Brindan destrezas básicas para que los niños ciegos sean más independientes
Federación Nacional de Ciegos ofrece este mes talleres virtuales a menores no videntes y a sus padres.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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La oportunidad de brindar herramientas que ayuden a la población no vidente más joven del País, es una de las misiones de la Federación Nacional de Ciegos en Puerto Rico.
Por eso, la entidad ofrece este mes unos talleres virtuales que buscan ayudar a niños y niñas ciegos, y a sus progenitores o guardianes, brindándoles consejos y herramientas para empoderarse y llevar una vida independiente.
Según explicó Shalmarie Arroyo, quien labora en la organización, con estos talleres “buscamos cubrir todas las destrezas básicas que los niños ciegos necesitan para ser más independientes” y, además, “llevar educación a sus padres” para que aprendan cómo pueden ayudar a que sus hijos logren esa autosuficiencia.
“Cuando los padres descubren que el niño es ciego, es algo bien difícil, y tienen que aprender a dejarlos descubrir su mundo. Y no es que vayan a dejarlos ir solos por un barranco, pero sí darles el espacio para aprender a vivir en ese mundo. Por ejemplo, aprender el uso del bastón, la ecolocalización”, explicó.
A manera de ejemplo indicó cómo el bastón auxilia para llegar y moverse en los alrededores de algún lugar, como la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. “Si sales del tren (urbano) el piso en la estación es liso, ya en la acera es diferente, más rugoso. Si es la calle, la brea también se siente diferente. Y si están en la hierba es más suave, se hunde. Y así te vas orientando y sabes a dónde llegar”.
Insistió en que es importante entender que las personas ciegas pueden realizar un sinnúmero de actividades y participar en todos los ámbitos de la sociedad como cualquier persona que ve. Subrayó que es importante aprender las destrezas para vivir como persona ciega, y alertó que, si el menor tiene baja visión no se le debe forzar a leer, pues eso termina haciéndole daño.
“Todavía hay muchos prejuicios con la población ciega. Todavía hoy día mucha gente no se imagina que los ciegos podemos hacer prácticamente todo, como cualquier otra persona. Somos humanos. Lo único que nos podemos hacer es guiar un carro y guiar un avión”, insistió, mencionando su propia experiencia como persona que se quedó ciega a los 12 años y desde entonces ha podido estudiar hasta conseguir una maestría universitaria.
Arroyo detalló que, como parte de los talleres, se les explica a los padres qué esperar de los talleres, cómo mantener una actitud positiva, cómo buscar soluciones creativas a los problemas y ganar confianza en sí mismos.
También abordan los asuntos de alfabetización, uso del sistema de lectura Braille, las tecnologías asistidas para teléfonos y computadoras como los lectores de pantalla. Igualmente, educan sobre la movilidad y orientación, el uso y manejo del bastón, los perros guías, la orientación en término de direcciones y otros aspectos esenciales para que una persona ciega sea exitosa.
“El tema del pensamiento crítico y la mentalidad de solución creativa a problemas es esencial, porque el niño ciego puede hacer todo, pero en algún momento necesita algo adaptado”, comentó. “Por ejemplo, con mi hija juego a pintar y tengo muchas crayolas, unas son jumbo, otras con diferentes tamaños, para poder identificarlas, y así yo sé que las jumbo son verdes. Igual si compramos ropa, pues busco que sea una textura diferente, una con manga larga, manga corta, con algún detalle, y así las puedo identificar. Y así mismo puede ser en la escuela. Por ejemplo, si vas a enseñar un mapa de Puerto Rico, pues con que sea a relieve, ya lo puede entender. Igual si es una bola, le ponen sonido adentro y ya pueden jugar soccer”.
Recordó que cuando tuvo a su hija “yo pensaba que era una mujer independiente, y entonces llegaron nuevos problemas a resolver, porque ella es bien traviesa, y creo que se da cuenta que no veo y se esconde, pues le pusimos unos cascabelitos en la ropa para poder encontrarla. Y se trata de eso, ser creativos y buscar soluciones”.
Añadió que a lo largo de los talleres también se explica que “cuando una persona queda ciega no es que vayas a desarrollar de inmediato los otros sentidos, sino que vas a aprender a usarlos mejor. Y le enseñamos cómo usar esos sentidos, cómo saber que algo ya está cocinado, usando el gusto, el olfato, cómo aprender a cruzar la calle escuchando”.
