Hace seis años, el huracán María devastó todo a su paso con fuertes vientos que destrozaron viviendas, arrancaron toda la vegetación, hizo añicos los sistemas de comunicación y dejó la Isla a oscuras por largos meses.

La recuperación se ha alcanzado poco a poco. Las montañas se han cubierto de verdor y los hogares se han ido reconstruyendo. Sin embargo, ha quedado una huella invisible que lastimará la mente de los boricuas por años. Las secuelas pudieran ser devastadoras si no son atendidas de manera holística y urgente, alertó el psicólogo clínico del Hospital Menonita CIMA y quien dirige el programa Cero Suicidio, el doctor Humberto Cruz.

“El huracán María, ciertamente, nos predispone, pero las consecuencias nos destruyen. Yo digo: ‘tenía una ansiedad, una depresión que nunca trabajé’. Pero, mira, el huracán María, ¿sabes lo que hizo? Además de que se llevó los árboles, también te desnudó emocionalmente y te hizo vulnerable”, resumió el psicólogo sobre el impacto del ciclón, que azotó la Isla el 20 de septiembre de 2017.

Un estudio publicado en marzo pasado, denominado como “Provision of mental health services immediately following a natural disaster: Experiences after Hurricane Maria in Puerto Rico”, diagnostica la secuela que dejó el ciclón entre los boricuas como estrés postraumático, depresión y ansiedad.

Otro estudio publicado en septiembre de 2022, “After Hurricane Maria: Effects of disaster trauma on Puerto Rican survivors on the U.S. mainland”, explica cómo el ciclón causó estrés cultural a los miles de boricuas que migraron.

“Las experiencias traumáticas de la tormenta pueden predisponer a los sobrevivientes puertorriqueños del huracán María a percibir estrés cultural en el territorio continental de Estados Unidos. A su vez, los factores estresantes culturales pueden estar asociados con síntomas de internalización y problemas con el alcohol”, concluyó.

Mientras, en el 2019 se publicó otro estudio, “Disaster Exposure and Mental Health Among Puerto Rican Youths After Hurricane Maria”, que encontró que “el huracán María expuso a los jóvenes puertorriqueños a altos niveles de factores estresantes relacionados con el desastre, y los jóvenes informaron altos niveles de trastorno de estrés postraumático y síntomas depresivos”.

Dr. Humberto Cruz Esparra, psicólogo,
Dr. Humberto Cruz Esparra, psicólogo, (Suministrada)

Un evento tras otro

Los terremotos de enero del 2020, el encierro de la pandemia y el azote del huracán Fiona se han sumado a lo largo de estos seis años para deteriorar aún más la salud mental del boricua. Han creado una “desregulación a nivel social”, describió el galeno.

“Nosotros, como profesionales de la salud mental, hemos visto un incremento en condiciones de salud mental, específicamente en depresión, ansiedad, estrés postraumático”, dijo.

Precisó que, “básicamente, el estrés postraumático es ese trastorno que puede afectar en todas las esferas. Y en Puerto Rico vimos un aumento considerable de personas con este tipo de trastorno. Si nosotros vamos a ver un poquito los síntomas, porque me parece puntual el mencionarlo, eso es constantemente recordar, tener recuerdos intrusivos y perturbadores del evento traumático, pesadilla, ‘flashbacks’ y la evitar situaciones o lugares que recuerden el trauma. También hay dificultades para dormir, irritabilidad, hay ansiedad y una sensación constante de alerta. La persona está siempre buscando que algo malo va a pasar y es el sistema buscando acoplarse y adaptarse a una nueva realidad”.

Añadió que “eso implica que yo, cuando me expongo a algo traumático, aunque no haya algún evento a mi alrededor adverso, yo siempre lo voy a estar buscando. Yo voy a buscar que haya adversidad, cuando no hay adversidad, y la realidad es que el cerebro tú lo pones a trabajar en esa magnitud, el cerebro ciertamente se va a ir descompensando y ahí pudiese entrar una desregulación a nivel metabólica orgánica, que desencadena en conductas como el desarrollo de síntomas asociado al estrés postraumático. Así que, básicamente, estos síntomas pueden ser bien intensos, puede ser persistente y puede también afectar significativamente la calidad de vida, se afecta el trabajo, se afecta las relaciones interpersonales”.

