Entre los retos más grandes que la exgobernadora Wanda Vázquez Garced tuvo que enfrentar durante los 514 días que estuvo administrando al país fue asistir la emergencia suscitada por la pandemia del COVID-19, una crisis que a su juicio volvería a atender “exactamente igual” que lo hizo en marzo de 2020 cuando decretó un cierre total en el País como medida cautelar para desacelerar los contagios del virus.

Primera Hora conversó con la exgobernadora -quien ya recibió las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19- a un año de aquella “difícil” decisión de gobernanza que tuvo que tomar, justo cuando en el país se lidiaba con las terribles secuelas que dejaron los terremotos en la zona suroeste.

Vázquez Garced hizo un viaje retrospectivo para analizar sus ejecutorias y rememorar los momentos más tensos que se percibieron a nivel de gobierno cuando se intentaba minimizar los daños ante la llegada de lo que inicialmente llamaba “el enemigo invisible”. También analizó las decisiones que ha tomado el gobernador Pedro Pierluisi desde que juró al cargo hace casi tres meses.

Según destacó, hubo dos momentos de gran incertidumbre que la llevaron a tomar medidas drásticas en cuanto a restricciones impuestas en las órdenes ejecutivas.

La primera fue cuando anunció el primer “lockdown”, que entró en vigor el 15 de marzo y en el que se ordenó a casi toda la población -con pocas excepciones que incluían a profesionales de la salud y personal que trabaja en garajes y farmacias, entre otros- a permanecer en sus hogares desde las 9:00 p.m. hasta las 5:00 a.m. Sólo se permitían salidas para servicios esenciales. Tres días antes había firmado unas órdenes ejecutivas declarando un estado de emergencias y activó a la Guardia Nacional para dar apoyo al Departamento de Salud.

“Fue una situación bien compleja. Era una emergencia sobre otra. Estábamos manejando la emergencia de los terremotos. Pero siempre me mantuve pendiente a lo que ocurría en el resto del mundo. Veía lo que pasaba en Francia, Italia, Nueva York... le tuve mucho temor desde un principio porque en estas situaciones de salud pública, la particularidad es que se pueden transmitir (las enfermedades) rápidamente y ese era mi temor”, expresó.

Recordó que para entonces se llevó a cabo el Festival de la Salsa al que asistió un médico panameño que había enfermado de COVID-19 y que, luego, murió en su país.

“Me estremeció esa noticia porque yo digo: ‘ya nos llegó el COVID a Puerto Rico’. Y por eso se tomaron aquellas medidas de poner en cuarentena a las personas que estaban ocho filas hacia el frente o seis hacia atrás”, narró.

Pasaron pocos días y surgieron los casos de la pareja de turistas italianos que llegó a bordo de un crucero. Ambos llegaron buscando auxilio clínico, pues la mujer -que posteriormente falleció- presentaba síntomas compatibles con el virus. Los dos arrojaron positivos a pruebas diagnósticas de la enfermedad. Simultáneamente, se atendía en el oeste a otro turista que estaba muy enfermo.

“Cuando veo que para el 13 de marzo ya tengo cinco casos positivos de COVID dije: ‘no, voy a cerrar porque no sé lo que hay afuera o cuánto esto pueda estar regado allá afuera. Y lo decidí a pesar de que entendíamos que estaba iniciándose la pandemia en Puerto Rico. Me dije: ‘no puedo permitir que nos pase lo que está pasando en el resto del mundo’ “, explicó al agregar que quedó traumatizada con las imágenes que se veían de jurisdicciones como Nueva York, donde el sistema de salud colapsó y “hubo que enterrar gente en fosas comunes”.

Sostuvo que se convenció de que hacía lo correcto cuando días después -luego de conformar el Task Force Médico-, un grupo de científicos la reunió en la terraza de La Fortaleza y le informaron sobre unas proyecciones fatídicas que ocurrirían si no se mantenía control de la epidemia.

“Recuerdo el momento exacto. Estábamos en una terraza y los doctores me trajeron esas proyecciones fatales, que después supimos que Puerto Rico iba dirigido a 300 mil contagios y unas 30,000 muertes. Yo me quedé... para mí eso fue como un balde de agua fría. Yo dije: ‘no puede ser, Puerto Rico no puede pasar por esto. Tantos puertorriqueños muertos por el COVID, esto no puede ser’. Ahí fue que dije que el ‘lockdown’ iba a continuar. Y que íbamos a ir abriendo poco a poco dependiendo cómo respondiera el público, porque la conciencia ciudadana era muy importante para poder obtener los números que obtuvimos después”, explicó quien en varias instancias comparó la tasa de contagios y muertes de Puerto Rico con otras jurisdicciones en las que el escenario fue peor.

Otro escollo para Puerto Rico fue la dilación en la llegada de pruebas diagnósticas y el procesamiento de análisis a nivel local. En un principio, las pruebas del Departamento de Salud se enviaban a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en Atlanta. En medio de esa situación en la que todos los gobiernos abogaban por adquirir más pruebas, surgió el famoso escándalo por la compra de un millón de pruebas rápidas -que nunca llegaron a la Isla- por $38 millones a la empresa Apex General Contractors, cuyo abogado era Juan Maldonado, un exfuncionario del gobierno de Ricardo Rosselló. El asunto fue investigado en la Cámara de Representantes y provocó la salida del exsecretario de Salud, Rafael Rodríguez y otros funcionarios de la agencia.

Vázquez Garced reconoce que la situación fue difícil y más que frustración le provocó impotencia.

