Cascada mágica: Descubre el oasis escondido Salto de Collores en Juana Díaz
No te podrás resistir a sus aguas cristalinas.
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Juana Díaz. Es un escondite mágico, donde el agua es cristalina y el rugir del arroyo ahoga el bullicio de la cotidianidad. Así es sumergirse en las aguas del Salto de Collores, un charco, en Juana Díaz, con una cascada impresionante de 35 pies que desemboca en una piscina natural.
Con gigantescos peñones, el charco es variado, pues mientras los visitantes más atrevidos—y nadadores hábiles—se lanzan desde las rocas altas hacia el área más profunda, de 15 pies, se puede disfrutar de una pocita mucho menos profunda, donde el agua aquietada apenas llega a la cintura.
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Tal si fuera un jacuzzi natural, se forman riachuelos a lo largo del cuerpo de agua, donde, cuidadosamente, se puede situar entre las rocas y desconectar.
Tan limpia es el agua que se pueden observar los peces nadando y las piedras que alfombran el suelo del charco. El agua bajo la cascada es tan profunda que emite un color verde azulado y no se percibe el fondo.
Gracias a don Lemuel Echevarría, dueño del terreno que conduce al Salto, es un área sumamente limpia, con un área de estacionamiento amplio.
Una vez ingresa al área por el portón, verá la casa de don Lemuel, el estacionamiento, los baños y una pequeña estructura donde el juanadino exhibe ornamentos y antigüedades, como teléfonos, y letreros con distintos mensajes curiosos.
Además, te darán la bienvenida el cuarteto de perros que viven allí: Diana, Emperador, Lula y Faraón. Mansos, no hostigarán, pero tampoco rechazarán ser acariciados y abrazados por los turistas.
Es precisamente con el fin de mantener al Salto y sus alrededores aseadas e impecables la razón por la que don Lemuel no permite la adulteración del ambiente, prohibiendo así la reproducción de música. Exige, además, que cada cual sea responsable por sus desechos, enfatizando que es responsabilidad de todos, como comunidad, cuidar de nuestro medioambiente.
¿Cómo llegar?
Si viaja de San Juan, puede dirigirse hacia la PR-18 hasta llegar a la Autopista Luis A. Ferré (PR-52 Sur). Más allá de la congestión vehicular que se podría formar durante el tramo por construcciones en esta vía, el conductor deberá continuar recto hasta tomar la salida hacia la carretera PR-149, en Juana Díaz.
De ahí, puede optar por la ruta de la carretera PR-14 hacia la PR-512 o continuarlo por la PR-149, que lo llevará hasta el barrio Jagüeyes, en Villalba, y lo conectará a la carretera PR-513 hasta PR-512.
Pero, ¿quieres desconectar de verdad? Pues, podrías tomar la ruta Panorámica PR-7722, desviándose desde la PR-52 por la salida 39 en Cayey.
Afortunadamente, estas opciones, y otras panorámicas, están disponibles en la aplicación Google Maps, que guía al conductor directamente al Salto de Collores.
Date la vuelta
Los portones están abiertos de 9:00 a.m. a 5:00 p.m.
Es necesario tener $10 en efectivo para pagar estacionamiento. Si quiere reservar un gazebo, debe llegar al lugar y consultarlo con don Lemuel, quien ofrece los pequeños por $40, los medianos por $50 y los más grandes por $90 o $100. Algunos de estos tienen parillas para los grupos que quieran cocinar y consumir alimentos en el área.
El propietario no tiene celular, por lo que no se puede reservar con anterioridad ni hacer transferencia monetaria a través de aparatos móviles.
Aun cuando el área es húmeda y las piedras pueden ser resbalosas, es relativamente fácil bajar hasta el charco, ya que hay una rampa de acero que conecta al cuerpo de agua. Al final de esta rampa, hay escalones para facilitar aún más el acceso. Por ende, es un área natural para el disfrute familiar con simple accesibilidad.
Es recomendable usar bloqueador solar, zapatos de agua, una bolsa para recoger sus desperdicios, una toalla y una muda de ropa.