En la grasa está el sabor.

Zenitt Santos, de 26 años, fue ayer junto a su amiga Yomarie Mirabal, de 19, a comerse un Big Mac en Mc Donalds. Ambas salieron sonrientes, satisfechas y a leguas se vio que disfrutaron sus hamburguesas.

Ninguna tenía una idea clara de lo que representa una grasa hidrogenada o trans fat, no sintieron remordimientos y dijeron a este diario que no le preocupa el asunto.

“Diache, mano, hace como cinco años no me hago laboratorios. El último fue cuando estuve embarazada. No le presto atención al asunto”, dijo muy tranquila Santos.

“Acho, sí, estuvo súper rico, sobre todo con las papas”, dijo, por su parte, Mirabal.

Las jóvenes comen en restaurantes de comida rápida porque se les hace factible en días laborables y también por los precios. No prestan mucha atención a si lo que comen tiene trans fat o no.

Miguel Portillo es un chico fit, pero ayer salivaba por comerse una hamburguesa de pollo en Mc Donalds.

“Yo lo sé, soy culpable, pero me muero por el sabor”, dijo con humor el joven, quien intenta no comer productos fritos con grasas hidrogenadas.

“Mientras más saludable más caro, así que creo que por eso la gente come cosas fritas”, dijo Portillo.

Mientras, Gabriela Arango fue a Wendys y optó, dijo, por alimentos saludables: un chili “alto en fibra” y una ensalada. “No como trans fats”, dijo.

Rafael Cruz ha engordado 50 libras en los últimos años, pero dijo que “no me preocupa, me como las hamburguesas”.