueda contar con una mayor disponibilidad de alimentos producidos en la Isla, en lugar de depender tanto de las importaciones de alimentos, como ocurre en la actualidad. 

Esa dependencia en importaciones dejó ver su fragilidad luego del azote del huracán María el 20 de septiembre de 2017, cuando se perjudicaron las rutas de comercio y escasearon los alimentos. 

“La agricultura sustentable busca promover una agricultura sana, que vaya más en armonía con el medio ambiente, sin dañar la vida microbiana que hay en el suelo, y así buscar que la tierra produzca más”, explicó Ramos sobre el concepto detrás del novedoso programa de estudios.

La galería presenta varios de los proyectos universitarios de los egresados.

Agregó que la agricultura sustentable apela a técnicas de siembra ancestrales, como la yunta de bueyes, y el uso de abonos con estiércol natural y biofermentos (un abono vivo que contiene microorganismos y da vida al suelo), así como otras prácticas que, no solo conllevan menos gastos que la agricultura tradicional, sino que además promueven ser más independientes y ayudan a resolver problemas sociales. 

“Es una agricultura que no depende de insumos externos, más económica, y que produce alimentos más sanos y nutritivos para el pueblo”, agregó Pacheco.

Martínez resaltó el componente social de la agricultura sustentable, comentando que “ayuda a recuperar espacios, sembrarlos, a veces a través de proyectos comunitarios, y así poner más alimentos disponibles. Y no necesitas tener todo el conocimiento de agricultura, cada uno trae su aporte, y puede involucrar a comunidades enteras. Es una agricultura de pueblo y para el pueblo”. 

Además, explicaron los universitarios que el programa es bastante variado y permite enfocarse en diferentes áreas, como la siembra, la investigación científica, o los proyectos comunitarios. 

En el caso de Pacheco y Ramos, por ejemplo, están más enfocados en desarrollar la siembra agroecológica y sustentable en una finca en Isabela, a la que pretenden integrar a la comunidad. 

Mientras estudiaban, y a pesar de las complicaciones que suponía atender la siembra en el Oeste y estudiar en la montaña, trabajaron “tres proyectos a la vez”, de acerola y parcha, con “resultados significativos”. 

Martínez, en cambio, ha puesto su atención en la investigación, mientras que otros graduados han dirigido sus esfuerzos a proyectos comunitarios, como los huertos comunales. 

El trío insistió en la importancia de producir en la Isla para garantizar la seguridad alimentaria, y subrayaron que, al decir sustentable, no hablaban solo de producto saludable y amigable al ambiente, sino también de un producto que pueda estar disponible para el pueblo. 

“Luego de María vimos que no llegaba el producto fresco y, cuando llegaba, desaparecía”, recordó Pacheco. “Con la agricultura sustentable buscas que pueda haber alimentos incluso en circunstancias tan dramáticas como la secuela de un poderoso huracán”. 

La investigación de Fernández, de hecho, la llevó por la Isla para estudiar el impacto de María en el interés por desarrollar agricultura en la Isla y “ver si la gente se motivaba a producir”.

Y vio resultados sorpresivos, como el hecho de que en lugares como Las Marías muchos “se desmotivaron” y habían abandonado fincas y siembras, y optado por irse a otros trabajos, mientras que en San Juan crecía el interés y había más gente sembrando en patios y hasta en isletas, y luego intercambiando productos, “y eso fue por la necesidad que surgió luego de María, que no había alimentos disponibles”. 

“Esto es un estilo de vida, y siempre debería practicarse, para proteger el ambiente y que futuras generaciones puedan disfrutarlo”, reiteró Ramos. “Aquí muchos terrenos se han dañado con agricultura tradicional o malas prácticas. Y la agricultura sustentable es un remedio, y ayuda a mitigar los daños al suelo”. 

En cualquier caso, los graduados insistieron en que la agricultura sustentable “es algo viable, es mucho trabajo, pero produce, y hasta da para vender ... se puede vivir de ella y ganar dinero”. 

“Es viable, incluso en un patio pequeño, o en huertos verticales, pues produces para consumo propio”, insistió Pacheco. 

“Comienzas con algo pequeño, pero puedes continuar y motivar a vecinos e intercambiar alimentos”, agregó Martínez, exhortando a la gente a “que vean el resultado, que disfruten el sabor de ese producto fresco, que es bien diferente”. 

El trío aprovechó para destacar el compromiso y entrega de los profesores del recinto de Utuado, catalogándolo como clave para que todos cambiaran su visión y objetivos futuros, y los reajustaran hacia la agricultura sustentable.

Orgullo en el recinto

A Martínez, Pachecho y Ramos se unen Naomy Candelaria Morales, Kelvin López Alonzo, Sylvia López Palau y Edgar Pérez Torres en el grupo que se graduará el próximo viernes, 28 de junio en el recinto de la montaña.

“Estamos muy orgullosos de nuestra primera cosecha. Estos primeros siete egresados son un ejemplo para otros jóvenes en Puerto Rico. Han adquirido mucha experiencia en prácticas sustentables de siembra, empresarismo, cultura global y servicio comunitario”, explicó la doctora Olgaly Ramos, directora interina del Departamento de Tecnología Agrícola de la UPRU.