Vieques. “No hay nada que festejar... la Marina sigue en Vieques”.

Carlos “Taso” Zenón, quien lideró la lucha de los pescadores viequenses cuando la Marina de Guerra de los Estados Unidos trasladó sus maniobras a la Isla Nena, considera que el cuerpo militar todavía permanece allí, dejando como custodio de su polígono de tiro y los terrenos al Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre.

A los 10 años de terminarse los bombardeos, el aguerrido pescador, padre de Cacimar, Pedro y Yabureibo,  recuerda aquella primera vez que él y un grupo de pescadores se le puso de frente a la Marina.

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“La lucha frontal directa contra los buques y bombardeos vino a surgir en 1976. Estábamos teniendo problemas con el equipo de pesca. Los buques de la Marina nos botaban las nasas”.

El 6 de febrero de 1976, el cuerpo castrense publicó un aviso de que realizarían maniobras a partir del 6 de febrero, por 28 días, 24 horas diarias. Nadie podía acceder a las aguas.

Zenón y el alcalde Radamés Tirado se reunieron, en Roosevelt Roads, con el almirante de la Marina William Flannagan para exponerle la situación de los pescadores, cuyas familias dependían de que, cada día, salieran a ganarse el sustento.

“Nos dieron la reunión el 10 de febrero. Ya la arrogancia ahí se veía. El almirante  no fue ni siquiera cortés. Nos dijo: ‘What do you want?’ (“¿Qué es lo que quieren?”). Le planteamos el problema de nosotros, los pescadores, durante esos 28 días”.

El almirante le contestó que estaban invirtiendo millones de dólares en traer las fuerzas de la OTAN a Vieques y no podían suspender las maniobras.

“El almirante me dijo: ‘Mira, ¿en Vieques no hay oficina de alimentos? You can go to the food stamp line until we finish’ (Pueden ir a pedir cupones hasta que terminemos)’. Le contesté, apuntándole con el dedo índice: ‘Por primera vez, desde la presencia de la Marina en Vieques, usted va a tener problemas’. Se me echa a reír en la cara. Imagínate, él, un almirante de la Marina, y este jibarito pescador de Vieques le dice eso. ‘¿Qué vamos a hacer?’, me preguntaron los pescadores. Les contesté: ‘¡Hay que pelear!’”.

De inmediato, idearon una estrategia de cómo parar  el desembarco de 16,000 marinos que habían dicho a la prensa que tirarían en 30 minutos.

“Nos preguntamos cómo íbamos a detener las barcazas que abren las compuertas en la arena y salen corriendo los marinos. Un pescador, Rafael Ayala, salió con una idea brillante, que era recoger nasas viejas, preparar pedazos de soga bastante largos. A esa soga, arriba le poníamos una boyita como si fuera una nasa, pero abajo un bloque o un pedazo de piedra bien pesao”, recuerda.

David contra Goliat

Ese 6 de febrero, ya a las 6:00 de la mañana los pescadores llegaron con sus 40 embarcaciones al área cercana al desembarco. Se les unieron 14 más de Naguabo.

Acomodaron las nasas en sitios estratégicos. Cuando  llegó la Marina con un buque enorme a tirar los  tanques anfibios, seguidos por las barcazas a tirar marinos al agua, se les trancaron las hélices con las nasas.

“Cuando se trancaron tres de ellas, se retiraron, y nosotros empezamos a celebrar”.

Un héroe solitario

De momento se detuvieron los bombardeos, y extrañados acercaron sus botes al área de tiro y, para su sorpresa, había una embarcación solita. Era Lino Lanzo, de 76 años, quien había llegado con su esposa, que estaba enferma.

“Lino Lanzo con su esposa, su viejita, habían parado a las fuerzas de la OTAN. Eso no lo sabe casi nadie”, dijo Zenón.