De haber tenido un papel protagónico en la historia política de este país, de ejercer un liderato férreo durante prácticamente cinco décadas, cosechando victorias y enfrentando también etapas borrascosas, el ex gobernador Carlos Romero Barceló se encuentra en otro ciclo de su vida, esta vez, tras las bambalinas.

Quedó atrás su protagonismo. Se apagaron las luces y las cámaras que acompañaron al aguerrido líder político, miembro del desaparecido Partido Estadista Republicano (REP), cofundador del movimiento Estadistas Unidos, que participó en el plebiscito de 1967; cofundador del Partido Nuevo Progresista (PNP), primer alcalde estadista de la ciudad capital y el más joven gobernador durante dos cuatrienios, así como Comisionado Residente en Washington.

¿Cómo se siente el dejar de ser protagonista?

Bueno, cuando yo salí de Fortaleza parecía como si hubiera estado viviendo al lado de una catarata y de pronto la hubieran apagado (se ríe).

¿Le hace falta el sonido de la catarata?

No. Estoy mucho más tranquilo. (Se ríe). He tenido la oportunidad de disfrutar a mis nietos como no pude disfrutar a mis hijos.

¿Le dieron candela?

¿Mis hijos? No, bueno, Melinda es la más rebelde.

¿Todavía?

Sí, todavía. Es la más confrontacional, pero es una muchacha dulce y cariñosa.

Al hablar de sus nietos, le brillan los ojos y menciona los logros que alcanzan, como es el caso de su nieta mayor, Michelle Romero, de 21 años, quien “es preciosa y una jinete extraordinaria”, que participó en los Juegos Centroamericanos de Mayagüez.

Sus nietos lo llaman “papapa”. Nada de “abuelito”. Y como todos los nietos suelen hacer, lo viran patas arriba, hacen y deshacen con él. Pero, no es a lo único que se dedica, ahora que tiene más tiempo. Sirve de intermediario a empresarios que tienen proyectos o interesan hacer propuestas y que no logran ser atendidos por los funcionarios del Gobierno.

Romero rechaza los vocablos “cabildero” o “gestor”, para definir lo que hace y explica en qué consiste su empresa.

“Si una persona que hizo su trabajo, un servicio al Gobierno, y no le han pagado, hago gestiones para el cobro. Otra persona que tiene un proyecto importante y ayudaría Puerto Rico y nadie le escucha, llama, pero no le hacen caso, pues yo intercedo”.

¿No se presta a conflicto, por estar usando sus influencias?

Esa influencia es por mi reputación y por mi vida. Yo no tengo una posición de poder.

Un bohemio consumado

Romero gusta de los deportes y de la música. Le encanta bailar y cantar, y es un consumado bohemio. Esa faceta es desconocida por muchos que no se lo imaginan cantando La Borinqueñita, o expresando su romanticismo al tatarear su bolero favorito... “Usted es la culpable de todas mis angustias, y todos mis quebrantos”, nos sorprendió cantando.

“Cuando estaba en La Fortaleza, si había una actividad con música, llamaba a un trío. Después se quedaban conmigo hasta las 2:00 y las 3:00 de la mañana”, recordó.

Lo que nadie se imagina es que el explosivo entrevistado ¡baila tango! Lo aprendió de unas maestras de la Academia de Arthur Murray.

Lo bailo con Kate. A ella no le gusta bailar en público.

¿Por qué le gusta?

Es una música sensual. Los pasos en el tango están definidos.

De sus tangos favoritos, mencionó La Comparsita y Mano a mano, las cuales intentó cantar a petición de Primera Hora.

“Rechiflao en mi tristeza, te evoco y veo que has sido en mi pobre vida paria sólo una buena mujer...”, nos cantó.

“Kate es mi equanil”

Romero admite que a su esposa Kate Donnelly hay que darle un trofeo por aguantarlo, porque él no es precisamente una sedita.

Se remontó al pasado, unos 50 años atrás, cuando le preguntamos con qué canción enamoró a Kate.

“Nos conocimos en el Suiss Chalet. Hacía como seis meses me acababa de divorciar de mi primera esposa. Fui con un amigo. Ése era el sitio inn. Allí había una barra con un combo y había un suizo que tocaba piano. Se bailaba y se comía. Al otro lado estaba el comedor formal. Nos sentamos a comer en el área del bar y al lado habían estas muchachas y empezamos a hablar. Una de ellas era Kate. Bailamos. De ahí salimos al Cuatro Puertas, que estaba al lado, y así seguimos y nos casamos”, contó.