“Todo el mundo, los médicos, Salud, todos tenían las mejores intenciones porque lo que queríamos era tener pruebas para todos los puertorriqueños y eso lo escuchábamos en ese momento... y era bien difícil y sentía impotencia porque no era que Puerto Rico tuviera la limitación, es que la limitación la tenía el mundo entero. Estados Unidos, que era la nación que preparaba las pruebas, no las tenía para sus ciudadanos”, acotó.

Tras la avalancha de líos llegó a dirigir el Departamento de Salud, Lorenzo González, a quien la exgobernadora elogió en múltiples ocasiones durante la entrevista.

“Tengo que agradecer la extraordinaria labor que hizo Lorenzo González y creo que eso nadie lo cuestiona. Manejó rápido la crisis, tomó decisiones y pudimos controlar ese contagio y aguantarlo”, indicó.

Sin embargo, lo cierto es que luego de cuatro meses de “control” de la epidemia, el gobierno comenzó a considerar las aperturas tomando en cuenta la debacle económica que avanzaba con el pasar de las semanas. En ese entonces, además del Task Force Médico se llevó a las mesas de negociación figuras del sector económico y privado. La idea, según la exgobernadora, era buscar “un balance” entre las partes.

De hecho, Vázquez Garced señala que lo único que cambiaría de su ejecutoria durante el manejo de la pandemia es que hubiera optado por hacer públicas las reuniones tras bastidores que sostuvo con asesores de ambos sectores antes de implementar cada una de las 14 órdenes ejecutivas que emitió desde que decretó un cierre en marzo.

“Me hubiera gustado que el pueblo y los medios vieran esas discusiones que se tenían y cómo se llegaba a consensos. Se cogía un poquito del lado económico y la gran mayoría (de las recomendaciones) de los médicos. Mi único interés siempre fue controlar los contagios y las muertes”, aseveró.

Precisamente, cuando se percibió un pico de casos entre noviembre y diciembre fue que llegó el segundo momento de tensión durante la emergencia.

Y es que para el mes de noviembre se registraron la mayor cantidad de casos confirmados, una cifra que se elevó a 20,268 contagios. El panorama no lucía favorecedor y la comunidad científica advertía que un colapso del sistema de salud podría surgir si los contagios continuaban al ritmo acelerado que se percibió ese penúltimo mes del año, cuando se acercaban las fechas festivas. De hecho, los días 14 y 30 de noviembre han sido al momento los que más muertes se han registrado con 21 decesos cada día.

En aquel entonces, el secretario de Salud (González) admitió a este diario que la situación de los fallecimientos le quitaba el sueño y lo mantenía sumamente preocupado.

“Me preocupó muchísimo ese mes de noviembre, donde venían días feriados como Thanksgiving. Vimos que la gente bajó un poco la guardia. Entonces se tuvieron que tomar medidas para que esos contagios bajaran y se evitara un brote grande para enero. Y vimos como los casos y las muertes bajaron dramáticamente. Además, el sistema de salud de Puerto Rico, con todos sus defectos y virtudes, nunca colapsó”, manifestó quien dijo que no se acostaba a dormir hasta ver el informe de casos y de fallecimientos que le llegaba desde Salud todas las noches.

Insistió en que gracias a su gestión y la de su equipo de trabajo pudo pasar el batón gubernamental a Pedro Pierluisi con la crisis bajo control.

“Tenía la preocupación de que cuando entrara el gobernador hubiera un brote, porque no era fácil entrar y trabajar con una situación como esta. Nosotros habíamos cogido la situación más fuerte, sin esperanza de que hubiera vacuna. Pero afortunadamente cuando él llega ya estaba todo bastante controlado, había una vacuna aprobada y Puerto Rico ya había iniciado ese proceso de vacunar a los primeros grupos”, expresó.

Ahora, desde las gradas, dice estar pendiente a la trayectoria del virus y a las acciones del gobierno.

Acogió como buena la postura de Pierluisi de reabrir las escuelas de manera gradual para iniciar clases presenciales.

“Tomando en consideración el protocolo que preparó Educación, Salud y Fortaleza tengo que decir que estoy de acuerdo y creo que la decisión del gobernador ha sido acertada”, manifestó al reiterar que coincide con el gobierno en que los maestros y servidores públicos deben regresar al trabajo presencial “pues son empleados que también van a supermercados, farmacias, restaurantes”.

Elogió la labor realizada por la doctora Iris Cardona, directora del Plan de Vacunación de COVID-19 en Puerto Rico y aclaró que el concepto de planificación se inició desde el verano. También elogió el trabajo “encomiable” que hizo la Guardia Nacional en el proceso.

En cambio, mostró desacuerdo en que el gobierno alterara el plan original que había para que se vacunaran a las personas de 65 años o más, antes que a otros grupos como los maestros.

¿Hubiera vacunado a los maestros?, se le preguntó.

“Bueno, lo que pasa es que hay que ver cuáles son los fundamentos... Muchos, quizá, estén en edades de vacunarse y creo que eso habría que examinarlo. Pero se debió haber seguido el plan”, respondió aludiendo a que el enfoque debe ser salvar las vidas de los más vulnerables.

Finalmente, puntualizó que confía en que la pandemia vaya cediendo y el país vaya recuperándose en aspectos económicos.

“Creo que sí se va a levantar la economía, creo que veremos un repunte pronto”, indicó al señalar que al dejar su mandato había cerca de $30 billones autorizados para la reconstrucción de la Isla.

“Cuando salí había $500 millones en los municipios para hacer subastas y proyectos. Ya dejamos ese camino andado y el gobernador le ha dado un seguimiento estricto”, subrayó.