Los síntomas

Cruz describió que estos síntomas pudiesen ser tan graves como para ocasionar que una persona se prive de la vida o llegar a generar comportamientos extraños cuando se alerta de la posibilidad de lluvia o del inminente impacto de otro huracán. “Se me eriza la piel cada vez que se emite un aviso de mal tiempo, e incluso si es solo por aguaceros, truenos, cosas que se asocian a fenómenos atmosféricos. Eso despierta una preocupación abrumadora en la población general por las secuelas emocionales que nos dejó María. Así que esto ha creado una ansiedad constante que lo que hace es que no afecta la calidad de vida de todos los puertorriqueños”, resumió a modo general. Y al conmemorarse los seis años de María en medio del Mes de la Prevención del Suicidio, el doctor Cruz enfatizó que es crucial relacionar este evento traumático con la prevalencia en Puerto Rico de personas que se privan de la vida. Mencionó que “el estrés postraumático puede aumentar el riesgo y el pensamiento de un acto suicida. Las estadísticas nos los deja saber”. Mencionó que meses después del huracán se registró un aumento de 18% en el fatal acto.

No obstante, las estadísticas oficiales de la Comisión para la Prevención del Suicidio registran que, en general, se ha reportado una disminución en casos suicidas en la Isla.

Los datos indican que en el 2017 ocurrieron 302 suicidios, en el 2018 unos 272, en el 2019 sumaron 234, en el 2020 unos 208, en el 2021 alcanzaron los 214 y el 2022 cerró con 177.

Al culminar julio de 2023, la Comisión registró 106 suicidios, dos menos que para esa misma fecha que en el 2022.

De manera general, la tasa de suicidio se ubica en Puerto Rico en un 8%. Los pueblos que más registran suicidios son Aibonito (15.6%), Orocovis (15.4%), Adjuntas (15.2%), Rincón (14.9%), Camuy (13.7%), Barranquitas (12.4%), Coamo (12.1%), Aguadilla (11.9%), Jayuya (11.6%) y Lajas (10.6%).

Cruz dio cuenta de que estas cifras en los mencionados pueblos, principalmente, Aibonito, sobrepasan la tasa general de suicidios de la Isla.

Busque ayuda

Ante la vulnerabilidad que ha ocasionado María y otros desastres a los boricuas, el psicólogo lanzó una pregunta en torno a qué se puede hacer para salvar su vida: “¿Cómo apago mi cerebro?”

Buscar ayuda especializada es lo único que identificó el galeno para aliviar la pena.

“El estrés postraumático es una presión bastante seria y es bien debilitante y siempre va a requerir de tratamiento profesional”, destacó.

Indicó que este tratamiento puede requerir terapias, medicación o ayuda para buscar nuevos pensamientos que no sean destructivos.

Hizo hincapié en que el medicamento solo no resolverá los problemas.

“El fármaco te va a alivianar. Sin embargo, no cura la situación”, detalló, al comentar que por ello la ayuda debe incluir también psicólogos y trabajadores sociales.

“El equipo multidisciplinario se encarga de cómo restablecer la mente, la vida, el contenido de la persona”, comentó.

Es esta ayuda integral la que se promoverá con el programa Cero Suicidio que se implementará en el hospital Menonita de Aibonito y que busca ayudar a 27 pueblos con altas tasas suicidas. Para establecer este proyecto, la institución recibió una propuesta federal de $5 millones.

Si cree que usted, un familiar, un amigo o un vecino requiere de ayuda para atender su condición mental, puede comunicarse con la Línea PAS al 9-8-8. También puede hacerlo al 1-800-981-0023, y el TDD 1-888-672-7622, así como el chat lineapas.assmca.pr.gov.