Desde la selección del grano que se va a sembrar hasta su escogido y tueste, tiene que ser cuidadosamente seleccionado. ¿La meta? Lograr obtener un café especial que resalte los mejores atributos de esa bebida tan degustada en la mesa puertorriqueña.

El café especial se distingue, esencialmente, por ser de una calidad y costo superior al comercial. En la Isla varios productores cafetaleros se han dado a la tarea de cultivarlo y desarrollar un mercado que cada día expande sus ramificaciones y le da un rayo de esperanza a la producción del café.

“Un café especial es un café donde su manejo ha sido excelente desde la siembra de ese arbolito, así como todo el proceso que incluye su manejo, características ambientales, geografía del lugar y su escogido, que debe ser un café maduro, en su punto”, explicó a Primera Hora Lenith Arocho, directora del Programa de Compra y Venta de Café del Departamento de Agricultura.

Durante abril, cuatro productores locales tendrán la oportunidad de presentarles a potenciales compradores sus productos y, por qué no, establecer acuerdos de exportación durante la celebración de la exposición anual de la Specialty Coffee Association of America (SCAA) que se llevará a cabo en Oregón. Otros cuatro caficultores también podrán participar, pero como parte de la delegación puertorriqueña que viajará, lo que les permitirá ser parte de una serie de talleres.

Según la SCAA, se considera un café especial aquel que obtiene una calificación de por lo menos 80 puntos en una escala de 100. De hecho, el quintal (100 libras) de café especial puede venderse hasta por $1,200. Mientras, el de café comercial oscila en los $327, según regulado por el Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO). La diferencia en el precio se debe, precisamente, a la rigurosidad y delicadeza con que se maneja este tipo de café.

Los potenciales aspirantes tienen hasta mañana para entregar las muestras a ser evaluadas, que deben tener un peso exacto de una libra de café verde. Éstas serán analizadas en un laboratorio en Estados Unidos. “El que obtenga 85 puntos o más en una escala de 100 cualifica para participar”, explicó.

Las pruebas examinan la fragancia, el aroma, la acidez, el cuerpo, la consistencia, la uniformidad y el balance, entre otras variables. A cada renglón se le otorga una puntuación, obteniendo así la cifra final.

La funcionaria agregó que los interesados deben ser caficultores que lleven a cabo algún tipo de práctica sustentable para el medioambiente, como el manejo integrado de plagas y/o el modelo de precisión en fertilización, entre otras. Además, cumplir con las medidas dirigidas a obtener un café de calidad especial, tales como variedades selectas y el cultivo bajo sombra.

Agregó que no es requisito que los participantes sean torrefactores. Sin embargo, recalcó que los torrefactores que no sean caficultores serán considerados de surgir cupo.

Arocho sostuvo que los resultados a raíz de la participación de los caficultores en ediciones anteriores han sido positivos. Algunos han logrado establecer contactos con compradores de Australia, China y Europa para exportar el producto.

“Han adquirido experiencia a través de los cursos que se ofrecen y la maquinaria que se expone”, comentó.

Con el grupo viaja también un barista, quien es el que se encarga de darle el toque final a la bebida, tan esencial para lograr que sea perfecta.

Dan la batalla

A pesar de que el café especial, sin duda, se ha convertido en un atractivo para los caficultores, pues su producción y venta representan un aumento significativo en sus márgenes de ganancia, la realidad es que no todo el mundo puede desarrollarlo.

Por lo mismo, son muchos los caficultores que diariamente luchan por mantenerse a flote en un mercado cuya producción ha reflejado una merma en comparación con el 2010. “Estamos batallando. Con el nuevo programa hemos estado incentivando siembras y tratando de recuperar la industria de la mano de los caficultores”, indicó Arocho.

Aunque aún no se tienen los datos finales de 2011, Agricultura había estimado que el 2011 cerraría con la pérdida de un 30% de la cosecha, que equivale a 40,000 quintales de café y una pérdida económica de $11.5 millones.

La baja se debe, principalmente, a la falta de mano de obra, aunque también ha influenciado el azote de fenómenos atmosféricos. Según cálculos de la dependencia reportados, faltaron 1,800 obreros para recoger el grano. “Las personas no quieren recoger café... a pesar de varias modificaciones que hemos hecho, como que se les dijo que no se les iba a quitar la ayuda del PAN”, lamentó Arocho.