Una tercera hermana de Xavier "Xavi" Jiménez Benceví, convicto por el asesinato de una informante federal y quien se expone ahora a ser condenado a pena de muerte, relató el “infierno” que vivieron ella y sus 14 hermanos mientras crecían en el residencial Brisas de Bayamón.

 Al igual que hicieron la semana pasada sus hermanas Brenda Jiménez Benceví y María Benceví Berríos, Rubí Jiménez Benceví reiteró en la sala del juez José A. Fusté ante el jurado que decidirá si condena al convicto a pena capital o cadena perpetua, que su padre los maltrataba y era violento, y que lo veían usando cocaína y “crack” y maltratando a su madre.

En cuanto a Xavier, de 28 años, Rubí destacó que su padre le daba “todos los días con lo que cogiera”.

“Le tiraba botellas... Parecía que veía al mismo diablo cuando lo veía”, expresó Rubí, quien agregó que su padre le decía a Xavier que pensaba que no era su hijo.

A preguntas del abogado John Martin, la mujer describió a Xavier como un niño “tranquilo, pero no era feliz, era triste y lloraba todos los días”.

“Xavier siempre estaba traumatizado en una esquina escondido llorando. Yo le decía ‘nenita’, me tenía loca porque lloraba todos los días”, añadió Rubí, quien dijo que cuando su hermano era pequeño, no podía dormir solo ni con las luces apagadas por miedo. Además, necesitaba que alguien lo acompañara mientras se bañaba.

Cuando su padre se fue del hogar, dijo que las cosas “fueron empeorando” porque su madre llevaba a otros hombres al apartamento y no tenía control alguno sobre ellos, además de que les decía que eran bastardos y que ojalá los hubiera abandonado.

Rubí, al igual que contó su hermana Brenda, dijo que su madre les enseñó a robar. Que la mandaba a ella y a Xavier, que entonces tenían 10 y 8 años, respectivamente, a robar comida y efectos personales para todos.

“Mi mamá nos mandaba a Xavier y a mí a robar. Nos decía que tuviéramos cuidado y estar pendiente a los guardias. Me daba una cartera bien grande. Me decía que me fijara en las cámaras de los comercios, a fijarme en la seguridad y que cualquier cosa, saliera corriendo. Que saliera normal pero que si algo pasaba, saliera corriendo. Escondía las cosas en el coche, con mis hermanos o en el bultito”, detalló Rubí, quien dijo que la ropa que tenían era de vecinos que se la regalaban cuando ya no les servía, y los humillaban.

Relató que a veces los cogían robando y los detenían, pero era para “pasar un susto”. En una ocasión, cuando cumplió 15 años, la detuvieron robando y la enviaron durante un mes a una institución de menores, donde pasó su quinceañero. “Ella le dijo a la jueza que no tenía control sobre mí, pero no dijo la verdad, que ella me mandaba a hacerlo”, contó.

Rubí confesó que no ha podido perdonar a sus padres. Señaló que ella recibió ayuda psicológica y es cocinera, además de tener dos hijas “que me mantienen pie, y no quiero que vivan el calvario que yo viví”.

“Su hermano ha sido convicto por crímenes serios. ¿Usted cree que aún queda algo bueno en él?”, le preguntó el abogado.

 “Él es bueno, y yo lo admiro. Desconozco con lo que se le involucra, yo no conozco a ese hermano. Él es una persona buena”, respondió.

Cuando el fiscal James Dennis Peterson le preguntó cuál era el nombre de la pareja de Xavier, contestó: “Especifíqueme una porque hay muchas” y porque, según dijo, tiene hijos con parejas diferentes.

El juez le preguntó que cuántas veces su hermano la ha visitado en los últimos cuatro años, y ella contestó que “como unas dos o tres veces”.

El juicio continúa esta la tarde.

Jiménez Benceví fue encontrado culpable por asesinar a su concuñada e informante federal Delia Sánchez Sánchez porque supuestamente ella lo iba a entregar a las autoridades por sus vínculos con el narcotráfico. El asesinato fue captado por las cámaras de seguridad frente al colmado Hernández en Bayamón. Los hechos ocurrieron el 21 de junio de 2010.

La semana pasada, además de las hermanas, cuatro maestras de Xavier contaron que era un niño triste.