Culebra. Benjamín Pérez Vega estaba en Vieques realizando unas gestiones con sus amigos, pero cuando fueron a tomar la lancha para regresar a su casa en Culebra, se enteraron de que nadie podía entrar y salir de la isla municipio por instrucciones de la Marina de Guerra de Estados Unidos.

Esa fue la gota que colmó la paciencia del entonces joven de 18 años, quien experimentó la presencia militar desde que nació, pues el cuerpo castrense convirtió a su pueblo en escenario de prácticas bélicas desde 1902.

Aunque en sus primeros años de vida, Benjamín veía a los soldados en calidad de benefactores, la crudeza del conflicto de Vietnam develó la cruda realidad que detonó en manifestaciones, en un principio, lideradas por 13 residentes menores de 20 años.

“Nosotros nacimos en un ambiente militar y empiezo a cobrar razón para el (año) 49 o 50, cuando tenía cuatro años. Culebra era un campo militar, completamente, de la A a la Z. Eran destacamentos por todos los puntos cardinales y prácticas militares porque ,para ese entonces, fue el final de la Segunda Guerra Mundial, porque se quedaron rumores y Estados Unidos tenía que estar preparado, armados hasta los dientes”, destacó el culebrense de 78 años.

Sin embargo, aclaró que “en los momentos de ocio, ellos (los militares) venían y hacíamos amistad, jugábamos pelota, practicábamos algún deporte, natación. Esa parte también hay que decirla, porque no tan solo fueron bombas y tiroteos. Nosotros creemos y lo decimos con certeza, que fuimos los primeros niños en ver una Coca Cola, fuimos los primeros niños en ver películas de Hollywood y demás porque la Marina nos lo trajo” agregó.

La preocupación de que la actividad bélica cobrara la vida de personas inocentes fue el elemento que motivó al grupo de los 13 a enfrentarse al gigante, aunque al principio nadie pensó que lograrían prevalecer.

“La guerra de Vietnam estaba salvaje y había que preparar gente para ir a los campos de Vietnam. Ahí, Benjamín Pérez Vega, entre otros, dice: ‘Basta ya. A esto hay que ponerle coto’. Ahí empieza la lucha. Llamé a mi sobrino y unos menores de edad, conseguimos 13, 10 mayores de 18 años; el más viejito tenía 20 años. Cogimos una bandera de Puerto Rico y le hicimos el letrero de ‘Basta ya. No podemos seguir viviendo de esta manera’”, puntualizó.

De hecho, Benjamín estuvo preso por aproximadamente tres meses en la desaparecida institución carcelaria conocida como el Oso Blanco junto a sus compañeros de lucha.

Benjamón también se describe como artista, escritor, historiador y pescador.
Benjamón también se describe como artista, escritor, historiador y pescador. (XAVIER GARCIA)

“En el pueblo nos decían que éramos unos comunistas de primera clase, unos reaccionarios y nos decían que, si la Marina se va, nos vamos a morir a hambre. Entonces, ahí nos empezaron a perseguir. Pero la naturaleza es más sabia y poderosa que nosotros, con el comandante Cristo en su timón y esa misma semana cayeron dos bombas en el balcón de la casa de un terrateniente. Entonces, él vino por la noche y me llamó para decirme que yo tenía la razón y que esto no se podía tolerar más. Cuando hicimos la próxima marcha, en vez de 13 habíamos 50 y luego 100″, esbozó el también artista, escritor, historiador y pescador.

Luego de una intensa batalla que culminó con la retirada del cuerpo militar en 1975, los culebrenses cantaron victoria “a medias”.

“La Marina cedió con el último golpe, el Watergate de Nixon. Ya el presidente Nixon estaba tan agobiado que decretó que la Marina tenía que cesar las maniobras. Cantamos ‘no victoria’ porque no fue una victoria total. Aquí todavía ellos retienen las montañas de resaque, el Cerro Vigía, Punta Soldado, el cayo Luis Peña con más de 60 mil cuerdas de terreno agrícola, y la península de Flamenco, donde todavía hay bombas”, detalló.

“Fue una victoria pírrica, parcial, pero como quiera que sea lo celebramos, porque aquí no se ha oído una bomba más desde el 1972, porque tres años antes del 75 ellos cortaron el tiroteo y los bombardeos”, acotó.

“La fantasía bien leída es más verdad que la verdad”

Benjamín plasmó sus experiencias en una decena de libros que ha escrito a través de estos años, casi todos enfocados a la presencia militar que dominó a Culebra por más de 70 años, entre estas, Los misterios de playa Flamenco, La vuelta a Culebra en 40 días, Culebra: La isla del pasaje, mitos y realidades, y la más reciente: El retorno de un soldado extraviado.

“En El retorno de un soldado extraviado, fueron 14 culebrenses a Vietnam, dizque a servir los intereses de la patria, de los 14, enviaron uno en una caja sellá con soldadura. Llega a Culebra y los familiares se resignan, gente pobre y se depositó en el cementerio. Aconteció que el que vino en esa caja no era ese soldado”, relató al señalar que “el género que escribo es novela, pero la fantasía bien leída es más verdad que la verdad”.

“Cuando uno tiene la razón y la verdad, que va por encima de la razón y de la justicia, uno tiene la consciencia limpia. Y cuando uno tiene la consciencia limpia, pueden señalar a uno dondequiera y uno es feliz. Mientras podamos hacer un bien o un favor a cualquiera, lo haremos. Si nos quedamos en el escalón de abajo, seguiremos patinando y eso solamente lo da el espíritu que es la razón de ser”, concluyó.