Dividir la arena en pequeñas parcelas en algunas playas de su municipio y fomentar las reservaciones de espacio mediante una aplicación informática es la idea que ronda en la mente del alcalde de Cabo Rojo, Roberto “Bobby” Ramírez, a fin de que los visitantes a estos espacios naturales y recreativos mantengan la distancia de salud y seguridad que impone la nueva normalidad tras la pandemia del coronavirus.

Así lo informó el alcalde a Primera Hora, al explicar que el proceso surge de un modelo llamado Q-Beach que se está estableciendo en algunas ciudades de España a través de la compañía SATOUR, con quienes ya ha establecido conversaciones a fin de evaluar la posibilidad de traer el novel concepto a Cabo Rojo, un pueblo costero -al oeste de la isla- que en semanas de festividades como la Semana Santa, Noche de San Juan, el 4 de julio (Independencia de Estados Unidos), el 25 de julio (Constitución del Estado Libre Asociado) y el fin de semana de la Parada Orgullo (en junio) recibe hasta 150,000 visitantes, una cifra considerable tomando en cuenta que el número de habitantes en este pueblo es de 50,000 personas.

El impacto económico en esos cinco o seis fines de semanas producen unos $10 millones anuales, según estimados del municipio.

“Nos entusiasma muchísimo el proyecto de Q-Beach. Creo que hemos tenido la oportunidad de poder aprender cómo la madre naturaleza se comporta durante todo este tiempo en el que el mundo entero se paralizó. Vimos cómo la flora y la fauna se manifestaron. Eso nos lleva a considerar que tenemos que modificar cómo vamos a hacer uso de nuestras playas y recursos naturales – no solo para prevenir contagios del COVID-19- sino también para garantizar esa conservación ambiental. Tenemos que volver a la normalidad de una manera más organizada. Si usted hace un buen uso de su hogar, también lo debe hacer con los recursos naturales”, sostuvo.

Explicó que el proceso de adaptación ciudadana dependerá de cómo se oriente al público, al tiempo que aludió a que los acontecimientos de los últimos años -huracanes, terremotos, pandemias- deben invitar a las personas a reflexionar sobre los cambios de actitud que hay que asumir de ahora en adelante.

“Los puertorriqueños son seres humanos inteligentes y responsables que se pueden atemperar a distintos cambios y ya lo hemos demostrado superando todas estas adversidades. Así que creo que hay oportunidad de provocar estos otros cambios de manera organizada y que, a fin de cuentas, también nos beneficiará a nosotros. Además, por ejemplo, la gente va a un parque de pelota donde ya hay áreas delimitadas por el Cuerpo de Bomberos. Pues esa delimitación, también debe suceder en nuestras playas. Por ejemplo, en Islita de Ratones la capacidad es de 200 personas y en Playuela se permiten 1,000. Las playas son públicas, pero hay que orientar a la gente y volver a esta nueva normalidad modificando comportamientos”, indicó el mandatario municipal al aclarar que el proceso de reservación sería totalmente gratis.

Según el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), en Puerto Rico hay más de 1,225 playas y 799 millas de costa, según se detalla en el informe “El Estado de la Costa de Puerto Rico 2017”, una publicación auspiciada por la Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y la agencia.

Vieques es el municipio que más playas tiene con 172 espacios y el segundo lugar lo ocupa Cabo Rojo con 127. Sin embargo, en Puerto Rico existen 52 distritos PP (Playa Pública) en 29 de los 44 municipios costeros. Aproximadamente 34 kilómetros de costa alrededor de la Isla se encuentran bajo la clasificación PP. De estas, las playas más frecuentadas se encuentran en Carolina, San Juan y Cabo Rojo. El 67% de las personas que visitan las playas lo hace como pasadía, indica el estudio que está disponible en https://drna.pr.gov/wp-content/uploads/2017/08/EstadoDeLaCostaPR-2017.pdf

“Esto de delimitar las playas son cosas innovadoras que ya empiezan a hacerse a nivel mundial y nosotros tenemos que ser parte de ese cambio para garantizar que nuestros recursos se conserven. Además, el concepto de Q-Beach también ayudaría al comercio porque permite visualizar cuánta gente llegará a la playa y eso propicia convenios con los comercios aledaños para que se preparen… de hecho, abre la oportunidad para llevar ‘delivery’ a las personas que utilicen la aplicación de la reservación, quienes también podrían ver las ofertas de hospedería cercana a la playa que reservan. Y, en términos de seguridad, nos permitirá prepararnos con más recursos de vigilancia. Hay muchos valores añadidos en este proyecto”, reiteró Ramírez, quien estaría dialogando esta semana nuevamente con los desarrolladores del proyecto en España.

