Entre los 57 a los 60 años de edad, Ted Torres Estrella encontró su nueva juventud.

Lo hizo inmerso entre libros, programas de computadoras, clases junto a compañeros de 18 años y en salones que han atestiguado el desarrollo de Puerto Rico por el pasado siglo.

Su sonrisa delata la inyección de energía y vitalidad que le añadió a su vida regresar a la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras, a retomar un capítulo incompleto.

Es “una nueva juventud en el sentido emocional, espiritual, intelectual”, según describió uno de los graduandos que se distinguirá hoy en la colación de grados de la IUPI.

Antes de retomar sus estudios, Torres Estrella llegó a estar en una etapa en la que “trabajaba y vivía el día a día, el momento a momento, y no tenía como que ningún plan ni nada. Le confieso que, pues, también… Tú sabes, tuve problemas con el alcohol, con el uso de drogas y todas esas cuestiones”.

Pero, desde que retomó su capítulo inconcluso vive apasionado. Ahora, próximo a cumplir los 61 años, tiene un plan de vida.

Torres Estrella nació el 6 de agosto de 1964 en Brooklyn, Nueva York. A los ocho años, su familia regresó a Puerto Rico y se estableció en Barranquitas.

En 1982, terminó su escuela superior e ingresó a la UPR, recinto de Cayey, para evitar las huelgas que se registraban para aquella época en el recinto de Río Piedras. Pero, en enero de 1984 logró transferirse para completar su bachillerato en historia en la IUPI.

Ted completó su bachillerato y ahora tiene como meta irse a España a realizar una maestría.
Ted completó su bachillerato y ahora tiene como meta irse a España a realizar una maestría. (Carlos Giusti/Staff)

Un tropiezo

Creyendo que había completado su bachillerato, se mudó en el verano del 1987 a los Estados Unidos a buscar trabajo. Se localizó en Long Island, donde consiguió empleo en una fábrica de ventanas. Sus planes eran esperar que le llegara la certificación del grado de bachillerato alcanzado para hallar empleo como maestro.

“Pasa que, entonces, en agosto es cuando me llega una notificación de que tenía un incompleto en un curso”, reveló.

Fue el fenecido historiador y sacerdote puertorriqueño Fernando Picó quien estableció que no completó la clase que tomaba en el último semestre, previo a su graduación.

“Esta fue la clase de historia medieval y, de hecho, fue una gran lección, porque me da mucho orgullo. El profesor de esa clase fue Fernando Picó. Y la lección, obviamente, la tengo grabada siempre, porque cuando yo regreso (al año de irse a Estados Unidos), me entrevisto con él y me dijo: ‘Yo te doy un incompleto, porque el trabajo que me entregaste está bien, está bien realizado y eso, pero no fue con lo que tú empezaste a trabajar. Y yo sé que tú puedes producir un mejor trabajo que eso’. Pues, claro, fue como que la cuestión de la exigencia de la excelencia”, relató.

Para aquel entonces, Torres Estrella estaba en sus 20 años, no tenía apoyo financiero y tenía que trabajar.

“Tenía que hacerme por mí mismo. Así que, pues, nada, seguí trabajando y eso se quedó como que en la parte de atrás (pendiente). Pero, fue algo como que siempre estuvo ahí presente”, señaló.

Más allá de trabajar, como cualquier otro joven, Torres Estrella estuvo inmerso en discotecas y fiestas. Lo llamó el “featureo”.

“Cuando vienes a ver, se te han ido 10 años de tu vida fácilmente en eso”, relató, al dar a conocer una de las razones por las que quedó postergado la misión de completar una sola clase para obtener su bachillerato.

Otro aspecto que limitó al ahora graduando fue su situación emocional, por todo lo que atravesaba al ser homosexual.

“En aquella época, vivíamos como dicen, ‘en el closet’. O sea, esto de poder vivir abiertamente sin ninguna repercusión en nada, no era real. Había que mantener esa imagen social”, comentó.

Sus intentos por retomar los estudios nunca prosperaban por situaciones económicas. Finalmente, dejó a un lado su misión de completar el grado cuando comenzó a laborar de mesero en un restaurante del hotel Caribe Hilton, lo que le dio estabilidad financiera por 16 años.

Su pensamiento era que “ya espero cobrar mi Seguro Social a los 62 años y cuando me retire, pues, entonces, regreso y termino mi grado de universidad. Pero, (el huracán) María (2017) precipita todo el asunto, porque me encuentro sin empleo, (ya que el restaurante cerró)”.

En ese entonces, vivía en Barranquitas, lo que “implicaba que los costos míos eran mucho menores que vivir en San Juan. Aparte de eso, pues ya no era el muchacho de treinta y pico de años, sino que era el hombre de 50 años (…) aprendí a conocer un poquito más el dinero y a vivir con poco”.

El retorno

Como no lograba conseguir un empleo estable, Torres Estrella decidió dar el paso e intentar regresar a la universidad en el 2022. Ya no tenía derecho a una beca. La recomendación que le dieron fue tomar dos o tres cursos por semestre para que los pudiera pagar.

