Justo al lado de la puerta había un enorme letrero que anunciaba la variedad de mofongos rellenos que servían. La puerta estaba abierta. Era el único negocio de comida abierta, al menos en el barrio Borinquen de Aguadilla, debido a la proximidad del huracán Irma.

“Esto es lo único que hay ahora mismo para comer”, sentenció Salomón Feliciano López, mientras salía con una combinación de tres presas con papas para él, su compañera y su hija.

“Paré aquí porque fue lo único que vi abierto”, añadió el hombre en alusión al negocio Ben Se China, ubicado en un centro comercial en la carretera PR-107.

Relacionadas

La fila del servicarro estaba llena. Media decena de conductores esperaban su turno para obtener su servicio de comida.

Adentro, media docena de personas hacían lo mismo.

Iván González, vecino de la urbanización Marbella, por ejemplo, dijo que salió para buscar comida en algún negocio de comida rápida y terminó allí cuando vio la fila de carros y la puerta abierta. “Pensaba que iba a encontrar McDonald abierto o algo así, pero todo ya cerró”, dijo.

Fernando Villanueva, de 73 años, por ejemplo, admitió que como vive solo, su nevera no suele tener muchos comestibles por lo que salió a buscar algo de comer antes que llegara la tormenta Irma.

“Yo soy del área y sabía que ellos no cierran hasta bien tarde. Es como la juguetería”, dijo Villanueva.

El hombre se refería a un negocio de artículos generales que, precisamente ayer a mediada tarde estaba abierto. El dueño José Luis Rojas explicó que suelen tratar de mantener el servicio a los clientes hasta lo más tarde que puedan, pero ya estaban por cerrar porque algunos empleados estaban inquietos.

Para ese momento en Aguadilla sólo había caído un aguacero a eso del mediodía y el cielo, aunque permanecía nublado, no presentaba mensajes claros de que se avecinaba una tormenta.

“Los empleados se van ahora después de las 3:00 p.m. Yo me quedo un rato más y cierro”, dijo el hombre mientras de la tienda salía un sujeto con varias bolsas de comidas para aves, las cuales llevaba en su cabeza y hombro.

Algunos buscaban baterías, otros hielo, agua o algún artículo en particular que les hubiese faltado en la preparación para el huracán.

“Normalmente aquí consigues de todo y como ya se sabe que cierran tarde pues venimos para las cosas que faltaban. Yo vine buscando baterías, pero ya la gente se las llevó. No quedan”, dijo Carlos Marcano, uno de los clientes