Explicó que en los talleres usan un formato de mucha interacción con los participantes, escuchando las preguntas de los padres, y adaptando a sus necesidades según lo que expresan. “Queremos que ellos mismos también piensen cómo lo harían. Les damos mucha información, pero queremos que ellos mismos vean que eso estaba en mí, pude pensarlo, resolverlo. Si cambias esa mentalidad de que no saben, puedes encontrar esa dinámica para solucionar los problemas”.
Los talleres también incluirán el testimonio de personas ciegas mostrando el impacto que han tenido esas destrezas en sus vidas y cómo son hoy día adultos independientes, así como información sobre la Federación y sus labores en ámbitos de educación, legislación y derechos, entre otros.
Los talleres son gratis y se estarán ofreciendo todos los sábados de este mes de octubre, que es mes de conciencia sobre la salud visual y la ceguera, de 11:00 a.m. a 1:00 p.m. Los interesados pueden comunicarse al número 787-462-5973.
“Tenemos espacios disponibles, los talleres son totalmente gratis, y estamos en la mejor disposición de ayudarlos”, invitó Arroyo.
Y a juzgar por comentarios de una madre participante, los talleres tienen un impacto bien positivo.
“Puedo decir que me encantó participar del taller. El diagnóstico de mi hija es reciente y estoy aprendiendo poco a poco cómo ayudarla. Nunca había escuchado del lector de pantalla… Fue muy interesante escuchar sus experiencias”, expresó Verónica Rodríguez.
Contó que notó que su hija Mia Verónica Cintrón Rodríguez, de nueve años, estaba perdiendo visión al ver que buscaba las cosas por tacto y se golpeaba con los artículos que estaban fuera de su lugar habitual, además de que en la escuela chocaba con otras personas constantemente. Agregó que desde kínder confrontó dificultades con la lectura y escritura, al tiempo que los maestros insistían en que debía copiar y leer más, y que tenía un problema de actitud.
“Ahora todo cambia, ahora yo tengo que aprender para ayudarla”, agregó Rodríguez.
Explicó que con el diagnóstico de pérdida visual le dijeron que tendría una maestra de impedimento visual para orientación, movilidad y Braille, pero una vez comenzó este año escolar le comunicaron que no había maestra de visión asignada a la escuela. Mientras, en lo que respecta a asistencia tecnológica, le ofrecieron una lupa electrónica, planos inclinados y sistema FM, pero aún no ha recibido esos equipos.
Rodríguez se emociona cuando escucha a los instructores hablar de sus logros. “(Cuando dicen) que son independientes, es una gran noticia para mí. Que pueden sentir el mundo con sus otros sentidos, es maravilloso. Su diagnóstico (el de Mia Verónica) me dio mucho sentimiento, pensé que siempre dependerá de alguien, que todo será más complicado para ella. Sé que no es fácil para ustedes, pero lo que más me alegró fue su sonrisa, su manera de explicarme que podemos lograr muchas cosas”.
En Puerto Rico, aunque las estadísticas al respecto no son las mejores, según indicó Arroyo en el censo comunitario de 2016 se calculó que había más de 120,000 personas que son ciegas totales o ciegas legales, una cifra que no incluye a las personas condiciones de pérdida de vista gradual “que son muchos más”. Explicó que ciego total es aquella persona que no ve absolutamente nada. Ciego legal es la persona cuya visión pasa de 20/200 y es tan baja que se considera legalmente ciega.
Esos totales no incluyen estadísticas de cuántos niños y niñas ciegos hay. Según Arroyo, tampoco hay estadísticas claras en cuanto a personas ciegas en los diferentes grupos de edades, pero “me atrevería a decir que hay un por ciento un poco mayor de personas adultos mayores ciegos, por condiciones asociadas a la edad”.
“Las estadísticas son un poco viejas, e incompletas. La realidad es que en condiciones normales no se atienden las necesidades de la población ciega como quisiéramos. Ahora con la pandemia, pues mucho menos. Así que las estadísticas pues son un poco viejas. Por ejemplo, en el censo -que es cada 10 años-, no se incluye las personas con impedimentos o diversidad funcional. Uno se pregunta, ¿cómo es posible que no se recopile esa información?”, comentó.
No obstante, Arroyo afirmó que hay varias organizaciones, como la Federación Nacional de Ciegos en Puerto Rico, que buscan ocuparse de atender a la población no vidente, aun cuando sus recursos son limitados.
“La Federación ya tiene un trabajo de muchos años. Tiene filiales en todos los estados (de Estados Unidos) y se ha ganado reconocimiento. Y con ese reconocimiento, pues ya tiene unos fondos y se le toma en cuenta. Nosotros nos nutrimos de programas que se hacen a nivel nacional”, aseveró Arroyo.