Como le convalidaron muchos de los créditos que tenía de sus cursos de historia, sólo tenía que completar la nueva especialidad que seleccionó: historia del arte. Le tomó tres años completar 33 créditos.

“Yo no había pisado el recinto en años y ese primer día fue regresar a caminar por donde yo había estado (…) volver a pasar por La Plazoleta y regresar al (edificio de la Facultad de Humanidades) Luis Pales Matos, y toda esa cuestión fue como que un viaje en el tiempo”, rememoró.

Al retomar los estudios, Torres Estrella no se fijaba en que competía en un mundo de jóvenes, conocedores de toda la nueva tecnología a la que no tuvo acceso. En cambio, expresó que se sentía “útil”, productivo y que podía competir, pues reconocía que era un hombre inteligente y con capacidad.

“Este es un mundo de diferencias en cuestiones de edad, pero tenemos un denominador común, que es lograr el grado. Y estar y compartir con esa juventud, sí me ayuda, me da ánimo, me fortalece”, afirmó, al señalar que esta experiencia le dio la oportunidad de reestructurar su vida.

Dijo que fue fascinante esta etapa de estudio, ya que las referencias visuales que le presentaban los profesores no eran borrosas, como en su época, sino claras y con colores brillantes.

Sin embargo, esa misma tecnología que le permitía acercarse más al arte, también le impartía temor. Los resolvió en los chats grupales que había en las clases, donde expresaba sus frustraciones para, por ejemplo, trabajar en Word. Se sorprendió cuando encontró que los jóvenes también tenían interrogantes similares.

Mientras estudiaba, Torres Estrella viajaba a Barranquitas. En este pueblo ayudaba a su hermana a cuidar de su padre adulto mayor, quien perdió sus facultades mentales antes de fallecer.

La experiencia le dio más ánimo de estudiar. Se decía que “yo tengo que buscar en dónde ocupar la mente para mantenerla activa”.

Cautivado por nuestro jíbaro

Pero, lo mejor que encontró en su regreso a la UIPI fue que se le abrieron las puertas para “descubrir cosas”. Es que en su tesina, la cual inició en el 2023, emprendió la búsqueda de identificar al jíbaro en el arte. Pero, encontró un mundo de incógnitas sobre qué ocurrió con lo que se cree es el primer autorretrato de El Jíbaro, creado por el español Luis Paret y Alcázar en el 1776. Este cuadro está en el Museo de Arte de Puerto Rico, en Santurce.

El Jíbaro, creado por el español Luis Paret y Alcázar
El Jíbaro, creado por el español Luis Paret y Alcázar (Captura)

Sus ganas de descubrir lo que llevó a plasmar esta primera figura del jíbaro en el arte le ha dado metas y planes a la vida de Torres Estrella. Ya se ha fijado que, en el 2027, tras dos años de economías y cuando pueda obtener su Seguro Social, se irá a la Universidad Autónoma de Madrid, España, a estudiar una maestría en Edad Moderna y Globalización. Sus miras están puestas en lograr también un doctorado.

“Puede cambiar la historia del arte”

La vida de Torres Estrella “es una historia de éxito, porque no es un estudiante convencional”, resumió la mentora del graduando y profesora de historia del arte, la doctora Laura Bravo López.

Laura Bravo López, profesora de Historia del Arte de la Facultad de Humanidades, elogió el trabajo del estudiante.
Laura Bravo López, profesora de Historia del Arte de la Facultad de Humanidades, elogió el trabajo del estudiante. (Carlos Giusti/Staff)

Detalló que fue un estudiante con ganas de aprender, que no se intimidó con que sus compañeros de clases tuvieran 18 a 23 años y que tuvo la iniciativa de emprender. Relató que fue un alumno que escribió de sus investigaciones y dictó conferencias.

“No se limita a, simplemente, leer libros, sino que quiere ir tirando del hilo y quiere profundizar, porque quiere resolver un misterio que él piensa que está sin resolver. Es decir, que casi se mete en un laberinto y esto se vuelve su vida”, enfatizó la profesora.

“Es un estudiante que pensaba que venía aquí, simplemente, a obtener un diploma, pero que puede cambiar la historia del arte en Puerto Rico”, añadió, al destacar el potencial que tiene Torres Estrella con su investigación sobre esa primera pintura de El Jíbaro.

El estudiante desconoce si se graduará con honores hoy.

“Ya para mí no es lo que pudo haber sido en su momento. Sí, claro, no es que tampoco vaya a pasar como quien dice, por el mínimo, pero tampoco me voy a obsesionar por alcanzar un reconocimiento, cuando en realidad tú sabes que no es real. Para mí lo más real es la satisfacción de saber que se hizo un buen trabajo y que cumplí con los requisitos que son necesarios para terminar mi bachillerato. En cuestión de promedio, todos mis cursos los pasé con A”, subrayó.