Para un padre en pérdida hablar sobre la muerte de su hijo es sanador. 

Al asistir a una convención de la organización global ‘The Compassionate Friends’ en Estados Unidos, encontró gente que entendía su dolor porque lo habían vivido. Allí todos contaban su historia “sin que nos juzgaran. Sentí mucho alivio”, recordó la cofundadora de la organización en la Isla. 

En el 2000, junto a cinco madres y cinco padres “que habíamos trascendido nuestra pena, organizamos en Puerto Rico los Amigos Compasivos, porque nos dimos cuenta que era necesario para procesar el dolor de la tragedia de perder un amado hijo, una hija, un hermano o un nieto”, detalló.

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“Al crear el grupo de apoyo empezamos a recibir muchos papás y mamás que estaban empezando a caminar por ese sendero que nosotros ya habíamos caminado. El dolor, la pena, el por qué, la culpa, el shock, el coraje, todos esos sentimientos que nosotros muy bien conocíamos ya. Hemos crecido como el grupo más grande que recibe a familias en duelo por muerte de un hijo, hermano o nieto, bajo cualquier circunstancia”, señaló. 

En este grupo se escucha a cada miembro y no se pasa juicio sobre la forma en que ese hijo o hija falleció. Tampoco se juzga a nadie por la forma en que exteriorizan su dolor. De hecho, hay creyentes que ante su pérdida, dudan de la existencia de Dios. Según Nivia, es algo que puede pasar y que no se debe juzgar a esos padres. 

Mensualmente un promedio de 25 a 40 pa-dres asisten el segundo domingo de cada mes, de 2:00 a 5:00 de la tarde, al Centro de Crecimiento Gaviota, ubicado en el 389 de la Eleanor Roosevelt, en Hato Rey. Para información comu-níquese al los teléfonos 787-590-3377, 787-319-6879 o 787- 929-0377.