Cristopher Matías Serrano es un joven de 27 años, cuya vida pendió de un hilo, en medio de la tempestad provocada por la pandemia del coronavirus cuando fue sorprendido a principio de 2020 con un diagnóstico de una enfermedad hepática que requería con urgencia un trasplante de hígado.

De otra parte, la familia de Félix “Nolito” Bello de la Cruz pasó una de las experiencias más dolorosas el verano del año pasado cuando su pariente falleció a causa de un derrame cerebral. Aunque elevaron plegarias para la recuperación de Nolito, “Dios hizo el milagro de otra manera: se pudieron donar sus órganos”.

Ambas historias narran los milagros surgidos en medio de la crisis salubre más grande que ha sufrido Puerto Rico y el mundo a causa de la pandemia del COVID-19, una enfermedad viral y novel que puso en jaque la dinámica de donación y trasplantes de órganos en Puerto Rico.

Los conmovedores relatos resaltan la importancia que tiene la donación de órganos, un proceso que salvó la vida el año pasado de 249 personas en Puerto Rico. En cambio, no todas las personas que necesitan con urgencia un trasplante corren con suerte de que el procedimiento se lleve a cabo pues, desafortunadamente y según cifras ofrecidas por la organización sin fines de lucro LifeLink, unas 8,000 personas mueren cada año en Estados Unidos (incluyendo a la isla) debido a que los órganos que necesitan no son donados a tiempo.

El caso de Cristopher tuvo un final agraciado y ha sido símbolo de esperanza en la isla pues fue el primer paciente trasplantado luego de declarada la emergencia mundial del coronavirus.

“El médico me daba tres meses de vida... llegué al cuarto mes de milagro. Ahí surgió el trasplante de hígado”, recuerda el joven residente de Bayamón, quien pensó que no sobreviviría.

La esperada llamada surgió un viernes 8 de mayo, mientras Cristopher compartía con su familia y su esposa Marielis Fuentes. No podían creer lo que escuchaban. La oportunidad de un milagro era real. Para ese tiempo, el joven se sentía muy cansado y débil, pero sacó energías, hizo su bulto y llegó hasta el Hospital Auxilio Mutuo, en San Juan, donde el doctor Juan del Río lo esperaba.

“Me hicieron rápido la prueba de COVID y otros análisis necesarios... todo fue bien rápido”, rememora quien fue alertado de que algo ocurría con su salud por un jefe (trabaja en la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados) que le aconsejó visitar a un médico, pues lo notaba con la piel amarillenta y decaído.

Según la esposa de Cristopher, cuando llegó la pandemia el tratamiento se detuvo por completo, al tiempo que el muchacho empeoraba.

“Empezó a hincharse y no sabíamos si se estaban comprometiendo otros órganos... su barriga también creció”, dijo mostrando una fotografía que evidencia los estragos que causaba la enfermedad.

“Sabíamos que él necesitaba un trasplante, pero todo estaba paralizado... así que no sabíamos qué iba a pasar”, agregó Marielis.

Se estima que el 12% de los pacientes en lista de espera de órganos requieren un hígado. Mientras un 80% de los pacientes necesitan un riñón.

El doctor Del Río también recuerda con nostalgia lo ocurrido.

“Es una historia muy emotiva, pues se trata de un chico joven que estaba muy enfermo. Es una historia muy bella porque el trasplante ha funcionado y, recientemente, ese joven se ha convertido en papá. Goza de una plenitud física y para nosotros es un milagro todo lo que ha ocurrido”, sostuvo.

Pasados 14 meses de la operación, Cristopher siente que ha recuperado la energía. Su recién nacida Gabriela Zoé y otra niña de cuatro años que tiene de otra relación (Crisangely) son sus razones para sonreír y dar gracias cada día.

“Pienso (en el pasado año) y me da alegría y tristeza a la vez porque recuerdo lo que ella sufrió”, dijo en referencia a su esposa, quien ha sido su pilar en el proceso de recuperación.

La historia de Nolito

Cuando el personal de LifeLink se acercó a la familia de Nolito, para explicarles que su pariente era candidato a donación de órganos, luego de haber sufrido muerte cerebral tras un derrame, no dudaron en aceptar.

Y es que Nolito, de 52 años, donó sangre durante muchos años. “Así que nosotros sabíamos que, probablemente, también quería ser donante de órganos. Y es que así era él: siempre le gustaba ayudar a las personas”, expresa su hermana Rosana Bello, sobre aquel momento, el 27 de julio del 2020, en que aceptaron donar los órganos del hombre.

Rosanna Bello y Lorenza De La Cruz, hermana y madre, respectivamente de Nolito, cuyo gesto de amor salvó la vida de tres personas al donar sus órganos.
Rosanna Bello y Lorenza De La Cruz, hermana y madre, respectivamente de Nolito, cuyo gesto de amor salvó la vida de tres personas al donar sus órganos. (Teresa Canino Rivera /STAFF)

“Después de fallecido vimos en su bultito un tag de LifeLink por lo que entendimos que en algún momento él hizo contacto para donar sus órganos”, agregó Rosana.

Dentro de todo el proceso difícil que atravesaron con la enfermedad de “Nolito” -quien previamente había tenido otro derrame cerebral en 2018- la familia guardaba la esperanza de que se recuperaría. Fueron momentos de agonía porque Rosana y su mamá, Lorenza De la Cruz, se alternaban las visitas de media hora que eran permitidas en medio de la crisis el COVID-19 y siempre añoraban que recibirían buenas noticias.

“Pero Dios hizo el milagro de otra manera: se pudieron donar sus órganos... dentro de todo este dolor nos conforta saber que una o varias familias se vieron impactadas positivamente a través de mi hermano”, relata Rosana.

“Ha sido un momento de felicidad dentro de todo nuestro dolor y pérdida”, agrega.

Sostuvo que Nolito logró donar su hígado, ambos riñones y tejidos.

Se estima que una sola persona puede donar hasta ocho órganos y 75 tejidos, según información provista por LifeLink.

Aunque la familia de Nolito no conoce a los recipientes de los órganos, sí saben que fueron impactados tres pacientes entre 60 y 68 años.

“Me gustaría conocerlos... siempre le pedimos a Dios que esas personas estén saludables y que Dios los bendiga con mucha salud. Y que dentro de todo siempre agradezcan haber recibido ese regalo de vida”, subrayó Rosana.

A la ciudadanía también la exhortó a optar por la donación de órganos. “Tomen la decisión y háganlo... esto es un regalo de vida. Los órganos no van al cielo, el alma sí. Y si aún después de muerte podemos bendecir a otras personas con mejor calidad de vida, ¿por qué no hacerlo? Es un proceso que brinda paz y consuelo”, reflexionó.

Si usted desea convertirse en donante de órganos y tejidos puede acceder a donevida.org o llamar al 1-800-558-0977.