Los atributos del concepto

Primera Hora conversó por teléfono con Roberto Álvarez, el CEO de la empresa SATOUR en España, quien confirmó las conversaciones que ha establecido con el alcalde de Cabo Rojo respecto a la implantación de Q-Beach en la isla.

“Este es un nuevo modelo sostenible que le permite a los ayuntamientos gestionar la manera adecuada de reabrir las playas luego de todo lo ocurrido con la pandemia… más bien Q-Beach es una herramienta que permitirá a los ayuntamientos organizar los espacios con las medidas de seguridad suficientes y mediante la segmentación y balización de las playas”, dijo Álvarez.

El concepto propone delimitar las zonas por sectores o módulos y, luego, por parcelas. Esta metodología tiene un costo de instalación de 50 euros por unidad, equivalentes a $56.50. Otros modelos similares realizan las separaciones con estacas de madera o con cuerdas, en cambio en Q-Beach se sugiere hacerlas utilizando unas bases de concreto en forma de una caja cuadrada, que se pondrían en la arena con unos colores y números que los clientes podrán distinguir. Mientras, las reservaciones se llevarían a cabo por una aplicación parecida a las plataformas de alquileres a corto plazo. “Tienes que mirarlo desde el punto de vista como lo que ocurrió con Airbnb que, actualmente, es la empresa que más habitaciones tiene en el mundo y cambiaron la manera de alojarse sin poseer una sola propiedad. Lo mismo ocurrió con Uber que cambió la manera de moverse en las ciudades y no posee un solo taxi. Aquí, Q-Beach busca evolucionar el uso de playas”, indicó.

“Este es un sistema de playas inteligentes a nivel mundial que les permitirá a los gobiernos tener los datos exactos del uso de sus playas, cuánto tiempo la usan los visitantes, de dónde provienen… permitirá hacer predicciones a los ayuntamientos lo que se reduce en mejor planificación en términos de recursos para limpieza, seguridad, salud. Pero no es solo eso, es que también es un proyecto sostenible ambientalmente hablando. Puerto Rico tiene una gran oportunidad de convertirse en el primer país con un plan de hacer inteligentes sus playas y, de esta forma, optimizar sus riquezas. Todo el mundo mirará hacia Puerto Rico”, agregó Álvarez quien ha dicho en múltiples entrevistas que el asesoramiento para la implementación del proyecto será gratis a los ayuntamientos interesados y que los alcaldes deben invertir en la base de datos y en la confección de los cajones de concreto.

El empresario promueve que se utilicen compañías de los países que integren el proyecto a fin de inyectar la economía local. Expresó, además, que el proyecto fue validado recientemente por One Planet Network.

Primera Hora preguntó al secretario de DRNA, Rafael Machargo Maldonado, su opinión respecto a la idea que se ausculta impulsar en Cabo Rojo y, mediante expresiones escritas, el funcionario afirmó que la agencia “está en toda la disposición de evaluar toda iniciativa que promueva el disfrute seguro de nuestras playas, promoviendo la seguridad de los usuarios”.

“Por nuestra parte, en los balnearios adscritos al Programa de Parques Nacionales, hemos implementado varias medidas de seguridad tales como; distancia entre grupos, grupos no mayores de 10 personas y admitir la mitad de la capacidad de vehículos”, agregó.

Lo ve como un paso positivo

Entre los líderes ambientales que apoyan la iniciativa del alcalde de Cabo Rojo se destaca el doctor Ruperto Chaparro, recreacionista marino y director del Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico, quien validó como positivo el proyecto.

“Este sistema de dividir la playa en cuadrantes ha tenido éxito en otros lugares y es un paso positivo. Las reservaciones, creo, que podrían hacerse hasta por teléfono y eso permite un control para beneficio de nuestras playas. Para Boquerón, por ejemplo, que sufrió tanto con el huracán María (2017) sería un buen plan y se beneficiarían también los comercios”, opinó.

Mientras, el epidemiólogo David Capó -quien laboró hasta hace unas semanas en el Departamento de Salud como parte del equipo que atendía la emergencia de la COVID-19 en la isla- recomendó al Gobierno la idea de delimitar las áreas para evitar la aceleración de contagios, al tiempo que destacó la importancia del uso constante de las mascarillas.

El doctor Víctor Ramos, presidente del Colegio de Médicos Cirujanos, por su parte, expresó que ha visto que hay playas en Estados Unidos que tienen “cercas” para diferenciar dónde puede estar la gente.

“Nada de eso se ha hecho aquí, y es una buena opción”, sostuvo al recordar que los últimos focos de contagio en la isla se han registrado en lugares de aglomeración como lo son fiestas familiares y velorios. “También hemos visto casos de contagio en gente que se reúne en las playas”, agregó el especialista en medicina pediátrica.