Me llama un chofer de Uber: “Jay, lo que tu dijiste ahora mismo en WKAQ del museo del reguetón eso está ca#$*. Eso hay que hacerlo. Acabo de dejar a cinco canadienses en el Choli. Me dijeron que se tiraron pa’ Puerto Rico a ver si encuentran boletos pa’ Bad Bunny. Pagaban lo que fuera porque querían ver a Bad Bunny en Puerto Rico”.

Acababa de explicar en mi programa de radio por qué creo que es tan importante aprovechar el Museo de la Música que el alcalde de Guaynabo se niega a abrir, aunque ya está casi terminado. 

En mi programa de televisión la investigadora, Valeria Collazo Cañizares, se infiltró en el museo y pudo ver una facilidad de nivel global tirada a pérdida tras 16 millones de dólares invertidos. Yacen allí memorabilia y materiales exclusivos de cantantes, artistas e intérpretes. Tienen secciones desde la música indígena, los ritmos africanos, la danza, boleros, salsa y la sección de música urbana con todas las combinaciones imaginadas. Podrías componer tus canciones, cantar con auto tune, hacer tus vídeos junto a otras experiencias interactivas y todo ya está allí. 

Un museo moderno que bien cuidado y mercadeado puede ser un icono como los museos de New York y España. Planteé crear paquetes turísticos donde operadores locales creen expediciones por la Isla ofreciendo diversas alternativas de 36, 48 y 72 horas como la famosa sección turística del New York Times. 

Dije entonces que bien podemos ofrecer paquetes a Latinoamérica y el resto del mundo donde vienes un viernes y vas a cenar, te repasan el tour, el sábado temprano vas a desayunar, pasas a El Morro o cruzas en la lancha hacia Bacardí (dependiendo de tus intereses), pasas a un restaurante local que muestre la capacidad culinaria boricua; de ahí al museo del reguetón en Guaynabo, luego sales en exploración hacia los estudios originales del género, las escuelas donde estudiaron, alguna experiencia con gente que conocieron los orígenes del género. En la noche atamos el tour con algún concierto en el Choli, donde se le separaron boletos a los turistas que compraron esos paquetes. Cuando no haya conciertos, das clases de bailar salsa y van a la Placita de Santurce a probar los pasos quienes no estén muertos del cansancio.

El domingo, igualmente pasas un tour culinario local, con visitas a alguna playa, Toro Verde, todo depende del paquete que haya comprado la persona, si llegan jueves, viernes o es de toda una semana. De eso se tiene que encargar la Compañía de Turismo y el DMO para asegurar un precio razonable y que los hoteles y tour operadores den alternativas familiares así como experiencias en ecoturismo, recogido y colado de café, tabaco y hacer cigarros, paseo tablado en bicicleta, four track por Piñones, bahía bioluminiscente, visitar el Capitolio, Museo del Transporte, Fortaleza, El Yunque, playas, Isla de Mona, Culebra, Guavate, etc., pero usando nuestra música como centro de atracción. 

Sin duda, el DMO tiene que fomentar festivales y conciertos parecidos a la Calle San Sebastián para que cada tres meses se hagan eventos con nuestros iconos de la música, dedicándole a Bad Bunny este trimestre, Zion y Lenox, el otro a W&Y, Daddy Yankee, Don Omar, Tego, Coscu, Tito, René, Jowell & Randy, Farruko, etc. 

Lo que no lograron la salsa, ni el merengue, ni las rancheras lo ha logrado el reguetón y Puerto Rico junto a Colombia son el epicentro. Como dijo la prestigiosa revista Rolling Stone, nunca la música latina había estado en boga global como al presente y estoy seguro que, si piden memorabilia y mini documentales de su vida, ellos por PR lo hacen. 

Los museos son perdidosos cuando son una experiencia que ves una vez y no vuelves, por eso hay que diversificar la oferta cada dos o tres meses, donde se hacen obras inspiradas en los muchachos, se dedica a unos y otros junto con buenos conciertos y festivales, clases y experiencias más allá de visitas. 

¿Cómo vamos nosotros a desaprovechar algo que nuestros muchachos nos han regalado pautándonos en cada una de sus canciones que hoy son los éxitos más sonados en el mundo?