Bomberos ajustaron sus labores para asistir a la gente luego de Fiona
Se unieron al personal de la ODSEC para llevar suministros a varias de las comunidades más afectadas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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En las horas y días posteriores al azote del huracán Fiona, ocurrido hace un mes, el personal de la Oficina para el Desarrollo Socioeconómico y Comunitario (ODSEC) hacía todo lo posible para llegar a las comunidades más desventajadas que de ordinario atiende, y que habían resultado más afectadas.
Sin embargo, el personal de esa agencia, relativamente pequeña en comparación con otras, no era suficiente para llegar a tantos lugares que necesitaban ayuda urgente. Entonces, aparecieron las manos de un grupo de servidores públicos acostumbrados a trabajar en condiciones bastante adversas, los bomberos y bomberas, que se sumaron al esfuerzo de ODSEC, en una alianza que logró impactar a miles de familias a través de toda la Isla.
“Ciertamente, en la situación que había, por la magnitud de las inundaciones, la cantidad de pueblos necesitados... no es lo mismo decir tengo uno o dos pueblos a decir que tengo 35 pueblos impactados, y pues no dábamos abasto”, explicó Thais M. Reyes Serrano, directora ejecutiva de ODSEC.
“Tocamos a los bomberos y otras agencias. Y ellos (bomberos) siempre estuvieron dispuestos a estar ahí”.
No se trataba de la labor a la que están habituados. De hecho, como describieron algunos de los participantes, en no pocas ocasiones fue para ellos complicado lidiar con las emociones ante la extrema necesidad que veían en las familias atendidas, muchas compuestas por personas de avanzada edad, a veces solas, y sufriendo condiciones de salud que los mantenían encamados o en sillas de ruedas.
“Nuestro trabajo per se es apagar fuegos y atender la emergencia. En esto, pues es otra cosa. Aquí el pueblo nos necesita. Nosotros somos bomberos 24/7, y una vez el pueblo nos necesita, se convocó un grupo y fuimos a ayudar a la repartición de suministros”, afirmó Omar Birriel Carrasquillo, bombero de la estación de Carolina.
“Vimos la necesidad de mucha gente, gente enferma aún sin luz. Y fuimos a ayudar, y seguimos disponibles para ayudar”.
Alexis Pacheco Feliciano, de la estación de Yauco, agregó que “en esta situación, les dimos la mano cuando se fueron a dar la ayuda con suministros. Nosotros estuvimos allí para las personas que no podían, que tenían impedimentos. Había que ayudarlos con los suministros, pues fuimos y se los llevabamos a su hogar, a los centros de envejecientes”.
Conmovidos hasta el alma
No todos los bomberos que se movilizaron a colaborar estuvieron haciendo la misma labor. Otros grupos, explicaron, ayudaron en trabajos de limpieza y en labores de rescate y desalojo de personas. Fuera cual fuera la encomienda, lo cierto es que “una vez se terminó el huracán (de pasar por Puerto Rico), ya Bomberos estaba en la calle”.
“Lo más fuerte es llegar a repartir los suministros y ver personas mayores que te dicen, ‘mira nosotros estamos solos, mi esposo está encamado, mi hijo está en Estados Unidos y no tengo quien me ayude, gracias por traerme esto, los suministros, el agua’. A veces nosotros no podíamos ni hablar. Mira, vienen los de ASSMCA (Administración de Servicios de Salud Mental y contra la Adicción) y los pueden ayudar, porque nosotros nos vamos a poner como sentimental y no podemos ayudar así para hablar con ellos como tal”, compartió Aníbal Albino Torres, de la estación de Guayanilla.
“Encontramos mucha gente encamada, mucha persona mayor que no podía con la cajita de agua. Nosotros se la llevábamos al carro. Incluso a veces nos decían, ‘mira es allí al lado’, y había que caminar dos o tres callecitas más. Pero lo hacíamos con gusto, porque a eso es lo que vinimos, a ayudar al pueblo y aportar nuestro granito de arena para que esas personas que no tenían agua o un poquito de comida, por lo menos ese día y esa semanita que la comprita que le suministraba el gobierno, podían proveerse de ella”, añadió José Santiago Pacheco, de la estación de Yauco.
De igual forma, José Méndez Morales, de la estación de Carolina, resaltó que vio el sufrimiento en cada lugar que trabajaron. “Es bien triste, porque uno tiene familia. De verdad es chocante, porque tú ves la necesidad que a veces pasa la gente. Es bien triste ver gente con tanta necesidad”.
“Y de verdad dimos lo más que pudimos, llevándole las aguas a los carros. Son personas mayores, a veces parqueaban el carro lejos, porque se llenaba demasiado. Pero de verdad, de verdad, no tenemos un no para esas situaciones”, insistió.
