Se imagina recibir sus clases de escuela superior navegando por el mundo entre ballenas y delfines, visitando otros países en Europa, África, el Caribe y las Américas, y además sirviendo de inspiración para que personas de otras partes del mundo decidan visitar Puerto Rico.

Pues algo así es exactamente lo que ha estado viviendo a sus 16 años Claudia Ramírez Portuondo, quien llegó este martes a San Juan a bordo del velero noruego Sorlandet, junto con otros 59 estudiantes que forman parte de la peculiar experiencia educativa que se ofrece en este casi centenario navío.

“Jamás imaginé que iba a estar viajando el mundo mientras estudio y aprendo sobre culturas, no gracias a un libro, sino porque lo estoy viendo, porque estoy ahí, y porque estoy trabajando con ella. Así que ha sido una experiencia única, brutal, extraordinaria”, afirmó la joven de Guayanilla, con una expresión de felicidad que no se le iba del rostro.

A bordo, ha compartido con “una escuela internacional”, que incluye personas de Noruega, Egipto, Haití, Italia y otros estados de los Estados Unidos, por mencionar algunos lugares.
A bordo, ha compartido con “una escuela internacional”, que incluye personas de Noruega, Egipto, Haití, Italia y otros estados de los Estados Unidos, por mencionar algunos lugares. (teresa.canino@gfrmedia.com)

Claudia tuvo una primera experiencia por dos semanas a bordo del Sorlandet en 2020, y parece que dejó tan buena impresión que, unido a sus esfuerzos por ayudar a traer la escuela a Puerto Rico, logró que le dieran una segunda oportunidad, esta vez con una beca para el segundo semestre completo.

Explicó que se trata de una escuela que viaja el mundo, involucrando mucho de navegación, ya que se tienen que ocupar de mantener el velero funcionado, incluyendo turnos de trabajo a diferentes horas del día y la noche.

“Es un programa superfuerte. No es para todo el mundo. Hay personas que entran y se dan cuenta que no pueden con toda la presión. Pero vale la pena. Cuando piensas, es solamente un año de tu vida, que estás cambiando tu vida completamente”, comentó. “Pero sí, trabajamos, cocinamos, limpiamos todas las mañanas por una hora, cada esquinita. Lo que nunca hacemos en nuestras casas lo hacemos aquí. Lavamos los platos. Todo lo hacemos nosotros”.

A bordo, ha compartido con “una escuela internacional”, que incluye personas de Noruega, Egipto, Haití, Italia y otros estados de los Estados Unidos, por mencionar algunos lugares.

¿Y cuando el mar se pica?, “pues tenemos que bregar con eso. A la mayoría de los estudiantes nos da mareo. Así que tenemos a la mitad de los estudiantes vomitando, trabajando, aguantándose para no caerse. Es una locura. Pero es bien gracioso”, comentó Claudia, con una alegría incontrolable y contagiosa.

Entre las tareas, además, está subir a los mástiles de unos 100 pies de altura para desplegar las velas, porque “si no, no navegamos”.

Admite que hubo momentos en que extrañó “mi familia, mi casa, mi cama”, porque en el velero hay que dormir en hamacas. Tampoco faltaron embarazosos, como cuando estaba en la cocina lavando platos en una máquina, “y sin querer, en vez de poner los platos, puse los vasos, y se rompieron los vasos, porque se calentaron de más y se explotaron. Eso es malo, porque en caso de emergencia, ¿quién causó este fuego? Eh, Claudia. Pero no, todo está bien, no causé ningún fuego”.

De igual forma, sobran las buenas experiencias, como ver varias ballenas y delfines nadando junto al velero. “Estaba en la clase de matemáticas, y de repente alguien grita, ‘¡ballenas!’, y de repente la mitad de mi clase de matemáticas vi ballenas”.

Y otra de las recompensas de ese arduo trabajo la tuvo este martes, cuando sentada en la parte delantera del velero pudo ver surgir a Puerto Rico en el horizonte.

“De repente veo como una silueta. Y digo, ¿será de las nubes o es Puerto Rico? Y cuando me di cuenta que era Puerto Rico, estaba brincando, empecé a hablar español sin darme cuenta que estaba hablando español. Superfeliz. Se me aguaron los ojos. De verdad, jamás pensé que iba a ver a mi Isla así”, relató con gran emoción.

