Celebran 20 años de la beatificación del primer boricua
Para que Carlos Manuel Cecilio “Charlie” Rodríguez Santiago sea declarado santo faltaría la aprobación de un segundo milagro.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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En medio de la incertidumbre ocasionada por la pandemia del COVID-19, hoy la comunidad católica en Puerto Rico celebra dos décadas de la beatificación de Carlos Manuel Cecilio “Charlie” Rodríguez Santiago, el primer y único beato boricua y del Caribe.
Esto, luego de que la Santa Sede, bajo el pontificado de Juan Pablo II, le adjudicara un milagro que, por su intervención, fuera sanada la paciente Carmen Deliz Santana quien tenía cáncer terminal.
De acuerdo con Pablo E. Negroni Clavell, integrante del Círculo del Beato Carlos Manuel, para que el laico cagueño sea declarado santo faltaría la aprobación de un segundo milagro.
“Hoy celebramos con gran alegría y gozo dentro de la alegría pascual que ya fue beatificado. Ahora estamos en el proceso de estudiar un segundo milagro para su canonización. Para efectos, es el primer santo puertorriqueño”, explicó sobre el beato nacido el 22 de noviembre de 1918.
“También es el primer santo del Caribe y el segundo de Latinoamérica laico, ya que Juan Diego de Tepeyac fue el primer santo de Latinoamérica. Puede ser venerado en la iglesia doméstica puertorriqueña; una vez canonizado entra al canon de la iglesia y entonces, la iglesia universal lo puede considerar como santo también”, destacó.
Pero ¿quién era Carlos Manuel Cecilio?
“Cuando vemos la figura del beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago lo tenemos que ver como un apóstol laico que vivió y murió en olor de santidad. Era una figura cristocéntrica, de una vida ejemplar, no haciendo cosas extraordinarias sino haciendo extraordinariamente lo que entendió ser su vocación… un apóstol laico muy especial por su dedicación a la sagrada liturgia y a la vida de la iglesia”, manifestó.
“Su apostolado principal fue dar a conocer a Cristo para amarlo y hacerlo amar. Él no vivió su fe desde el banco de su iglesia Dulce Nombre de Jesús, sino que salió a la calle, a la periferia, caminaba para evangelizar, para hablar de Cristo con cualquier persona. Su ambición en la vida era que todos los hombres, cada uno de nosotros, pudiéramos encontrar a Cristo y amarlo en la liturgia”, agregó.
Asimismo, relató la importancia de su formación en el hogar donde fue inspirado en su amor por la liturgia.
“Hay que destacar que nosotros no nacemos santos, Dios nos santifica mediante la gracia del bautismo, pero esas primeras lecciones en la fe católica, él la recibió y experimentó desde muy temprano con su propia familia. En el proceso diocesano para su canonización que inició en junio de 1992 con la aprobación de la Santa Sede, su hermana menor, Sixta, en ese proceso dijo que cada uno de ellos (hermanos) chuparon del evangelio en el hogar al igual que la leche materna”, afirmó.
Estableció que durante el proceso de canonización iniciado en 1992 declararon 38 testigos a quienes el tribunal diocesano realizó más de 200 preguntas.
“El cardenal Luis Aponte Martínez, que en paz descanse, abre el tribunal y lo que se busca es que Carlos Manuel, la persona a ser considerada para la canonización haya vivido todas las virtudes de forma heroica y que su fama de santidad perdurara y, en efecto así fue porque en el proceso diocesano desfilaron 38 testigos, se hicieron 241 preguntas y todo eso se investiga y estudia se envía Roma”, recordó.
“En julio de 1997, san Juan Pablo II concede el título de venerable. Entonces se empieza a estudiar el milagro por intercesión de Carlos Manuel Cecilio, que en el 1981 de Carmen Deliz Santana, ella tenía un cáncer terminal y pidieron la intervención del beato Carlos Manuel y fue sanada completamente”, aseguró.
Al igual que muchos católicos en Latinoamérica, hoy Negroni celebra 20 años de la beatificación del cagueño Carlos Manuel Cecilio.
“Hoy es una fiesta grande para nuestra iglesia. Cuando digo que él vivió una vida santa y muere en olor a santidad; muere el 13 de julio de 1963 en olor de santidad y perfumado en liturgia”, confesó.
Por su parte, la Conferencia Episcopal Puertorriqueña en su carta pastoral del pasado 8 de abril, también expresa la importancia de este hecho histórico, aun en la emergencia de salud que amenaza a la comunidad mundial.
“Hoy que vivimos en medio de esta pandemia que amenaza la vida misma y cuando la sociedad está inmersa en diversas circunstancias complicadas y difíciles que generan incertidumbre e inseguridad a nivel individual y colectivo, el testimonio de vida y de fe de Carlos Manuel Cecilio nos llama a la confianza en la providencia divina”, dice parte de la misiva firmada por los obispos puertorriqueños.
“Por eso, hijos de esta tierra borincana contemplemos su vida, su identidad y entrega cristiana y permitamos que afloren a nuestros corazones la fe, la esperanza y la caridad que nos llenen del amor y la misericordia de Dios”, resaltaron los líderes de la Iglesia católica en Puerto Rico.