La alta tasa de resolución de casos que tiene el Tribunal de Apelaciones hace innecesario un aumento en el número de jueces asociados del Tribunal Supremo.

Incluso, la historia demuestra que en los años 60 se agrandó el número de esa curia de siete a nueve -sin que existiera entonces el Apelativo- y la experiencia fracasó.

El juez presidente del Tribunal Supremo, Federico Hernández Denton, invocó el silencio de la ética judicial ante la pregunta de si deben aumentarse a nueve los miembros del más alto foro judicial.

Ello, a pesar de que el asunto se está cuajando en el propio seno del Supremo a través de un movimiento que lleva a cabo un grupo de jueces asociados de preferencia estadista. Según trascendió, trabajan para hacer la petición formal a principios de 2010, a fin de que se apruebe la legislación correspondiente.

“Mi posición sobre asuntos de esta naturaleza es no hacer comentarios y reiterar que el ejercicio de la ética judicial es la dignidad del silencio”, respondió Hernández Denton a Primera Hora.

El balance de abogados, ex jueces y profesores de derecho consultados es de que no se justifica agrandar a nueve los integrantes del Supremo.

El presidente del Colegio de Abogados, Arturo Hernández, dijo que el Tribunal Apelativo debe haber bajado “considerablemente” la carga de trabajo de los jueces asociados, ya que el foro intermedio ha sido un filtro de los casos que les llegan en apelación.

“No vemos la necesidad de un tribunal con nueve jueces porque el mensaje sería nefasto en términos de que con menos volumen de trabajo no son capaces de atender los mismos casos que les llegan. El objetivo probablemente sea otro: materializar un control absoluto por parte de una ideología particular y de continuar tomando decisiones -como lo han demostrado al presente- sin una estricta óptica jurídica ”, sostuvo Hernández.

El profesor de derecho penal de la Universidad Interamericana y también ex presidente del Colegio de Abogados Julio Fontanet dijo que, en nuestro sistema constitucional, el Gobernador puede nutrirse de las recomendaciones del juez presidente del Supremo y del Colegio de Abogados en cuanto a la necesidad de recursos, pero cuando haya vacantes. “Lo que nunca se había visto es que sin existir vacantes se esté evaluando o entrevistando a candidatos por el mismo tribunal”, dijo Fontanet.

El autor del libro La justicia en sus manos: historia del Tribunal Supremo y profesor de derecho civil, Luis Rafael Rivera, recordó que en 1961 se agrandó el Supremo a nueve miembros para que el tribunal se constituyera en tres salas, pero la experiencia no fue la mejor.

En 1961, el Supremo se amplió a nueve miembros, pero en la década de 1970, tras el fallecimiento del juez asociado Armindo Cadilla, se gestionó una reducción a siete, que no se hizo efectiva hasta la renuncia del juez asociado Marco Rigau, padre.

“Fue un error. Los tribunales tienen un tamaño ideal porque en la medida en que exceden el número, todo se torna más lento, burocrático y el rendimiento adicional no se ve, no guarda proporción con el gasto que significa agrandar la plantilla, sobre todo ahora que hay un Tribunal de Apelaciones y el número de casos que llegan al Supremo se ha reducido”, sostuvo Rivera.

El profesor indicó además que la petición de agrandar la curia tiene que surgir del propio tribunal. “El proceso no puede ser a instancias del Ejecutivo ni del Legislativo”, dijo.

El ex juez del Tribunal Supremo Peter Ortiz Gustafson indicó que mientras estuvo en dicho foro nunca se entendió necesario aumentarlo.

Sin embargo, otros dos ex jueces asociados fueron cautelosos en sus respuestas.

“Eso no lo puedo responder porque hay que ver en qué se va a fundamentar la solicitud, cuáles son las necesidades a corto y largo plazo”, dijo el ex juez Antonio Negrón García.

El ex juez asociado Francisco Rebollo López dijo que prefiere darles “el espacio para que actúen conforme a su conciencia y mejor entendimiento” a los miembros del Supremo, ya que “mi opinión al respecto podría coincidir o no con las posiciones que puedan tomar ellos”.