Por amor a la gente y a su labor, un maestro de 29 años de Bayamón se mantiene en la región curda al norte de Irak, donde el Ejército de Estados Unidos ha realizado bombardeos contra militantes islámicos que mantenían aislados en las montañas a familias de minorías religiosas, bajo amenaza de ser masacrados.

Desde Sulaymaniyah, a unas tres horas de Erbil, capital del territorio curdo, Elí Samuel Rosa conversó con este medio sobre cómo se vive en esta zona autónoma, a la sombra de los terroristas del Estado Islámico de Irak y Siria, conocidos por ISIS, sus siglas en inglés.

“Los ataques que está haciendo (el ejército de Estados Unidos) son para liberar a personas que estaban en las montañas porque les dieron el ultimátum de que si no se convertían al Islam, los mataban”, explicó.

“Los curdos pudieron entrar al área y están rescatando a la gente de la montaña”, agregó sobre la emergencia humanitaria, que requirió lanzar paquetes de alimentos y agua para las cerca de 1,000 familias – que podrían superar las 5,000 personas – que estaban atrapadas sin suministros.

Precisó que algunas de las personas que ahora pasarán a ser refugiadas profesan el zoroastrismo, una religión monoteísta originada en la antigua Persia. Otros son yazidis, que combinan tanto el zoroastrismo como otras creencias, pero que los militantes islámicos consideran herética y diabólica.

“Tengo un amigo que tenía a la familia allá en la montaña. Hoy lo llamé y me dijo que su familia ya esté a salvo”, comentó aliviado.

Su amigo es yazidi, pero no es algo que revele con facilidad, porque “muchos musulmanes dicen que ellos adoran al diablo”.

“Me puedo identificar con él, porque vivo aquí y soy cristiano”, expresó el joven.

En el grupo también hay cristianos, una minoría que en la región curda – de mayoría musulmana sunita – suele ser tolerada. “Está llegando mucha gente aquí, especialmente cristianos. Ayer estábamos llevando suministros y comida, a algunos porque no podemos ayudarlos a todos”, compartió.

Entre los que piden refugio hay árabes, pero las autoridades curdas no les están permitiendo la entrada, por temor a que se hagan pasar por refugiados para infiltrarse y orquestar ataques en la región.

“Son peores que Al Qaeda”

Y tienen que hacerlo así porque – según lo que ha observado - el riesgo es alto: “Son peores que Al Qaeda”.

“(ISIS) ha secuestrado a mujeres cristianas y yazidis, de otras religiones. Si no se convierten al Islam, se las llevan. Y en ese Islam extremo es permitido”, narró.

Además, ISIS cuenta con recursos económicos y militares que han ido acumulando mientras avanzan por el territorio iraquí. Por ejemplo, cuando tomaron Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak, los combatientes de ISIS – entre los que hay europeos, sirios y hasta estadounidenses - echaron mano de tanques y helicópteros. Según reportes de prensa, saquearon un banco que tenía $500 millones y ocuparon una refinería.

Ahora que algunos objetivos de ISIS han sido eliminados mediante bombardeos aéreos, los curdos intentan recuperar Mosul, en colaboración con fuerzas iraquíes.

“El ejército curdo está haciendo un trabajo excelente dentro de lo que pueden”, opinó.

La vida sigue

Entretanto, “aunque estamos en el ojo del huracán”, la vida y el trabajo en Sulaymaniyah continúan.

“Los suministros están llegando y ayer cuando estábamos comprando para los refugiados había bastante. Pudimos comprar miles de dólares en comida”, relató.

“Le digo a mi madre que no veas noticias, porque cualquier cosa que vea, siempre se va a preocupar. Pero la verdad es que la gente está tomando su vida normal”, aseguró Rosa sobre la rutina que incluye múltiples puntos de cotejo en todas las vías principales y estar en constante alerta aunque los bombardeos estén a horas de distancia.

¿Cuál será la señal para abandonar Irak? “Tenemos unos límites hasta donde llegar. Y mis compañeros tienen hijos y están aquí. Estamos viendo que, si comienzan a cancelar vuelos, entonces consideraríamos irnos”, adelantó Rosa, quien lleva ya un año en Irak y espera poder culminar allí su contrato que se extiende por cuatro años más.

“El estrés es mucho. Pero cada vez que llego a casa después de un día largo, porque aquí ningún día es fácil, me digo ‘wow, me encanta lo que hago’”, concluyó.