Científicos de agencias federales, locales y de grupos sin fines de lucro trabajan en la restauración de los arrecifes de coral que rodean a Puerto Rico y que fueron afectados por las fuertes marejadas provocadas por los huracanes Irma y María en septiembre pasado.

Según dijo hoy a Efe el científico marino Ernesto Díaz, director del Programa de zona Costera del Departamento de Recurso Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico, el trabajo de reconstrucción de estos ecosistemas arrancó después del paso de Irma el 6 de septiembre por parte expertos de dicha agencia y de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Luego del paso de Irma, las labores de reparación en las llamadas "selvas del mar" se concentraron en pegar 5,000 fragmentos de arrecifes vivos que fueron afectados en el este y noreste de Puerto Rico y las islas-municipios de Vieques y Culebra.

Sin embargo, los trabajos se detuvieron por el huracán María, que pasó dos semanas después de Irma.

El DRNA estimó en 2007 que el valor de los arrecifes de coral del noreste de Puerto Rico era de cerca de $1.800 millones.

"No se ve bien la cosa, pero las agencias y los científicos estamos preocupados y ocupados en reparar la mayor cantidad de arrecifes y desarrollar los proyectos de restauración", dijo Díaz.

Como parte de la evaluación de daños a los arrecifes, el Gobierno de Puerto Rico solicitó fondos a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) para sufragar gastos.

Fue entonces, según dijo Díaz, que FEMA asignó $850,000, marcando la primera vez en la historia que la agencia federal aporta ayuda económica para la evaluación de daños y ejercicios de pegamento de los arrecifes o fragmentos de unidad.

"Es un cambio de paradigma para las aseguradoras que ya se han dado cuenta que los sistemas naturales sufren, situación que los científicos llevamos diciendo por décadas sobre los arrecifes como defensa de las áreas costeras", indicó Díaz sobre estos cuerpos.

Los equipos de evaluación encontraron daños estructurales a corales individuales y a los arrecifes, al igual que grandes acumulaciones de sedimento, lo que puede evitar que los corales reciban suficiente luz del sol.

Y los arrecifes, además de ser afectados por las fuertes marejadas provocadas por los huracanes Irma y María, ya estaban en muy mal estado debido al calentamiento global y la acción humana, lo que ha llevado a expertos a denunciar el peligro que corre ese ecosistema.

Algunos de los trabajos de restauración de los corales se han llevado a cabo en la isla de Culebra, donde a unos 15 pies (5 metros) de profundidad, los científicos cavaron los fragmentos de coral vivo, limpiaron las piezas dañadas con cepillos de alambre y los guardaron en un contenedor, en un área libre de arena y piedras.

Abordo de una pequeña embarcación, los miembros del equipo de restauración preparaban el cemento con resina de epoxi.

Luego, un grupo de buzos bajaba la mezcla de cemento en cubos al fondo marino, desde donde sacaban los corales del contenedor y los unían al arrecife.

Los arrecifes de coral funcionan como amortiguadores del efecto de oleaje, particularmente ante huracanes y con relación al aumento en el nivel del mar, detalló Hernández, quien mencionó que existe evidencia científica de que los primeros de estudios de estos ecosistemas de Puerto Rico se remontan al siglo XIX.

Por ello, su restauración ecológica juega un rol cada vez más relevante para la recuperación de la pesca, la rehabilitación de la biodiversidad y de los paisajes submarinos y como barrera natural de protección de la costa.

Las escorrentías vertidas, entre otros efectos, provocan la muerte del coral y aguas turbias, lo que perjudica a los arrecifes, que para su supervivencia necesitan claridad.

Díaz agregó que para el próximo 10 de mayo, el DRNA tiene que tener listo un informe oficial sobre los daños encontrados en estas maravillas naturales.