Claudia se fundió en un abrazo con su hermano Francisco, de 8 años, a su llegada a la Isla.
Claudia se fundió en un abrazo con su hermano Francisco, de 8 años, a su llegada a la Isla. (teresa.canino@gfrmedia.com)

Pero más allá de su espectacular experiencia personal, Claudia asegura sentirse “muy orgullosa” de contribuir a poner a Puerto Rico en la ruta del Sorlandet.

“Creo que jamás me imaginé que estaría navegando mi Isla y enseñándole a más de 60 personas una cultura nueva para que la experimenten y aprendan de ella. Ha sido como un sueño, de verdad, un sueño que jamás pensé que estaba ahí, que quería lograr. Pero aquí estamos”, afirmó.

Relató que cuando se dio la posibilidad de que el velero viniera a Puerto Rico, “lo más que hice fue trabajar en poder hacerlo realidad. Obviamente con la ayuda de mis papás que siempre estuvieron ahí para mí, dándome apoyo. Yo creo que no había día en el que no parara de buscar manera de que se lograra que el velero viniera a Puerto Rico”.

No menos orgullosa se siente de poder abrir las puertas para que otros estudiantes boricuas puedan seguir sus pasos y vivir esta aventura.

“Lo que siempre digo es que, si te lo propones, que si lo quieres hacer, no lo pienses dos veces y hazlo. Porque de verdad que es una experiencia que jamás en la vida cambiaría por nada”, insistió, siempre sonriendo.

Y la alegría de estar en Puerto Rico no se limita a Claudia, pues, a juzgar por las expresiones de quienes le acompañaban a bordo del velero, apenas con las primeras horas que han pasado en la Isla y el cálido recibimiento que tuvieron, están encantados.

Felices de llegar a Puerto Rico

Según comentó Knut Arne Gjertsen, presidente de la junta de la A+ World Academy y principal oficial ejecutivo de la Fundación Sorlandet, la inclusión de Puerto Rico en el itinerario responde a la búsqueda de “un plan de viaje que ofrezca a los estudiantes la mejor experiencia educativa y a la tripulación una buena acogida una vez llegan al puerto”.

“Y nos hemos sentido muy bien acogidos al llegar a Puerto Rico. El recibimiento fue fantástico, el mejor que hemos tenido”, afirmó, agregando que “tanto la escuela como la tripulación habían sugerido a Puerto Rico, porque es un lugar bien agradable para visitar, y es una buena experiencia de aprendizaje para los estudiantes sobre la cultura caribeña en el mundo moderno”, aseveró.

Mencionó además las ventajas de contar con vuelos internacionales que facilitan los viajes para las familias de los estudiantes, puesto que Puerto Rico es una de las paradas más largas, que llaman puerto para familiares, en la que pueden pasar varios días compartiendo con sus hijos antes de que vuelvan a subir a bordo.

“Estamos bien agradecidos con esta acogida en Puerto Rico, y ya decidimos que vamos a regresar el próximo año”, aseguró Gjertsen.

Sobre el velero Sorlandet, que descansa ahora en el muelle sanjuanero, comentó que tiene una larga tradición de servicio como barco escuela, que poco a poco se ha ido ajustando a la modernidad, aunque conservando su esencia y elementos originales.

“Se construyó en la zona sur de Noruega en 1927. Había un fabricante de barcos que tenía mucho dinero y quería hacer un barco escuela. Así que el Sorlandet ha sido un barco escuela desde sus inicios. Para entonces solo había estudiantes varones, un total de 90, que aprendían a ser marineros. Así fue año tras año, con sus altas y bajas, por mucho tiempo”.

En estos tiempos, se encargan de preservar el navío de 95 años para las futuras generaciones.

“Lo que hacemos es traer la tradición de barco escuela a los tiempos modernos, con el establecimiento de la A+ World Academy, que es una subsidiaria de la Fundación Sorlandet”.