Y no se arrepiente...

(Se ríe) No. Difícilmente hubiese encontrado una mujer que me hubiese soportado, como me ha soportado Kate... Ella es mi Equanil. Tiene un carácter bien suave.

¿Usted tiene el cáracter volao, verdad?

Soy emotivo.

Lo pueden sacar de tiempo con facilidad.

Bueno, depende. Un abuso me saca de tiempo.

Romero recordó un evento que lo sacó de tiempo.

“Cuando me hicieron una poca vergüenza en una entrevista y me dijeron que no iba a estar el ex presidente del Senado por el PPD, Miguel Hernández Agosto, entonces estaba allí. Estuve así (coloca el dedo pulgar en la puntita del dedo índice) de darle. Fue una encerrona que me hizo... ¿Cómo se llama? Él quedó conmigo en que iba yo solo”. Se refería al veterano periodista Luis Francisco Ojeda.

Su incursión en la política

Romero rememoró la histórica asamblea del desaparecido PER, liderado por Miguel Ángel García Méndez, celebrada en el hotel San Gerónimo, en la que se discutió si participaban en el plebiscito de 1967. Decidieron que no. Ganó el retraimiento.

De esa manera “plancharon” a un grupito, incluyendo a Romero, que quería participar en el proceso y que estaba capitaneado por el fundador del PNP, don Luis A. Ferré. Así nació Estadistas Unidos y luego el Partido Nuevo Progresista.

Cuando aspiró a la alcaldía de San Juan, en 1968, por el recién fundado PNP, a sus 36 años, no le quedó más remedio que establecer “una manera económica de hacer campaña, pues no tenía chavos”.

“Hicimos una actividad y recaudamos como $900. Me dije: 'hay que ir a la gente. Hice un grupito pequeño para visitar los barrios. Me enrollé las mangas. Nuestro slogan de campaña fue: San Juan necesita un hombre de acción. Mientras ellos están cansados, nosotros trabajamos”.

Aludían a que su contrincante y candidato por el PPD, Jorge Font Saldaña, cuando aceptó la candidatura, expresó que “iba a ser por cuatro años nada más”.

“Ante un hombre cansado hay uno que está dispuesto a trabajar”, reclamaba.

Ganó la alcaldía.

“Ése fue el momento más feliz de mi vida, pues nunca había estado en la política y era un desconocido”.

Doña Felisa Rincón salió de la alcaldía después de 20 años de hegemonía del Partido Popular Democrático.

El Cerro Maravilla

El 25 de julio de 1978, unos jóvenes independentistas fueron asesinados en el cerro Maravilla, en Villalba, a manos de agentes de la Policía. Romero declaró héroes a los policías. Lo demás es historia o pesadilla.

¿Cómo le pesa el estigma del Cerro Maravilla?

“No es estigma. Estigma es para todos los que hicieron la pocavergüenza... y la situación que tuvieron conmigo que malgastaron $42 millones para inculparme a mí”, dijo con referencia a las vistas senatoriales del Cerro Maravilla.

¿Le pesa que le imputaran esas acciones?

“Ya pasó. Ya pasó. Eso me hizo más hombre, más fuerte. Medio más carácter. Pasé por momentos difíciles, porque era una cosa continuamente en la televisión y continuamente acusaciones, sin la oportunidad, al mismo nivel, de defenderme, hasta que me llamaron y quedaron en ridículo. Cuando me llamaron, quedaron en ridículo. El pueblo se dio cuenta...”, dijo con tono de indignación.

¿Qué le gustaría que se dijera de usted?

Habrá quien quiera Puerto Rico tanto como yo, pero más que yo, no. Nadie. Dediqué mis años al Gobierno para bien del pueblo. Habré cometido errores. No hay duda, pero los que cometí, fue de buena fe o me dieron mala información, o no supe analizar los hechos. Pero lo que hice, fue pensando en Puerto Rico.

¿Siente que lo han echado a un lado y que llega la vejez de momento y no cuentan con uno?

Sí, seguro. Eso es natural. Yo lo viví con mi abuelo, Antonio R. Barceló, en los últimos años de su vida. Una persona que hizo tanto por Puerto Rico. Muñoz lo borró de la historia. Después de Luis Muñoz Marín no hubo más nadie.

¿Cómo es usted?

A la buena, soy una sedita. A las buenas. Si me coges a las malas, no. A las buenas, hasta el fin del mundo.