Cacería que ayuda a reducir especies invasoras
La temporada de caza en Isla de Mona cumple un doble propósito, oportunidad de caza mayor y el control de animales introducidos.

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La temporada de caza en Isla de Mona, que corre por unos cuatro meses, ya está en marcha desde el pasado 1 de diciembre.
Según explicó Víctor Laboy, de la organización Defensores del Ambiente y la Cacería en Isla de Mona (Dacim), y quien lleva unos 35 años cazando en Mona, esta es la única oportunidad que tienen los cazadores del patio de hacer lo que se conoce como caza mayor en Puerto Rico, entiéndase de animales de mayor tamaño, pues pueden cazar cerdos y cabros salvajes.
Comentó que las temporadas por lo general comienzan en diciembre, con tres a cuatro semanas solo para arco y flecha, y luego, a partir de enero, comienza la temporada de caza con escopeta, que se extiende por entre 12 a 16 semanas. Durante esa temporada de escopeta, también se puede cazar con arco y flecha, “pero al revés no”, es decir, durante el periodo separado para arco y flecha solamente, no se puede cazar con escopeta.
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De acuerdo con el portal del DRNA, esta temporada correrá del 1 de diciembre al 25 de diciembre, solo para arco y flecha, de lunes a jueves; y del 12 de enero al 2 de abril de 2026, para escopeta y arco y flecha, también de lunes a jueves.

Laboy explicó que, “dado que hay muchos grupos, pues la comunidad de cazadores es bastante grande, y todo el mundo quiere participar, pues (el Departamento de) Recursos Naturales (y Ambientales, DRNA) lo que hace es un sorteo entre los grupos que deseen participar, y según vayan saliendo en el sorteo, le van asignando las semanas y las playas en que pueden acampar”, observando un límite de no más de 110 cazadores activos en Mona. De igual forma, los grupos a participar tienen un límite máximo de 12 miembros.
Detalló que, en esa remota isla solo hay dos playas en las que se puede acampar: playa de Pájaros, en la costa este, y playa Sardinera, en la costa oeste, mirando hacia la República Dominicana.
En todo caso, los cazadores tienen que transportarse hasta allí por sus propios medios, ya sea con una embarcación propia, o alquilando alguna lancha para llegar allí y volver a la Puerto Rico.
Además, dado que en Mona no hay ningún asentamiento como tal ni personas que vivan allí de manera permanente. Tienen que asegurarse de llevar consigo los suministros suficientes para acampar, cocinar, beber agua, alimentarse, y demás durante el tiempo que permanezcan allí.
Por otro lado, indicó, los cazadores tienen que observar unos estrictos protocolos se seguridad, que incluyen medidas tales como el uso de camisas color naranja brillante en todo momento que estén en el monte, y preferiblemente también una gorra del mismo color.
También, “se supone que todo cazador salga en pareja. Puede ser con otro cazador, o con un acompañante”, de manera que nunca se encuentre solo en el monte, y pueda ser socorrido si ocurre cualquier percance.