En esta travesía, agregó, el barco zarpó desde Noruega, navegó a lo largo de la costa occidental de Europa hasta el Mediterráneo, luego a las Islas Canarias y Cabo Verde, y de ahí atravesó el Atlántico rumbo al Caribe. En este lado del mundo paró en Granada, San Vicente y las Granadinas, San Martín y ahora Puerto Rico. Luego irá a Bermudas y de ahí cruza el Atlántico otra vez hacia las islas Azores, y entonces llega a Holanda, donde los estudiantes recibirán sus exámenes. Finalmente regresa en junio a su puerto base en el sur de Noruega.

Recordó que gracias a los amigos del Sorlandet y organizaciones que lo apoyan, pueden otorgar becas para estudiantes, para que tengan la oportunidad de navegar el mundo.

De hecho, según detalló Adam Rule, director de admisión de A+ World Academy, cada año 60 estudiantes tienen la oportunidad de participar.

“Lo que buscamos es que tenga el espíritu, la pasión, la curiosidad, las ganas de hacer algo diferente, de visitar lugares distintos, conocer otras personas, probar otras comidas. Eso es lo que buscamos en nuestros estudiantes, alguien curioso dispuesto a hacer algo que no ha hecho antes”, comentó Rule.

“Y por eso estamos tan contentos de tener a Claudia a bordo este año. Nuestro programa es tan distinto, y tener a alguien de Puerto Rico que pueda regresar a su casa y compartir su experiencia con toda la población de aquí, es una oportunidad de básicamente llevar a una nueva familia la experiencia de A+ World Academy”, aseveró Rule, quien tuvo palabras de agradecimiento para Claudia y su familia por toda el empeño y asistencia que han puesto para lograr la acogida que ha tenido el Sorlandet en la Isla.

“Ella (Claudia) es como una embajadora, alguien que puede abrir las puertas para que otros estudiantes de Puerto Rico puedan tener esta experiencia en el futuro. Eso es lo que se necesita, una estudiante, una familia que tenga el valor de lanzarse en esta aventura y abra ese espacio de oportunidades para otros. Y ya estamos en comunicación con otra familia de Puerto Rico que piensa participar el año próximo. Así que este proceso de que se unan más estudiantes puertorriqueños ya empezó”, insistió.

Rule comentó que para subir a la escuela del Sorlandet hay becas para estudiantes de pocos recursos. “Queremos tener estudiantes de todo tipo de trasfondo, y eso incluye a estudiantes que no cuenten con la capacidad financiera para hacerlo, y les ofrecemos becas para que puedan hacerlo realidad. Eso es parte de lo que queremos, abrir las oportunidades para que las nuevas generaciones puedan hacer esto. Lo que buscamos es ese estudiante que tenga la pasión, la curiosidad, el deseo de unirse, y lo ayudamos a superar los obstáculos que existan”, explicó Rule.

En el caso particular de Claudia, comentó que, tras su primera participación, decidieron darle una segunda oportunidad para que completara la travesía.

“Fue una estudiante tan espectacular y todo el mundo a bordo estaba contento con ella. Así que decidimos traerla otra vez para la segunda parte del año escolar”, afirmó Rule. “Puerto Rico debe sentirse orgulloso de tener una estudiante como Claudia representando a toda la gente de esta Isla. Es fenomenal, los estudiantes la quieren, los maestros la quieren. Es exactamente el tipo de persona que buscamos para que se una a nuestro programa en la A+ World Academy”.

“Y su familia ha sido increíble. He podido experimentar de primera mano la hospitalidad puertorriqueña y como es la gente aquí. Que a un extraño como yo para esa familia, le dijeran, ‘Adam, vamos a hacer lo que sea necesario, vamos a lograr que sea una gran experiencia’, eso fue algo grandioso”, afirmó Rule, agregando que espera que esta visita del Sorlandet sea el inicio de una serie de buenas experiencias para Puerto Rico que ha tenido varios años de tantas dificultades.

“Para nosotros Puerto Rico es más que una parada, es un lugar con el que queremos desarrollar una relación y seguir viniendo, y que puedan disfrutar todo lo que Puerto Rico tiene para ofrecer. Yo estoy bien entusiasmado. Llevo apenas un par de días y estoy bien impresionado. He disfrutado muchísimo”, aseguró el directivo de A+ World Academy.