Juan Cáceres Cruz le perdió el amor a su patio.

“A mí ya se me han quitado las ganas de bregar en el patio”, dice el señor.

¿A quién le dan ganas de invertir dinero en mejoras pa’ que después venga el agua y lo dañe todo?, se pregunta con ironía.

La molestia de don Juan viene a raíz de una aparente mala planificación en la remodelación de la escuela intermedia Apolo San Antonio, ubicada en la calle Luis Muñoz Rivera, en el casco urbano de Vega Alta, y que colinda con la residencia del hombre.

Resulta que ahora don Juan tiene que lidiar con las corrientes de agua que discurren desde el plantel escolar hasta su residencia cada vez que llueve.

El desnivel de terreno entre la escuela y el solar del vecino ha provocado que las aguas lleguen hasta la terraza y el patio, provocando inundaciones.

Una de las preocupaciones más grandes para Juan, quien vive con su esposa Tomasita Guardiola Avilés, es que, cuando se le inunda la casa, el agua tarda días –a veces hasta una semana– en evaporarse.

“Esto se convierte aquí en un criadero de mosquitos”, señaló mientras describía cuán extensos y profundos son los charcos que se forman por las aguas estancadas.

El vecino dijo que ha ido en un sinnúmero de ocasiones a la casa alcaldía y consultado a otros funcionarios para pedir ayuda y no ha pasado nada.

La última gestión que hizo fue hablar con el alcalde Isabelo “Chabelo” Molina, quien “no supo qué decir” para resolver el problema.

Otra situación a la que se tiene que enfrentar es al peligro de ser golpeado con una pelota de sóftbol proveniente del parque de béisbol que pertenece a la escuela. “Ahora, cuando los muchachos juegan, las bolas vienen a caer a mi casa. El miedo mío es que venga una bola de esas y le dé a uno o rompa los cristales de los carros”, dijo a la vez que mostraba varias bolas que ha guardado después de haberlas recogido en su patio.