Vieques.- Ir a esta isla del archipiélago puertorriqueño   no es sólo conocer de primera mano su historia, zambullirse en  sus hermosas playas  y saborear sus famosas arepas.
Basta un día en la  Isla Nena para descubrir  un “atractivo”  adicional: los caballos.
Para muchos sería placentero  observar  este animal  a lo largo de las 52 millas que componen su área superficial.
El problema es, si así lo podemos llamar,  su estatus residencial. Son caballos con dueños y, a la misma vez, sin ellos. Todo depende de si están sanos o si provocan accidentes. 
Muchos de los que dicen ser sus propietarios los dejan a su suerte por las áreas verdes de la isla porque no tienen espacio en sus casas para mantenerlos, ni dinero para alimentarlos, según dijeron varios de los entrevistados por Primera Hora.
Esto provoca problemas cuando el animal, que no está registrado,  sufre algún daño físico, o al momento de  fijar responsabilidades en casos de accidentes en las vías públicas.
“Normalmente,  hay dueños cuando un caballo es bueno. Cuando está malo, no hay. Ésa es la moda aquí. Es terrible, es imposible controlar”, aseguró Penny Miller, rescatista  y una de las fundadoras de la Human Society de Vieques.


En una semana ha rescatado hasta cuatro caballos.  Se encuentran  flacos, enfermos, heridos o con patas rotas.
Según uno de los vecinos del barrio Tortuguero, Ángel Maldonado, los caballos siempre están en la calle “y cuando menos te esperas, te salen, y tú le das, y es darle a una pared (porque son grandes)”.
“Te  rompen el carro y después nadie se hace responsable y si vas  a corte, pierdes, porque tú no sabes de quién es el caballo y no aparece el dueño”, dijo  el hombre de 66 años.
Cuando los caballos están en las  bases que ocupaba la Marina estadounidense, añadió, “no molestan, porque ahí no vive nadie, pero en la calle, uy, ¿usted no los ha visto?”
En una ocasión, manifestó, se intentó tener un lugar para ubicar a los equinos, cobrarle al dueño en caso de daños u ofrecerlos en subasta. Pero,  la  propuesta no prosperó.

Juan Carlos Tapia, de 25 años, vecino también de Tortuguero, aseguró que no puede tener  sus tres caballos en su residencia porque no hay espacio. “Ni los carros se pueden tener dentro de las casas”, detalló.
Él los deja en  el rompeolas, un área cerca de la antigua base militar ubicada en el oeste de la isla.
“Nosotros los cogemos una semana y los soltamos otra vez”, agregó.
¿Y cómo sabes cuáles  son tuyos?
Pues, mija, imagínate,  cada cual conoce lo suyo.
Los equinos también abundan en el  balneario de Sun Bay,  en el área del Verde y la  Esperanza y hasta en los patios de las  residencias de personas que no son sus dueños.
Y cuando el conductor o transeúnte no los ve, se topa con la evidencia de su paso: sus heces fecales. Dicen que son  cientos o  miles.

Costoso y difícil
 Primera Hora observó varios de los caballos rescatados, como uno que quedó sin un ojo y otro con la cicatriz de un arpón.
“Tengo un sitio donde cuido a los enfermos, pero no es un refugio. ¡Imagínate los gastos de comida para un caballo. Para comer necesita un acre y medio”, indicó la rescatista Penny Miller.
De acuerdo con la mujer, los animales se meten en las propiedades, pelean por las yeguas y rompen los carros.
Para Penny Miller , el problema de los caballos realengos  necesita tres campos de acción: rescatarlos o ponerlos a dormir si están muy enfermos, registrarlos y vacunarlos.
Para ello hace falta coordinación entre la Policía, el Municipio y los rescatistas.
“Los caballos todavía no tienen mucha atención... Necesitas gente que esté comprometida con esto”, detalló.

 

Alcaldesa crea plan de acción
La alcaldesa de Vieques, Evelyn Delerme, confirmó  la gravedad del problema que enfrenta el ayuntamiento con los  caballos realengos,  por lo que  trabaja en un plan para resolverlo mediante la identificación de fondos y de un albergue. 
La situación es tan seria, dijo, que diariamente la División de Sanidad y Saneamiento del Municipio recoge entre tres y cuatro caballos muertos.
“Es un problema muy grave. Son cientos y cientos de animales que están en la calle. Destruyen envases  de basura, plumas de agua y ocasionan accidentes de tránsito... El animal tiene dueño mientras se puede abusar de él”, indicó.
Además, señaló que  “hay muchos problemas serios de abusos en contra de los caballos, un abuso grande”.
Delerme  está analizando de dónde sacar dinero  para implantar un proyecto que permita albergar a los equinos para alimentarlos y  sanarlos.
Algunos, dijo, podrían ser usados para la unidad montada municipal que planifica crear y devolver los caballos a los dueños dispuestos a pagar lo invertido por el Municipio en el animal.
Para los que queden, indicó, se contempla “un arreglo con la Sociedad Protectora de Animales para ver cómo darle una mejor vida”.