Amenaza acuática.

Es uno de los peces favoritos de Hollywood por combinar una hechizante mezcla de belleza y peligrosidad. Levanta sus aletas de abanico, mostrando unas esplendorosas rayas marrones y blancas mientras presenta unas venenosas espinas que utiliza para devorar su presa.

Pero ahora constituye uno de los principales peligros para los ecosistemas marinos del Caribe. Su potente veneno rara vez ha provocado la muerte a un humano, pero los bañistas tienen que mostrar extrema cautela ante el paso del pez león rojo, también conocido como pez escorpión (distinto a la especie nativa de Puerto Rico del mismo nombre), por punzadas que pueden provocar un dolor insoportable, incluso, convulsiones y parálisis en los casos más extremos.

Dos reportes - no confirmados por agencias gubernamentales - ubicaron el pez en las aguas de la isla de Icacos, localizada a pocas millas náuticas de la costa portuaria de Fajardo en el 2002 y 2004. Al presente no cunde el pánico, ya que no se ha podido establecer una población, pero la majestuosa especie, nativa de los océanos Pacífico e Índico, ya ha provocado considerables estragos en los hábitats de Cuba, La Española y las Bahamas. Las fuertes corrientes que recortan las islas del archipiélago puertorriqueño han servido como una barrera natural ante su posible inmigración, no obstante, algunos pet shops vendían la especie exótica hasta que expresamente se prohibió su exportación en el 2004.

“Tendremos un gran problema si llega a establecerse en aguas de Puerto Rico. Una vez esto suceda no habrá manera de controlarlos. Pueden descender a una profundidad de trescientos pies, ningún buzo podrá alcanzarlos”, indicó el director de la división marina de Recursos Naturales, Craig Lilyestrom.

El pez de agua salada acude y habita arrecifes. Se esconde entre los pilares de muelles y se desliza con comodidad entre la turbiedad de las zonas costeras. Algunos documentos científicos han comparado su movimiento al de un murciélago por la manera que pende de cabeza en formaciones rocosas. Se cree que en las aguas caribeñas no enfrenta ningún predador, lo que podría desencadenar una plaga de la especie. Devora a la gran mayoría de sus presas de un solo bocado.

El pez más adulto puede medir más de un pie y medio, pero sus aletas de abanico amplifican su tamaño.

En el mercado negro

A pesar de su peligrosidad, tanto para bañistas como una gama de otras especies, algunas versiones extraoficiales apuntan que en Puerto Rico el pez se ha sumado a la lista de los animales más cotizados en el mercado negro de rarezas exóticas. Antes de su prohibición en el 2004 el costo de los peces en los acuarios podía sobrepasar los $80 aunque ahora su costo podría fluctuar entre los $3,000 y $5,000. Muchas otras especies exóticas en Puerto Rico, como la iguana de palo y los monos, se han introducido por ciudadanos de manera ilegal.

La posible propagación del pez en aguas puertorriqueña podría reducir sustancialmente la cantidad de peces nativos de las aguas puertorriqueñas. En Cuba y en la República Dominicana se cree que la propagación del pez podría tener consecuencia sumamente adversas para la industria pesquera.

“El pez puede propagarse rápidamente. Por eso es que nadie debe intentar introducirlo en un hábitat natural. Ya enfrentamos diversos problemas con otras especies”, añadió Lilyestrom.

El pez abunda en acuarios privados en Estados Unidos, pero su entrada inusitada en aguas costeras de Estados Unidos se convirtió en objeto de suma preocupación para las autoridades federales. La especie se ha propagado rápidamente desde las costas de Florida hasta Carolina del Sur.

La picada

“Todas sus espinas son venenosas y pueden causar dolor extremo. Si es picado, sumerja la herida en agua caliente y busque atención médica inmediatamente” , lee una hoja suelta distribuida por la Administración Federal de Océano y Atmósfera (NOAA). Las autoridades exhortan a reportar cualquier encuentro con el pez exótico.

“El pez representa una amenaza para la salud y la seguridad pública. Se ve bien bonito en los acuarios, pero puede ser muy dañino”, sostuvo el biólogo y técnico del Negociado de Servicios Especializados de Recursos Naturales, Félix Grana.

El pez se come regularmente en algunos países de Oriente, aunque su manejo requiere un tratamiento especial por parte del cocinero por ser venenoso. “El departamento quiere exhortarles a los nadadadores a no acercarse al pez”, añadió Grana.