Barranquitas. Todos los que conocieron a Abraham Zayas Rivera y a Karolina Mercado Alvarado, quienes fallecieron cuando un rayo los impactó el domingo, coincidieron en los mismo: será imposible llenar el vacío que dejan.

Son pocos los que les recuerdan con ojos secos, pues la mera mención de sus nombres humedece los rostros de familiares y conocidos.

El fatídico accidente ocurrió el domingo por la tarde. A pesar de que en la mayor parte de Puerto Rico era un día lluvioso, en Salinas estaba soleado y caliente, condiciones que parecían perfectas para un día de playa. Esto motivó a un grupo de amistades -que incluía a Zayas Rivera, Mercado Rivera y su esposo, Christian Díaz Zayas- a disfrutar de una de sus actividades preferidas: operar motoras acuáticas. Esta vez, eligieron viajar a la Bahía de Jobos frente al Cayo Puerca, en Salinas.

A pesar de un cielo despejado durante la mayor parte del día, súbitamente el cielo oscureció y comenzaron fuertes tronadas, condiciones climáticas asociadas con la tormenta tropical Earl.

Mientras el trío se dirigía a la costa para salir del agua, Zayas Rivera recibió una descarga eléctrica que le ocasionó la muerte en el acto. Su “jet ski” estaba tocando el de Díaz Zayas donde estaba montada Mercado Alvarado, a quien le traspasó la descarga, también provocándole la muerte.

“Muy lamentable. El pueblo de Barranquitas está muy consternado. Estamos todos muy tristes por una muerte inesperada para ambas familias. Les deseo a ambas familias y a todo el pueblo de Barranquitas que Dios los guíe por estos caminos que necesitamos en estos momentos para que podamos seguir adelante”, lamentó el alcalde, Elliot Colón.

“Momento de dolor. ¿Quién explica esto? Un rayo le ha caído. Le cae el rayo a ambos cuando están en ‘jet skies’ separados. Es una cosa... Hay que dejarlo en manos de Dios”, dijo, por su parte, el gobernador Pedro Pierluisi, quien visitó la familia de Zayas junto al representante Carlos “Johnny” Méndez para ofrecer sus condolencias.

“Ella murió santa”

Hoy no se dio clases en la escuela Segunda Unidad Antonio Vázquez Ramos. El plantel, lugar donde Karolina se desempeñó como enfermera escolar por casi tres años, estaba sumergido en melancolía. Maestros y facultad sollozaban, fundiéndose en abrazos buscando consuelo.

La puerta de la oficina de Karolina estaba cerrada, adornada con un lazo negro, velas, rosas y una imagen de ella sonriente, vestida con un traje blanco y flores coloridas.

El día comenzó con una oración entre toda la facultad y, luego, psicólogos y trabajadores sociales del Departamento de Educación se sentaron con ellos durante varias horas para ayudarlos durante el proceso de luto.

Un lazo negro fue colocado en la puerta de la oficina de Karolina.
Un lazo negro fue colocado en la puerta de la oficina de Karolina. (Ramón “Tonito” Zayas)

“El viernes nos fuimos todos sabiendo que Karolina iba a la playa el domingo y nos despedimos como todos los días con un ‘nos vemos el lunes’, en este caso martes (por el día feriado) y al llegar martes y que ella no está es sumamente frustrante, triste (y nos sentimos impotentes)”, comentó Dennis Joel Avilés, el director administrativo de la escuela.

A sus 26 años, la joven madre de dos niñas -de 9 y 2 años- era la grandeza hecha humana, según relataron sus familiares y compañeros de trabajo a Primera Hora. Siempre estaba dispuesta a dar la mano y la palabra “no” era inexistente en su vocabulario.

Su rostro era el primero que veían los alumnos antes de llegar a sus aulas en la escuela, que tiene una matrícula de 150 estudiantes que cursan los grados desde kínder a octavo. Vestida nítidamente con su uniforme de enfermera, su mejor accesorio siempre fue la sonrisa pintada en su rostro, recordó su compañera de trabajo y amiga, Irneris Colón.

“Karolina es nuestra amada enfermera escolar. Karolina era una persona excepcional. Todo el que llegó a conocer a Karolina conoció un ser espectacular, lleno de luz, maravilloso y una madre abnegada. Karolina a nosotros nos deja ese vacío… Ella siempre estaba dispuesta a escuchar, siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. No importa quién. No importa si estuviese enojada, tú siempre ibas a ver una sonrisa en ella, si estuviese triste, sí en el momento la ibas a ver llorando, pero decía ‘eso no importa. Todo está bien’. Esa era Karolina”, aseguró con voz entrecortada la también maestra de autismo y líder docente.

Colón anticipó que será un ardua tarea encontrar a alguien que pueda llegar a ocupar su puesto, pues dejó estándares muy altos por alcanzar.