Entre tantas experiencias, el grupo mencionó algunos momentos que les causó profunda impresión, como el caso de una señora de avanzada edad, con varias condiciones de salud, “que le hacía falta insulina. Se le entregó una planta, para que la nevera pudiera funcionar y mantener su insulina, porque la que tenía se le estaba dañando ya. Una señora en sillón de rueda, su esposo estaba en sillón de rueda también”.
“O sea, no había ayuda. Nosotros le instalamos la planta. Se le entregó, se le puso en funcionamiento y entonces se le pudo prender la nevera. Ella nos dijo, ‘mira, con que me prenda la neverita y el abaniquito, con eso es suficiente para mí’”, comentó Birriel, visiblemente conmovido por el recuerdo. “Gracias a Dios, hicimos el trabajo y se le dejó funcionando todo”.
El grupo de bomberos coincidió en que “fue una buena experiencia estar ayudando al prójimo”, y resaltaron el agradecimiento que recibieron de parte de la gente que ayudaron.
“La gente estaba bien agradecida. Tú lo notabas en ellos. Bien agradecidos por la ayuda, por haber llegado y haberle dado la mano en ese momento tan difícil”, comentó Pacheco.
“Las expresiones en sus caras, cuando tú te bajabas con una caja de agua, un paquete de comida, arroz, lo básico para una comida, muchos nos abrazaban, nos decían ‘Dios les bendiga, sigan haciéndolo’. Era gratificante ver eso”, agregó Birriel.
Trabajo maratónico
La directora de ODSEC insistió en que la labor del grupo de 73 bomberos que se unió a la iniciativa fue fundamental para que el esfuerzo, que logró beneficiar a más de 8,000 familias en 34 municipios a través de todo Puerto Rico.
“Estuvieron con nosotros desde el día uno que empezamos con este impacto, el 20 de septiembre. Estuvimos trabajando día y noche, fines de semana. Fueron –prácticamente- 15 días consecutivos, con el descanso mínimo, pero con la satisfacción de que estábamos rindiendo, como servidores públicos, lo que se espera de nosotros”, aseguró Reyes.
Subrayó que llegar a las personas en esos momentos de desesperación, de necesidad extrema, y llevar “esa primera ayuda” tan necesaria, es “vital” para que la gente pueda levantarse. Aseguró conocer esa realidad “por experiencia propia”, pues la vivió luego del huracán María, cuando se quedó atrapada en medio de unas inundaciones en Toa Baja.
“Sé lo necesario que es que, en ese momento, que te sientes como sola y que nadie te ayuda, llegue esa mano amiga y te diga, ‘yo estoy aquí; mira, aquí tienes’.... Mira, es simplemente un, ‘¿estás bien?, ¿necesitas algo?, ¿en qué te podemos ayudar?, un abrazo, un estoy aquí’. Esa primera ayuda es tan vital, para que la gente sepa que, ok, pasaste, lo perdiste todo, lo peor pasó, pero lo que viene es grande. Van a venir más bendiciones, te vas a poder levantar, vas a poder recuperarte”.
En ocasiones, insistió, las personas querían algo tan sencillo como que se sentaran un instante a conversar con ellos, a escuchar su historia, a darle un poco de atención a su mascota.
“Era algo sencillo, pero realmente para ellos era importante. Eran personas que... me pasó en Naranjito. Fuimos a esta casa, una señora, una viejita, que simplemente lo que quería es que yo escuchara su anécdota de como el río sonaba, y dice que se escuchaba un ruido, un estruendo, cómo era la preocupación de ella”, comentó.
“Luego estuvimos en (el barrio) Playa en Añasco, este señor también que vivía solo, con un gatito, y me decía, mira quiero que entres a la casa, me puso el mattress para que yo lo usara como puente, para que viera su casa, y me decía que su único acompañamiento era su gato y su televisor, que si yo lo podía ayudar a conseguir un televisor. Son esas cosas que a lo mejor tú piensas, tú dices, ¿por qué? Pero es que uno tiene aprender a tener esa empatía, y ponerse en los zapatos de ellos, para entender sus necesidades, que no son las mismas mías, pero, son quizás mínimas, pero son tan vitales y necesarias para ellos. Y para eso estamos ahí nosotros”, agregó.
Tanto Reyes como el grupo de bomberos aseguraron sentirse satisfechos con la labor que llevaron a cabo por esos 15 días. Además, aseguraron que, de ser necesario, no dudarían nuevamente en salir a las carreteras a repetir las largas jornadas.
“Somos servidores públicos de vocación. Amamos lo que hacemos, amamos ayudar a la gente. Por eso ellos son bomberos, y yo estoy en esta agencia que es de servicio inmediato a la gente. Y si volviera a pasar, estaríamos nuevamente con las botas puestas, dispuestos a los aguaceros, al sol. Estamos to’os quema’os, estamos sin descanso, pero la satisfacción y la sonrisa de la gente, pa’ nosotros fue fuera del nivel, fuera de este mundo. De verdad que fue chévere”, insistió Reyes, refiriéndose a la satisfacción de ayudar a las personas más vulnerables en esos momentos de tanta necesidad.