Barbero de importantes figuras de nuestra historia
Don Arnaldi Pastrana Cruz empezó a los 18 años sus andanzas por las barberías.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Más de medio siglo acicalando caballeros… y contando historias.
Así han transcurrido para don Arnaldi Pastrana Cruz las últimas cinco décadas, tiempo que ha dedicado con pasión al arte de la barbería, profesión que le dio la oportunidad de tener como clientes a importantes figuras como el catedrático Jaime Benítez, el escritor Enrique Laguerre y al político Severo Colberg Ramírez, entre muchos otros.
Fue para el 1958, acabado de graduar de la escuela superior Miguel Such, en Río Piedras, que comenzó sus andanzas en los salones de remozamiento para caballeros, un lugar que también se convirtió en centro de tertulias y de encuentro social para los asistentes.
"Tenía 18 años cuando empecé a manejar una barbería que ubicaba en el desaparecido centro comercial Dos Pinos, en Río Piedras. Allí empecé a ganar importantes clientes, la mayor parte de ellos catedráticos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) que tuve la dicha de conocer", rememoró el peluquero de 76 años de edad.
Uno de sus clientes fijos fue el novelista y cuentista Enrique Laguerre, cuya imagen recuerda siempre con un libro en la mano.
"Don Enrique llegaba a la barbería, saludaba -porque era bien educado- se sentaba, cruzaba la pierna, abría un libro y se ponía a leer. Cuando llegaba su turno tenía que ir donde él porque se envolvía en la lectura. Entonces, se sentaba en mi silla y nuevamente seguía leyendo mientras yo lo recortaba", dice don Arnaldi al agregar que al autor de "La Llamarada" le gustaban los recortes clásicos de pelo corto.
Otro que lo visitaba con frecuencia era don Jaime Benítez Rexach, quien precisamente fue el primer presidente de la UPR.
"Ese era un maestro natural… una eminencia. Siempre me decía que quería poner una barbería en la Universidad y que sería para mi… me lo ofreció varias veces. Pero ya yo tenía en mente otro plan, otro rumbo para mi vida", relata don Arnaldi, quien años más tarde, para el 1964 se estrenó como propietario de la barbería Arnaldi, en la avenida Esmeralda, en Guaynabo.
De aquel gran paso, han pasado 50 años e innumerables experiencias que lo llevaron a desarrollarse como un exitoso empresario que hoy cuenta con dos salones de belleza, uno de ellos en Caguas y administrado por su hijo Arnaldi Jr. Pastrana.
El barbero dice que la clave para estar tantos años en el mercado ha sido la perseverancia y la importancia de valorar la confianza que le depositan sus clientes, quienes aparte de recibir un buen recorte, muchas veces salen fortalecidos de autoestima.
"El barbero tiene que demostrarle al cliente educación… tiene que lograr conseguir la confianza de esa persona. En algunas ocasiones te contarán cosas bien privadas, y tienes que aprender a conservarlas para siempre. Aprender a ser confidentes", aconsejó a las actuales generaciones de estilistas.