“Karolina dejó una barra muy alta. Nos dejó un vacío enorme, porque además de estar ahí con los chicos ella iba a los salones a tomar la matrícula. Si necesitaba algo, siempre iba a mi salón. Iba muchísimo a mi salón y cualquier cosa ella siempre estaba dispuesta a ayudar”, dijo entre lágrimas.

“Yo te diría que las próximas semanas van a ser difíciles, van a ser de un proceso de asimilación. No sabemos cuándo va a llegar el reemplazo, aunque no queremos y nos duela va a llegar un reemplazo. Ese reemplazo va a tener unos zapatos inmensamente grandes que llenar, pero será recibido igual que ella recibía a todo el personal que llegaba nuevo: con los brazos abiertos”, concordó Avilés.

Y no solo era enfermera, o “doctora” de la escuela como solían describirla los estudiantes más pequeños, sino que tenía un don natural en decorar y organizar actividades, pues soñaba con algún día operar su propia tienda de decoración y globos para adornar eventos.

“Tenía un talento para decorar espectacular. Se notaba cuando estaba en las actividades y decía ‘vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro’, cuando ella decoraba y ahora nos quedamos con ese vacío, esa alegría, esa entrega, esa pasión por lo que ella hacía y por hacer cosas que ni le correspondían porque ella era una enfermera, pero ella el todo por el todo. Así que, nos deja una barra muy alta”, reiteró.

“Karolina para nosotros era un ser muy especial, querida por toda la familia. Muy especial. Ella deja un legado muy importante en nuestras vidas, la familia de mis hijos, de mis abuelitos. No hay palabras. Ella daba todo por sus hijas. Esas dos nenas eran todo para ella. Con sus hijas era demasiado y con su esposo ni hablar”, afirmó la prima de Christian, Kiariliz Ortiz, al mencionar que para sus pequeñas, quienes adoraba, planificaba matricularlas en clases de ballet.

La familia de cuatro vivía en los bajos de la casa de los abuelos de Christian, que ubica en el barrio Farrallón de Barranquitas. Según detalló el abuelo de Christian, José Antonio Zayas, los años de familiaridad y su alegría la convirtió en mucho más que la esposa de su nieto, sino en su sexta hija.

Kiariliz Ortiz, prima del esposo de Karolina, y el abuelo del esposo, José Antonio Zayas.
Kiariliz Ortiz, prima del esposo de Karolina, y el abuelo del esposo, José Antonio Zayas. (Ramón “Tonito” Zayas)

“Algún día la volveremos a ver, porque yo sé que ella murió santa. No sé si es en la Biblia o no, pero dicen que la persona que muere por un rayo muere santo y yo espero en Dios que así sea. Yo no tengo la más mínima duda que ella está en el cielo con papito Dios, porque ella era demasiado de buena con su familia, nosotros”, comentó.

Una persona feliz

Pese al dolor que lo abruma, Abimael no puede evitar sonreír al recordar a su hermano menor, Abraham.

El joven de 36 años era el menor de siete hermanos y “el consentido” de la familia. Se caracterizaba por su humildad y espíritu aventurero, aseguró Abimael.

Abimael Zayas.
Abimael Zayas. (Ramón “Tonito” Zayas)

“Abraham es una persona muy humilde. Nosotros somos una familia muy unida y la comunidad también nos quiere mucho. Aquí desde el primer día, la casa de mi mamá no se ha vaciado”, mencionó.

Era apasionado de correr motoras acuáticas y participaba de ciclismo de montaña. Fue en una corrida en “four track” que le provocó un accidente en el 2012 que dejó una cicatriz en su mejilla y por lo que fue necesario implantar una placa de metal en la mandíbula. También era miembro del equipo de sóftbol de sus hermanos y padre, que jugaban en el barrio Cañabón.

La última conversación que sostuvo con él fue para invitarlo a correr motoras acuáticas en Culebra, viaje al que no pudo asistir por compromisos previos con su trabajo.

“Abraham era bien humilde y, para donde quiera que fuéramos, nos los llevábamos. Abraham tuvo muchas situaciones, pero siempre era alegre. Nunca tenía un no para nadie y nos va a ser mucha falta. Mucha falta. Abraham tiene muchas virtudes, pero lo más que lo gente lo quería era que siempre estaba con todo el mundo por ahí. Era el mismo. Bien humilde”, sostuvo.

¿Cómo quieres que sea recordado?, cuestionó este diario.

“¿Cómo quiero que sea recordado? Como una persona feliz. Una persona feliz. Era joven, pero yo sé que se disfrutó la vida. Y eso es lo que yo le explico a má. A él le gustaba eso, pasó la situación, pero le gustaba. Murió haciendo lo que le apasionaba”, señaló.