Responsabilidad intransferible.

Para el investigador senatorial del encubrimiento de Maravilla, Edgardo Pérez Viera, la responsabilidad de Carlos Romero Barceló no se la despinta nadie.

“Carlos Romero fue y será para el resto de la historia de este país el gobernador de los asesinatos y el encubrimiento del Cerro Maravilla. Él pudo evitarlo, tenía el deber de evitarlo y no lo hizo”, afirma Pérez Viera, quien lamenta que se continúen usando “criterios político partidistas” para medir la pesquisa que dirigió.

La primera etapa de la investigación senatorial de Maravilla estremeció al país. ¿Qué lo llevó a aceptar conducir la segunda parte?

-La primera y la segunda fase de la investigación del Senado sobre los sucesos del Cerro Maravilla fueron ejecutadas muy profesionalmente por dos equipos de trabajo excelentes y dedicados, comprometidos con la búsqueda de la verdad y el bien común mayor de todo el pueblo de Puerto Rico. Durante la primera fase, trabajé en el bufete de Ramírez & Ramírez, que fueron los abogados del Senado y atendieron todos los asuntos legales de la investigación, incluyendo todos los casos que surgieron en Puerto Rico sobre la investigación. En la segunda fase me desempeñé como el investigador principal a cargo de la investigación y de la Unidad de Investigaciones Legislativas del Senado desde septiembre de 1986 a diciembre 31 de 1992. Para mí es un gran orgullo haber participado en ambas etapas investigativas y haber trabajado con un cadre de excelentes profesionales, como los licenciados Marcos Ramírez, Marcos Ramírez Lavandero, Samuel Dash, Ariel Nazario, Fernando Rodríguez, Marta Vera, Arturo Dávila, varios Profesores de Derecho, Guillermo Lloreda y otros muchos más investigadores, secretarias, policías, estudiantes, y de legisladores de la talla de Miguel Hernández Agosto, (Francisco) Fuco Aponte y Marco Rigau.

¿Fue un reto suceder al licenciado Héctor Rivera Cruz en el papel de investigador?

-Cualquier comparación sería injusta con ambas fases. Yo nunca me he visto como un competidor de Rivera Cruz, de quien admiro su ejecutoria investigativa.

¿Qué ventajas y desventajas tuvo la segunda etapa de la investigación senatorial con respecto a la primera?

- La etapa que yo dirigí conmocionó y sacudió al país de forma distinta a la primera fase. En ambas fases eran distintos también sus objetivos. La segunda fase se enfocó en los precedentes de los asesinatos de Cerro Maravilla, los niveles superiores del encubrimiento del asesinato y la participación del FBI en el encubrimiento federal de los asesinatos.

¿Cree que la forma en que se condujo la segunda etapa permitió al ex gobernador Carlos Romero Barceló resurgir como el ave fénix, después de lo maltratada que quedó su imagen en la primera etapa de la investigación?

-Aun cuando la investigación senatorial se dio dentro del marco de cuerpos esencialmente políticos, nunca recibí una instrucción de los senadores Hernández Agosto, Aponte o Rigau para ir tras la cabeza de ninguna persona ni político. Nuestro trabajo y el de nuestro equipo siempre fueron guiados por la búsqueda de información relevante a la pesquisa dentro de los parámetros profesionales más altos.

“Desgraciadamente, la investigación fue medida y ha continuado siendo medida por criterios político partidista. Esto no le ha permitido a todo el pueblo asimilar las valiosas lecciones de esta tragedia. Mientras el enfoque sea cuánto daño político se le hizo o no a Carlos Romero Barceló se continuará cayendo en la trampa de ver los trágicos asesinatos dentro de las luchas tribalistas mediocres y chabacanas a que nos tienen acostumbrados casi todos los políticos del país. ¿A dónde nos han llevado esas luchas y enfoques? ¿Queremos como pueblo un país donde se respete la ley y la tolerancia a los que no son o piensan como nosotros, o un país lleno de odios, venganzas, donde se premie lo vulgar y las bravuconerías del más bocón, o donde lo que más periódicos venda sea lo trivial?

