Celulares rigen las escuelas públicas

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
PUBLICIDAD
Nueve de la mañana. Clase de matemáticas. Vibra un celular. José lo contesta y habla en susurros.
José: “Hello. ¿Qué pasa pai?” Pedro: “Qué es la que, con el examen. Lo estoy esperando”.
José: “Chacho, es que la maestra está pendiente, pero ya mismo te envío una foto del examen o la clave por text”.
Situaciones como ésta se viven día a día en las aulas de las escuelas del país, a pesar de que el uso de los teléfonos celulares está prohibido, tanto dentro de los salones como en los predios escolares, según el Reglamento General de Estudiantes del Departamento de Educación, así como en la mayoría de los reglamentos de las escuelas.
Según las maestras María Rodríguez, de la escuela superior José Gautier Benítez de Caguas, y Yairelis Lugo y Banery Mujica, ambas de la escuela Petra Zenón de Fabery de Trujillo Alto, atrás quedaron las “droguitas” en pedacitos de papel, que se escondían discretamente en los relojes, o el uso de las gomas transparentes para escribir en ellas. Los avances tecnológicos les proveen a los estudiantes un sinnúmero de herramientas para engañar a los educadores.
“Los estudiantes saben que están prohibidos, pero hacen caso omiso. Se han convertido en una herramienta para retratar exámenes, enviarse textos con la clave o con el material que viene en la prueba”, relató Rodríguez, maestra de español.
Aunque el utilizar los celulares para “robarse una nota” es una falta grave, las educadoras entienden que más preocupante es aún que con los teléfonos móviles los jóvenes se exponen a mucha violencia y sobre todo a pornografía.
“Cada incidente de violencia, peleas, discusiones, ellos las graban y se las pasan unos a otros de lo más campante. También se pasan fotos y vídeos pornográficos. Es algo horrible”, agregó Rodríguez, quien tiene 30 años de experiencia.
Sobre la pornografía les llama la atención a estas maestras que ya no es sólo material que bajan de Internet, sino que son los mismos estudiantes los actores principales.
“Los padres no entienden que con un celular lo que les están entregando a sus hijos es la perdición. Antes nuestra preocupación principal eran las droguitas (papelitos para copiarse), que eso también pasa, pero es lo menos que nos está preocupando ahora. La pornografía que esos estudiantes tienen en los teléfonos, eso sí es alarmante. Y no son los varones nada más. Ya la pornografía no es como antes, que era algo que bajaban por Internet; no, ahora son ellos mismos. Se tiran fotos, se producen vídeos”, relató Mujica.
Las maestras aceptan su responsabilidad. Ellas, por ejemplo, tienen política de cero celulares en sus clases. No obstante, reclaman que los padres son los responsables de esta problemática.
“Los responsables en gran medida son los padres. Les dan un celular y asumen que sus hijos tienen la madurez para manejarlos. No se preocupan por qué uso le dan. No les chequean el material que tienen en ellos. En vez de una herramienta para resolver cualquier emergencia, se está convirtiendo en un gran problema de seguridad en las escuelas y los padres no lo ven así”, agregó Mujica.
El que aparezca prohibido en el reglamento no es suficiente para que los estudiantes respeten el mandato. Todo el personal de las escuelas y los padres deben reforzar la política de cero celulares.
“Sé que lo de los celulares no lo vamos a resolver. Ellos lo van a seguir trayendo porque los papás se metieron en la mente de que es una cuestión de emergencia. Así que hay que enseñarles que hay una responsabilidad y tiene que haber cooperación de los maestros y la casa”, dijo Mujica.