Ahora es la princesa del hogar

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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La “princesa” del hogar.
No hay duda de que desde hace dos años el hogar de la familia Pérez Vargas se transformó con la llegada de Isabella Mía.
En la Navidad, esta época tan especial, la alegría es mayor en la familia. Un 5 de diciembre del 2005 Isabella Mía llegó al mundo.
Desde entonces todo, absolutamente todo, gira en torno a la pequeña que con tan sólo dos años de edad tiene la habilidad de hacer con sus padres lo que quiera. Es la querendona del hogar.
Isabella Mía fue la primera bebé gestada en Puerto Rico a través de un proceso de fecundación in vitro por una madre sustituta, en este caso su abuela materna.
Ayer, la pequeña recibió a PRIMERA HORA en la puerta de la casa acompañada por su mamá Maryli Vargas y por su papá Ángel David Pérez. Llevaba un hermoso vestido rojo y blanco de “princesa”, como ella misma les dice. Su cabello rizado lo adornaba un lazo de los mismos colores.
Rápido aprobó nuestra entrada y, de inmediato, se robó nuestro corazón.
La casa de Isabella Mía, en Trujillo Alto, luce muy distinta a hace dos años. La mesa central de la sala ya no está. En su lugar hay un carrito y una casa de muñecas.
La cocina está ocupada por otra casita de juguete en donde la niña hace “café”, “cocina” y “sirve gasolina”. En la otra esquina hay un estante de libros y más juguetes.
“La casa ya cambió. Todo es ella. Es lo que ella decida. La esperé tanto y tanto que para mí todo es ella”, dijo con una enorme sonrisa en su rostro la progenitora, quien describió a Isabella Mía como una nena “buena y obediente”.
“Ella tiene su carácter, pero eso a mí me gusta, aunque a veces me reviente”, dijo la orgullosa mamá.
Isabella Mía no es tímida. Le encanta que le tomen fotos y más si lleva un “vestido de princesa”. No dudó en posar sentada, comiendo galletas, “escribiendo”, en la hamaca y en los brazos de su papá.
Jugó en la casita, se montó en el carrito y abrazó a Santa Claus, responsable de que haya tantos regalos en la casa. “Ella abrió los regalos y me dijo: 'Mamá, los regalos de Santa'. A mí me estuvo curioso, porque me dijo que venían de Santa”, relató la mamá.
El Día de Navidad lo celebraron en familia. El Día de Reyes lo festejarán en casa de la abuela paterna, donde la fecha es una tradición. “Hemos estado juntos y disfrutando cada momento de la época”, sostuvo Vargas.
Para tener dos años, Isabella Mía goza de un extenso vocabulario. Dice “mamá, ven”, “siéntate, mamá”, pide “refresco” y que la saquen al patio. Obviamente, dice “princesa” y “príncipe”.
“Ella ve a alguien con un vestido largo y dice: 'Mamá, princesa', aunque sea la persona más fea del mundo”, señaló entre risas Pérez mientras velaba a la niña en el patio.
Está en la etapa en que todo lo que ve lo imita. Así que le fascina cogerle prestadas las prendas y el maquillaje a su mamá.
Todavía pide “bibi” una vez en la noche, a eso de las 2:00 o 3:00 de la madrugada, y aunque se duerme en su cuna usualmente despierta en la cama con sus papás.
La nena de papá
Vargas no duda en admitir que Isabella Mía es de su papá y él, encantado de la vida.
“Si estamos ella y yo solas es adoración conmigo, pero cuando está él no valgo un centavo”, indicó Vargas.
Para Pérez la relación con su niña es “increíble”.
“A mí la vida me ha cambiado de una forma especial, porque ella y yo como que tenemos algo”, relató mientras Isabella Mía hacía de las suyas en la casita.
“Es increíble y yo soy loco con esa niña y me disfruto cada momento que puedo con ella”, añadió.
En dos años la ha regañado sólo dos veces y en las dos ocasiones se le ha roto el corazón. “Es como si me metieran un puñal en el corazón y eso que cuando digo que la he regañado es que le he alzado la voz”, sostuvo.
Los padres primerizos ya han tenido momentos de dolor junto a la pequeña que padece de convulsiones cuando tiene fiebre alta. Vargas padeció de la misma condición hasta los cinco años.
“La primera vez que le dio estábamos en la oficina del pediatra y yo salí a la sala de espera gritando auxilio. Fue una sensación horrible, yo me quería morir”, recordó Pérez.
Sobre la relación entre la niña y su abuela, Vargas indicó que es normal, aunque sí hay un vínculo especial. “Para lo que ella hizo la relación entre ambas es normal. Sí hay un vínculo especial, pero cuando están los nietos juntos no hay diferencia”, explicó Vargas.
La pareja está concentrada en cuerpo y alma a su única hija, pero no descartan la posibilidad de convertirse en padres por segunda ocasión a través de la adopción una vez ésta asista a la escuela.
Es algo que tienen que conversar con más calma y analizar.