“Carlos Romero fue y será para el resto de la historia de este país el gobernador de los asesinatos y el encubrimiento del Cerro Maravilla. Él pudo evitarlo, tenía el deber de evitarlo y no lo hizo. Todo lo contrario, proclamó héroes a los asesinos de Maravilla, los defendió por cinco años, atacó a los testigos que revelaron la verdad, persiguió a los que buscaban la verdad de los crímenes, incluyendo la prensa del país, y mintió bajo juramento sobre cuánto sabía del plan policiaco y desde cuándo lo sabía. Se escudó un sinfín de veces en los 'no recuerdo', incluyendo cuando se le preguntó si había dado órdenes de que se les diera un escarmiento a militantes independentistas y si felicitó como héroes a los policías asesinos desde el templete de la parada el 25 de julio de 1978 en Bayamón y con el beneficio de que sus acólitos hicieron desaparecer la cinta videomagnetofónica de los archivos de WIPR-TV, en un burdo esfuerzo de escribir la historia. Romero Barceló fue víctima de sus propios odios y prejuicios, y ésa es la historia”.

Si tuviera oportunidad de retroceder, ¿ qué cosa o cosas haría diferentes como investigador de Maravilla?

- La historia no se puede hacer retroceder. Asumo la responsabilidad por todo lo que estuvo bajo mi control. Hicimos un trabajo profesional y dedicado, y no tenemos que arrepentirnos de nada. Nuestra investigación fue muy novel en muchos aspectos y nos enfrentamos con muchos temas que muchos en este país consideran tabú. El problema no estriba en lo que revelamos sino en las mentes colonizadas de muchos que no quisieron ver la realidad que vivimos. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

¿Considera que se hizo justicia a los familiares de los jóvenes independentistas Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado, asesinados por la Policía luego de rendirse, estando desarmados y de rodillas?

- No se ha terminado de hacer justicia a las familias de las víctimas hasta que no sean procesados los autores intelectuales de estos hechos tanto en el Gobierno de Puerto Rico de entonces como en el Gobierno federal. Estos asesinatos fueron el producto de una conspiración para asesinar que, desde antes de ocurrir los asesinatos, ya se había planificado su encubrimiento. Según la jurisprudencia federal, estudiada por el profesor Sam Dash, el término prescriptivo federal de este tipo de conspiración comienza a correr desde que el último de los conspiradores admite su participación. El asesinato en Puerto Rico no prescribe.

¿Quedaron en la impunidad algunos culpables?

-Sí.

¿Qué aprendió usted, como investigador, de este caso?

-Las lecciones que aprendí como investigador fueron muchas, pero me tomaría mucho más tiempo elaborarlas en este cuestionario. En las contestaciones anteriores ya elaboré algunas de ellas, especialmente, sobre la relación de inferioridad política de los puertorriqueños con el Gobierno de los Estados Unidos, las manifestaciones de esa realidad política en relación con las agencias de ley y orden, como el FBI, y de la enorme utilidad que tiene el poder de investigación legislativo profesionalmente conducido para informar al pueblo de la cosa pública con profundidad.

Las denuncias de brutalidad policíaca continúan. ¿Cree que la Policía aprendió la lección de Maravilla? ¿Qué sugerencias tiene para cambiar esa conducta?

-La Policía aprendió algunas lecciones de Maravilla pero no todas. En la Policía y en no pocas policías municipales todavía persiste el germen de la brutalidad policiaca y la corrupción. Esto se debe a varios factores. La Policía es reflejo de la realidad del pueblo, y en nuestro pueblo cunden la corrupción y la violencia, especialmente en las altas esferas de los políticos, por lo que los modelos no son los mejores para la Policía. Habría que cambiar esta realidad político-partidista en la que vivimos primero para entonces intentar cambiar a la Policía. El narcotráfico ilegal es una fuerte fuente de corrupción en la Policía. Contaminamos a nuestros policías cuando los exponemos a tratar de solucionar un problema que no puede resolverse policiacamente, y que en realidad es un problema de salud. Puerto Rico tiene que cambiar su política pública en cuanto a la legalidad o medicación de las drogas o seguiremos condenados a este infierno y matanza diaria. Por décadas se descuidó atender las verdaderas raíces de esta problemática porque los recursos limitados que existían se utilizaron prioritariamente para perseguir a los independentistas. En la Policía se premia la mano dura, al policía duro. No se premia al policía que respeta y protege los derechos de aquellos con los que le toca intervenir. Esto demuestra la escala de valores que permea el cuerpo. Hay que premiar a los policías que denuncien los actos corruptos e ilegales de sus compañeros y supervisores y cambiar la mentalidad de la ley del silencio dentro de la Policía, que es una tergiversación de la lealtad que se deben los policías entre sí.