La experiencia con las abejas cobra otra dimensión en Apiario Guaré, en San Lorenzo, un espacio que, además de vender productos artesanales elaborados con miel, te ofrece adentrarte al mundo de la apiterapia, técnica en la que se utiliza el veneno de las abejas como tratamiento para condiciones de salud.

En el lugar, además, se trabaja la inseminación de abejas reinas para la conservación de especies y se realizan investigaciones para buscar docilidad de razas existentes. Así le dan un giro 180 al mundo de las abejas. Este negocio es propiedad del apicultor Ernesto González y su esposa y asistente Lisette Goris, una pareja de San Lorenzo que apuesta a todos los beneficios que nos brindan las abejas, empezando por la apiterapia.

“La apiterapia es una alternativa de curación y sanación, una medicina natural. Desde los 1800 para acá se práctica la apiterapia por un accidente que hubo en Europa, cuando una persona que tenía artritis fue atacada por abejas y al cabo de una semana en el hospital, se sintió muy bien de sus dolores. Él buscó para atrás a ver qué paso y empezó a practicar la apiterapia”, explicó González, quien cuenta con UNA certificación de la World Apitherapy Organization (WAO) y de la Federación Latinoamericana de Apiterapia (FELAPI) en Ecuador.

Según el experto, quien inició en la apiterapia en el 2020, esta técnica se practica mucho en América del Sur, Europa y, en Estados Unidos están empezando a introducirla.

“(Esto se da) por los resultados que han visto en otros países, donde no hay acceso a médicos, sino que hay más acceso a medicina natural”, dijo González. En estas sesiones se utiliza la apitoxina, que es el veneno secretado por las abejas hembra, como un tratamiento alternativo para aliviar algunas patologías reumáticas y otras afecciones articulares. Los aguijones de abejas vivas son esas “inyecciones” naturales que, asegura, tratan muchas condiciones y mejoran el estado de salud de los pacientes. Pero primero, González realiza una entrevista al paciente y hace una prueba de sensibilidad para determinar si la persona es alérgica a la apitoxina.

Ernesto González inició en la apiterapia en el 2020.
Ernesto González inició en la apiterapia en el 2020. (Isabel Ferré Sadurní)

“Una persona alérgica a la apitoxina no es que se te hinche la picada, eso es una reacción natural de la estamina del cuerpo. La persona que es alérgica a la apitoxina se le tranca la tráquea en uno o dos minutos. Si eres uno de estos pacientes, no te puedo dar tratamiento. Hay un tratamiento para desensibilizar, pero antes de darte el tratamiento tengo que saber que padeces de esa condición porque es un riesgo, aunque yo estoy preparado para liberar la tráquea con epinefrina”, detalló.

En esa primera prueba, González deja que el paciente olfatee el veneno de abejas ya procesado para ver si hay una reacción. Luego de que el paciente pasa esa primera prueba de sensibilidad, entonces le aplica microdosis del veneno de abeja en la epidermis (piel), para ver si hay alguna reacción alérgica en la zona.

“Cuando hago la prueba de sensibilidad y una persona es alérgica hay unos síntomas que puedo identificar (estornudos o alergia en la piel) y hay un método para desensibilizar a la persona. Esto es que, en vez de inyectarte una dosis de una abeja completa, te inyectamos microdosis para que el cuerpo vaya acostumbrándose. Después, si pasas esas pruebas, se pone la abeja viva en el área donde tengas la condición o el dolor”, especificó el experto.

Para estas terapias, González cuenta con una colonia de abejas, de las más de 40 colmenas que tiene en su finca, en el barrio Cerro Gordo de San Lorenzo. Aproximadamente utiliza unas 100 abejas semanales, de las más adultas, porque están próximas a morir.

