Celebran su primera Navidad juntos tras nueve años batallando contra el cáncer
Fue hace aproximadamente dos semanas, que los médicos de Kevin le dieron el alta del área de oncología.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Esta será la primera Navidad en que Kevin Joel Flores Vélez compartirá con toda su familia siendo un sobreviviente de cáncer, tras batallar por casi nueve años contra incontables tumores malignos que se alojaron en su cuerpo y amenazaron con cegar su vida desde que apenas tenía dos años.
La impactante historia fue coronada con un milagro inexplicable para la comunidad científica, cuando hace dos semanas, sus médicos en el St. Jude Children Hospital dijeron a sus padres, Ronald y Lissette, que ya su hijo no sería más un paciente de oncología, sino que pasaría a otra clínica que monitorea los efectos de la enfermedad a largo plazo.
Las lágrimas de agradecimiento brotaron por los rostros de este matrimonio ponceño que, en febrero de 2013, tuvo que dejar a sus otros cuatro hijos al cuidado de una de sus abuelas en Juana Díaz para viajar a Memphis, Tennessee, sin un tiempo definido, para tratar de salvar la vida del penúltimo retoño quien había sido diagnosticado con meduloblastoma en etapa 4.
“El 29 de enero de 2013, de camino hacia mi trabajo en Gurabo me llama mi cuñado Raymond Torres para decirme que Kevin estaba vomitando. Como a los 15 minutos, me llama Lissette para decirme que Kevin no se sentía muy bien y que no podía caminar, estaba desbalanceado. Al llevarlo a su pediatra Juan Rodríguez, lo envió de inmediato a emergencias. Para ese tiempo, el ojito derecho ya se le veía virado, no estaba viendo bien”, recordó el padre de Kevin Joel quien es programador de profesión.
“Rápidamente lo atendieron en el Hospital San Lucas de Ponce, para hacerle un Scan de la cabeza e inmediatamente se registró que él tenía una masa bastante grande y lo transfieren al hospital HIMA de Caguas donde le hicieron un MRI que tomó tres horas y ahí se determina que tiene un tumor sólido en su cabeza del tamaño de una china. Para ese tiempo tenía dos años y cinco meses”, agregó.
Tanta era la peligrosidad del tumor que lo llevaron a la sala de operaciones al siguiente día, pero el neurocirujano les advirtió que, si algo no salía bien, cerraría nuevamente la cabeza del infante para que sus padres pudieran pasar con él los últimos momentos de su corta existencia.
“Lo entregamos al Señor y oramos. A las tres horas y media, sale la enfermera y nos dijo que estuviéramos pendientes de que, el médico tenía que hablar con nosotros. Pensé lo peor. Me puso las manos en el hombro y me dijo: “Papá, tranquilo, que sacamos todo el tumor”. Me quedé en shock”, mencionó.
“Fue un alivio de corta duración porque faltaban los resultados de patología para ver si era benigno o maligno. Resultó que era cáncer, un meduloblastoma en etapa 4. Eso nos llevaría a pasar por el proceso de quimioterapia. Nos dijeron que eso sería a los 30 días para que se recuperara de la intervención”, expuso.
A solo días de la delicada intervención, Kevin Joel dio un cambio radical pues, según sus progenitores, antes de la operación su hijo no jugaba, no corría ni se trepaba en los columpios.
“A los tres o cuatro días de la cirugía, ese niño dio un cambio total, trepaba paredes, se trepaba en los columpios, jugaba, fue un cambio increíble. Sin embargo, cuando regresamos al hospital, los médicos nos aconsejaron empezar rápido las quimioterapias, pero yo sentía una inquietud de buscar alternativas”, sostuvo.
Así que llamaron a diversos hospitales especializados en cáncer pediátrico, pero, al contestar de St. Jude, les dijeron que era bien difícil admitir el caso porque no había espacio. Aun así, los padres de Kevin enviaron la documentación requerida y asombrosamente fue aceptado.
“Gracias a Dios, todo lo que vivimos en los próximos seis o siete meses, la quimioterapia funcionó y le preservó todos sus movimientos, todo su cuerpo estaba bien. Sin embargo, cuando repiten el MRI, en siete semanas el tumor había crecido la mitad del tumor original. Se determinó que su cáncer era agresivo. Se sabe que el meduloblastoma es el cáncer más mortal en niños. La expectativa de vida era de un 50%”, resaltó Lissette.
“Luego le extirparon un 9% de su cerebelo y el doctor dijo que su lado izquierdo iba a quedar paralizado. Pero Kevin abrió los ojos y con su mano izquierda se rascó la nariz. Llegaron todos los médicos y el neurocirujano dijo que no había visto eso nunca. Ha sido milagro tras milagro”, añadió.
Al recordar la angustia que vivieron durante la mayor parte de la vida de Kevin Joel, Lissette resaltó que “han sido más de ocho años de malas noticias a buenas noticias y de buenas noticias a malas noticias porque nos dicen que hay tumores que el médico no pudo quitar, están muy dentro de la cabeza pues, el cirujano dijo: “No los puedo sacar”.
“Varios meses después nos dicen que los tumores seguían creciendo, que el tratamiento no estaba funcionando. Es la primera vez que nos dicen: ‘Ya Kevin no tiene alternativa. Váyanse para Puerto Rico de vacaciones y pasen un último verano juntos y regresan en agosto para reevaluar lo que vaya a pasar’. Antes de regresar a Puerto Rico le dieron un tercer tratamiento por boca y como tenía tres añitos, tuvo que aprender a tragar pastillas gigantescas”, detalló.
