Sin colmados, panadería, restaurantes, hotel, laundry ni transportación pública quedaron los residentes de las comunidades Maternillo y Mansión del Sapo, luego de que la Administración de Transporte Marítimo transfiriera a Ceiba a finales del 2018 la ruta acuática hacia las islas municipios de Vieques y Culebra.

“Desolada” y “tranquila” se encuentran las comunidades, integradas mayormente por personas de bajo recursos, reconoció la pastora y líder comunitaria Dolly Rodríguez.

Según explicó, la zona está compuesta, principalmente, de “dos barrios en una sola calle”. Estos son Maternillo y Mansión del Sapo. Allí, Rodríguez se dedica, como parte de su pastoreo en la Iglesia de Dios Sear-Jasub, al trabajo con los niños y jóvenes, así como a ayudar a los residentes a que obtengan su título de propiedad.

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La pastora resaltó que la situación económica en la zona ha empeorado desde el cierre del muelle.

“Ha cambiado un montón, sobre todo, la economía ha sido un área bien afectada. Han tenido que cerrar restaurante, tienditas. Teníamos una panadería y un colmado en la comunidad, todo ha cerrado. Los carros públicos son inexistentes ahora mismo. La ruta era al pueblo, pero al caerse la línea, hay residentes que viajan a pie para el pueblo. Antes, las personas de la comunidad se acercaban al puerto, vendían frutas, vegetales y ya no tienen esa oportunidad. En las fiestas, las vacaciones, hacían (alquiler de) parking y tenían un ingreso. Ahora, no tienen esa oportunidad”, sostuvo Rodríguez, al hacer una descripción general de la situación que atraviesan..

Señaló que uno de los impactos mayores que tuvieron fue que de ser una zona muy transitada, quedaron de la noche a la mañana sin público.

La situación empujó a los residentes a buscar trabajo fuera de la comunidad o a mudarse.

Asimismo, Rodríguez contó que la estructura del antiguo muelle se ve muy “deteriorada”. Dijo, sin embargo, que no presenta un peligro a la comunidad, pues se ha limitado el paso.

“Es muy triste ver aquello allí vacío”, soltó.

El único negocio que quedó en la comunidad es El Chinchorro de Tía Manin, cuyo personal declinó conceder entrevista a Primera Hora.

“Lo más cerquita para comprar algo es un garaje, luego de ahí los supermercados en el pueblo. Aquí el vecino que no tiene vehículo, o camina o se le da un ‘ride’ al pueblo”, describió Rodríguez.

Mientras, una lancha que en algún momento sirvió para transportar pasajeros está allí varada, como chatarra y da cuenta del estado en que se encuentra el muelle.

El municipio ha colocado en el malecón algunas sillas para que las personas que vayan por la zona se puedan tirar fotos con vista hacia el mar. Sin embargo, el esfuerzo no ha atraído actividad en el área.

Ante este cuadro, Rodríguez urgió al gobierno y al municipio a “tomar control del área de los puertos” para mejorar la situación económica de la zona.

“No solo rescataría la economía de entre los dos barrios, sino beneficiaría a la comunidad, los residentes pueden tener algún tipo de ingreso. Antes había mucho turista, ahora no se ve nada”, concluyó.