Clave la seguridad
Asimismo, “los cazadores debemos tomar un curso de educación”, pues “Isla de la Mona es bien inhóspita”, y crecen allí “cuatro plantas venenosas” que pueden causar bastantes molestias a las personas, así como un sinnúmero de cactus, algunos de ellos igualmente causantes de no pocas molestias, como el llamado comúnmente saltarín, “que es bien agresivo, como digo yo” y se engancha a la ropa o la piel al más mínimo contacto, y otro que le llaman melón de costa, cuyas espinas “son bien fuertes y atraviesan la mejor bota que pueda usted llevar”.
En términos de la caza como tal, Laboy explicó que se permite la caza de los cerdos salvajes sin límite de presas por día, y un máximo de cinco cabros por día por cazador, si bien admitió que llegar a esa cifra es algo raro y bastante difícil de lograr.
“Pero la realidad es que cazar un cabro y cargarlo, ya eso es demasiado. Yo particularmente lo más que logrado cazar han sido cuatro, y me he arrepentido por lo mucho que pesan”, comentó. “El sol es sofocante, el camino, espinas, y cargar cuatro cabros por tres a cuatro horas no es tarea fácil para nada”.
De manera similar, aunque no hay límite de caza para el cerdo, también es raro que se logre una cantidad muy grande de cerdos, pues esos animales son bastante elusivos, al igual que los cabros, y además se valen del camuflaje para esconderse entre la vegetación.
Laboy comentó que, en su más reciente viaje de caza a Mona en estos días, “los vi (a los cerdos), y no pude tirar, no pude ni estirar el arco. Por lo tanto, hay, pero no es fácil cazarlos”.
La carne de los animales cazados, ya sea cerdo o cabro, se puede consumir allí en Mona. Sin embargo, solo la carne de cabro se puede llevar a Puerto Rico. En cuanto a la carne de cerdo, su transporte a Puerto Rico está prohibido.
Según explicó Laboy, la restricción responde a que “hace varios años hubo una sospecha de brucelosis”, una enfermedad bacteriana que infecta a diversos animales y puede también transmitirse a los humanos.

Función importante
El experimentado cazador aprovechó para explicar que, en el caso particular de la caza en Mona, además de tratarse de “el único sitio donde podemos practicar la cacería mayor de forma legal y organizada”, constituye una manera de controlar esas especies que son invasivas y provocan daños a las especies nativas, entre las que se incluyen varias que son endémicas de Mona, es decir, que solo viven allí.
“La cacería per se son métodos de control de especies. Ya nadie caza, por ejemplo en Puerto Rico, nadie caza porque tiene que comer. Cazamos porque nos gusta compartir con los amigos, nos gusta la calidad de la carne salvaje. No es lo mismo un animal salvaje que un animal criado en granjas con químicos y no sé qué más. Y hay otras muchas razones, nos gusta el reto, el compartir con los compañeros, o visitar un sitio como Mona, que es encantadora la isla. Pero nosotros cumplimos una función bien importante que es de controlar esas especies, en este caso invasoras”, afirmó, resaltando que, en el caso de esos cerdos y cabros salvajes en Mona, no hay depredadores que se encarguen de controlar esas especies de manera natural.
De hecho, Laboy comentó que, debido a esas restricciones que existen con respecto a la carne de cerdo, “eso ha producido que a los cazadores no les sea atractivo cazar a los cerdos, porque la mayoría de los cazadores somos éticos, y ¿pa que voy a cazar algo si lo tengo que dejar bota’o allí en el monte? Entonces ellos no están cazando los cerdos”.
Esa situación, sumada a otras como los impactos recientes de huracanes, y la pérdida en temporadas recientes de dos cazadores que no fueron encontrados y forzaron la cancelación de la temporada, han provocado que “las poblaciones de cerdos han aumentado bastante”.
Todavía más, recientemente se emitió una alerta federal contra el cerdo de Mona, calificándolo de peligro biológico, debido a que, con la proximidad de Mona a la República Dominicana y la llegada de manera bastante regular de migrantes indocumentados, muchos de los cuales transportan alimentos a base de carne de cerdo proveniente de esa nación, podrían contagiarse con la fiebre porcina africana, una enfermedad viral altamente contagiosa y altamente letal, que afecta principalmente a animales de la familia de los cerdos y jabalíes.
Así las cosas, auguró que, si no bajan las poblaciones de cerdos, probablemente se tomaría alguna acción a nivel federal para su eliminación. Por tal razón, indicó, “hice un llamado a los cazadores para que los cacen, aunque se pa dejarlos botao, porque si no, los van a cazar ellos (los federales) de todos modos”.
“Así que hacemos el llamado a los cazadores para que en este caso ayuden a controlar los cerdos. Sabemos que la mayoría de ellos son cazadores éticos, pero tenemos que hacer algo por el bienestar de la isla, porque, de hecho, si nosotros no los controlamos, pueden usar otros mecanismos de control que harían demasiado daño a la isla. Así que ese sería un llamado urgente a la mayoría de los cazadores que van a estar allá en Mona”, insistió.