“Yo tengo una colonia específicamente para eso, la abeja que se utiliza son las abejas más viejitas, las guardianas que son las primeras que van a defender la colonia. Naturalmente esas abejas van a morir en 1 o 2 días, por lo que ya no están dentro de la colonia, se quedan fuera y así puedo cogerlas sin abrir la cajita”, aclaró el hombre, quien también es apicultor técnico certificado por la Federación de Apicultores de Puerto Rico. Además, cuenta con una maestría en apicultura de la Universidad de Cornell en Nueva York y estudió también en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en Buenos Aires, Argentina.

La cantidad de picadas en cada paciente dependerá de cuánta sea la tolerancia y la necesidad del paciente, pero el experto confirma que se comienza con una sola abejita y se prepara el área antes con masajes y un ungüento que fabrica en su local, para luego aplicar el aguijón y entonces hielo.

“Obviamente duele, pero siempre vamos de menor a mayor. Si es el primer día, siempre empezamos con una abejita. Pero en las pruebas de sensibilidad vas a recibir un ardorcito mucho menor que el de una picada directa”, asegura el apicultor. Quien puede dar fe del manejo del dolor en la apiterapia y los beneficios que ha tenido esta técnica en su vida es Millie Correa, una clienta que lleva 3 años tratándose en Apiario Guaré y que permitió que Somos Puerto Rico fuera testigo de su proceso de terapia, en el cual le aplicaron el veneno de unas ocho abejas desde el área de la espalda baja hasta el cuello. “Ya yo había intentado fisiatra y quiropráctico, tengo discos herniados, el cuello lo tengo demasiado recto y probé la apiterapia y sentí un alivio increíble. Después que pasa la picadita leve, lo demás es un cuento. A mí me alivia casi al momento, por eso aunque terminé mi tratamiento, siempre vengo una semana sí y una no”, relató la paciente de Carolina, quien también lleva a su madre de 82 años a tomar terapias y testifica haber visto grandes mejorías en sus condiciones. “Ella padece de artritis y tiene unos espuelones, no podía levantarse y cuando la levantábamos gritaba del dolor. Después de darle apiterapia ella sola se puede levantar y acostarse sola en la camilla. Antes no podía”, resaltó Correa. “Ese es el resultado de la apiterapia”, afirmó González.

Inseminación de Abejas Reina

Otro aspecto científico que también cobra vida en Apiario Guaré es la inseminación de abejas reinas, procedimiento para el cual González se preparó en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Mayagüez.

“Seguimos evolucionando y ya tenemos estudio de inseminación artificial de las abejas reinas. Estoy instalando un laboratorio en la finca, pero ahora mismo aquí tengo el laboratorio, donde se le extrae espermatozoides a los zánganos para poder utilizar una cepa de reinas para mantener una genética fuerte. Es que al tener tantas especies de abejas en la finca no puedo permitir que, por ejemplo, una abeja italiana me salga a fecundar otra especie y se me cruce y se me dañe la raza. Para que no se me dañe, hago la inseminación artificial de la reina”, indicó el apicultor, quien trabaja en su apiario con 4 tipos de abejas: africanizadas, italianas, zascatra y carniolas.

Según el experto, el procedimiento consta de provocar un nacimiento de reina, para luego dormirla y entonces “expongo el útero e insemino con los zánganos de la misma raza”.

De hecho, González destacó que la abeja puertorriqueña es una mezcla de las africanas con las italianas.

“Estas abejas, en algunos países son valoradas, en otros las matan porque consideran que son muy fuertes para el manejo de la apicultura”, señaló. “Las abejas italianas son más dóciles para manejar, pero tienen una desventaja que tienden a ser más propensas a enfermedades. Las africanizadas son altamente defensivas, defienden su territorio. En las inseminaciones busco la forma de manejar esa conducta”, dijo el apicultor, quien jamás imaginó trabajar de lleno con las abejas, pero su finca agrícola le llevó a adentrarse a este increíble ecosistema donde hoy día, no solo trabaja con colmenas física y científicamente, sino que también confecciona productos a base de sus componentes e imparte clases de apicultura los martes y jueves de 5:00 a 8:00 p.m.

Para más detalles de Apiario Guaré, los consiguen en sus redes sociales y llamando al 787-306-6617.