“Aquí no se vive tranquilo”
Residentes del área sur toman las medidas para protegerse de los vientos y las lluvias

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Vecinos del área sur ya no solo tienen que manejar el temor y la ansiedad que provocan los temblores y la pandemia del coronavirus; ahora también se suma la amenaza que supone el sistema atmosférico que desde ayer comenzó a dejar copiosas lluvias y vientos sobre la Isla.
Desde tempranas horas de la mañana de ayer, residentes en los pueblos marcados por los sismos se mantenían atentos al desarrollo del potencial ciclón 9 y las lluvias que dejaría sobre la zona, previendo el abastecimiento de alimentos, agua y la protección de sus respectivas pertenencias.
A mediodía, las autoridades ultimaban detalles para recibir refugiados en la escuela Franklin Delano Roosevelt en Guánica. Sin embargo, en una ronda por algunas áreas de ese pueblo, varios guaniqueños entrevistados expresaron que pasarían el evento atmosférico en sus hogares.
“Vamos a tener lluvia, agua, inundación, pero yo espero que el viento no sea tan fuerte y las olas no se levanten. Yo me quedo aquí, con mi hermano Luis Iván… tengo dos montañas que son espectaculares para proteger la bahía”, sentenció Ada Vélez Olavarrieta, quien vive frente al Malecón.
Mientras que Wilbert Almodóvar, líder comunitario en el sector La Luna, que ha sido epicentro de muchos temblores, resaltó que tanto él como muchos vecinos se quedarían en la periferia de sus hogares.
“Hemos visto que hay mucha preparación, especialmente los vecinos que han tomado las debidas precauciones y todo el mundo se está abasteciendo porque con las experiencias pasadas, uno adquiere aprendizaje y va evolucionando y cambiando la forma de hacer las cosas”, manifestó Almodóvar.
“Está todo el mundo coordinándose; ahora mismo acordamos de que si hay una necesidad que tengamos que movernos de pronto, lo haríamos para la cancha donde estaba el refugio, al lado del parque de pelota, porque esa estructura no ha sufrido daños. Mientras tanto nos quedamos en casetas de campaña en la parte de atrás de mi casa, y cualquier cosa me voy para la marquesina que es lo más seguro que tenemos en ese momento”, admitió.
De otra parte, el gobierno municipal de Guayanilla se tiró a la calle desde la noche del martes para orientar a los residentes de los sectores susceptibles a inundaciones y que estos pudieran moverse a lugares más seguros, especialmente en las comunidades El Faro, Playa, Playita en el sector Magas y Playita en Guaydía.
Allí habilitaron el refugio de la escuela Gloria María Borrero en el sector Macaná desde las 10:00 de la mañana de ayer.
“Me voy allá (al refugio) para protegerme, no me siento segura aquí, como el tiempo es así, vamos ahora para allá. Yo me protejo, uso mascarilla, guantes, lavado de manos y siempre que llueve me voy para el refugio y me mantengo allá, porque eso es un sistema peligroso y yo me protejo mientras pueda”, dijo Vicky Rivera Maldonado, vecina de la comunidad Playa mientras era trasladada en un vehículo municipal.
No obstante, Jesús Maldonado, quien reside en la misma comunidad insistió que prefería quedarse en su casa que estaba marcada en rojo al ser declarada inhabitable por los terremotos.
“Me voy a quedar, pero es por la lluvia, esto aguanta lluvia, no me voy para el refugio por el virus, uno no sabe quiénes van; eso no es de mentira, eso se pega rápido, hay que protegerse. Yo estoy preparado para quedarme aquí, (la lluvia) no me asusta”, confesó.
Por su parte, Vidal Caraballo, otro de los residentes del barrio Playa de Guayanilla, dijo que, “yo voy para el refugio porque como soy enfermero, empleado público, cuando está el COE nos activan y voy para allá y ya parte de los vecinos se han ido”.
“Tenemos terremotos, temblores continuos, problemas de temblores, observando el mar, los cambios, el mar se mete e inunda todos los patios, y eso no es de ahora, porque esto se llena de agua. Ahora cuando venga el viento con el agua, esa agua brinca y se mete por ahí para adentro”, sostuvo Caraballo al mostrar cómo la erosión ha bajado el terreno, que los hace más vulnerables al movimiento ciclónico.
“Lo único que podemos hacer es asegurar la propiedad, porque no se puede hacer nada más. Aquí no se vive tranquilo, aquí se descansa de día por ratitos, vives con la incertidumbre porque sientes como una corriente por debajo de la tierra, aquí nos quitó la paz”, lamentó.