“El día de su cumpleaños tuve que llevarlo a emergencias y allí le dio una convulsión y se determina en el MRI que en ese tiempo los tumores se extendieron desde su cabeza que estaba forrada de tumores y como no podía contener la cantidad de tumores y las células con cáncer, se extendieron y fueron bajando hacia su cordón espinal. Por eso era que tenía dolores porque los nervios en su columna vertebral estaban enviando señales de dolor. Estaba metatizado, la cabeza y el cordón espinal”, narró.
De esa manera, esta pareja revivió otro episodio trágico pues las autoridades médicas, por segunda vez, le dijeron que el niño no sobreviviría el procedimiento tras intubarlo para pasar la noche. Pero ya Kevin estaba agonizando de tanto dolor.
“En ese momento estábamos en Puerto Rico y ahí no tenían los recursos para que nuestro hijo muriera sin dolor. Los recursos estaban limitados. La única alternativa era traerlo a St. Jude para que si iba a fallecer muriera sin dolor. Pero el traslado costaba $30 mil. Le pedí a Dios que, si él iba a morir, muriera sin dolor. Me dijeron que consiguiera una ambulancia aérea y la más económica costaba $30,750 y tenía que ser cash con una transferencia de banco”, explicó Ronald.
“Recuerdo que me frustré porque mi hijo estaba pasando por una crisis. Un amigo mío que es cantante cristiano contactó a un amigo y así se formó una cadena de ayuda y Dios hizo algo increíble. En menos de 12 horas, yo tenía en mi cuenta de banco casi $32,000 pero cuando iba a hacer el pago habían $28,000 porque el restante estaba en cheques. No me querían dar el servicio y Kevin estaba sufriendo demasiado”, confesó.
La desesperación llevó al joven padre a tirarse de rodillas clamando a Dios que se llevara a su hijo para que no siguiera sufriendo, pero, 15 minutos después ocurrió otro milagro. Era el hombre de la ambulancia aérea diciéndole que alguien había pagado todos los costos.
De esa manera, lo trasladaron a Memphis nuevamente a donde le dieron radiación.
“Esa noche iba a fallecer, su cerebro estaba tan herniado por la radiación que ellos entendían que no iba a pasar la noche. Deciden intubarlo. Ahí dependíamos de la mano de Dios. No había inteligencia ni conocimiento humano que lo liberara de esa crisis, solo la mano de Dios lo podía hacer”, lamentó la mujer.
“Recuerdo que mi esposo escribió un mensaje en Facebook notificando que la ambulancia aérea había sido pagada en su totalidad y queríamos devolver el dinero a todo aquel que nos ayudó. Y para nuestra sorpresa, todo el mundo nos dijo que nos quedáramos con ese dinero porque ese es el dinero que los va a sostener durante todo ese tiempo. Y vimos nuevamente la mano de Dios para tener el sustento de mi familia en ese proceso”, acotó.
Sin embargo, los tumores se habían alojado en la espina dorsal, bloqueando la circulación y dejando al niño paralizado.
“Todavía tiene tumores, esa materia está ahí. Luego nos dicen que trajéramos los nenes de Puerto Rico para que se despidieran de él porque no iba a sobrevivir. Así lo hicimos pensando que ya iba a llegar el tiempo de que él partiera. A medida que pasaron los días fue mejorando de una forma que nadie se esperó. Meses después los médicos nos dijeron: ‘Esto no lo esperábamos. This is a miracle”, sostuvo la fémina emocionada por el resultado inesperado para los médicos, pero la respuesta por la que tanto habían clamado.
De hecho, fue hace aproximadamente dos semanas, que los médicos de Kevin le dieron el alta del área de oncología al revelar que el niño de 11 años es un sobreviviente.
Ahora Kevin acude a una escuela en el estado de Florida a donde se mudaron sus padres y hermanos desde el 2020.
“Está aprendiendo las letras, los números, te habla y te conversa una película completa. Es un niño feliz. Le encantan los robots y su vida son los legos. Le pedimos a Dios que haga el milagro, que termine de sanar su cuerpo si así es su voluntad, pero en el proceso hemos aprendido a depender de la fidelidad de Dios. Aunque mis ojos lo ven ahí en su sillita de ruedas, aun así, nosotros hemos entendido que todo obra para bien para los que amamos al Señor”, confesó Lissette quien con su esposo pastorea una iglesia en la ciudad donde residen.
“Aun en el proceso de mucha lágrima, de frustración, nos hemos desilusionado, hemos pasado tiempos difíciles, pero también hemos tenido oasis en medio del desierto. Hemos conocido amigos en medio del proceso, hemos abrazado padres en medio del dolor cuando han perdido a sus hijos, nosotros hemos estado ahí. Hemos entendido que la fidelidad de Dios no se detiene”, resaltó su padre.
Cuando esta familia se despierte para compartir los regalos del día de Navidad, habrá recibido el mayor obsequio de toda su existencia: estar todos juntos celebrando la vida de uno de los suyos.
“En St. Jude, los médicos siempre nos enseñaron a no pensar en el mañana sino en el hoy. Un día a la vez. Pero este año es uno de los primeros años que podemos pensar en el futuro, de que independientemente lo que pase en el futuro podemos estar tranquilos de que Dios hizo un milagro. Esta Nochebuena la vamos a pasar en familia.
Este año vamos a celebrar en la casa que Dios nos ha regalado”, expresó.
“Las cosas no están escritas en piedra. Dios es capaz de cambiar cualquier diagnóstico, tenemos un Dios de cambiar cualquier historia desde la más difícil, la más triste. La fe va por encima de lo que ves”, concluyó.