Juan Arriaga acudió temprano a comprar alambre y soga para proteger una propiedad suya localizada a orillas del mar en Santa Isabel.

"Espero que no pase nada y que el Padre celestial nos proteja", afirmó Arriaga mientras acomodaba en su auto una cantidad sustancial de soga amarilla adquirida en una ferretería de Bayamón.

Desde esa ciudad emprendería viaje hacia el Sur, poco antes del mediodía, para asegurar la casa con techo de metal. "Aunque se pierda la soga, lo importante es que no se dañe la casa", al recordar que durante un ciclón pasado la estructura se afectó y "tuve pérdidas".

"Esta (tormenta) tiene vientos de 60 a 70 millas", comentó, para luego proceder a pesar la soga. Había enrollado siete libras y media que se vendían a $2.50 por libra. También compró alambre antes de dirigirse a Santa Isabel.

Otros ciudadanos en ferreterías de la zona metropolitana visitadas temprano en la mañana dijeron a este medio que estaban preparados para el mal tiempo y en su mayoría compraron baterías, linternas y agua embotellada.

 A media mañana, en Home Depot de Plaza del Sol, también en Bayamón, una empleada ayudaba a mover dos pesados generadores de electricidad comprados por una compañía privada. En ese momento pocos clientes procuraban paneles u otros materiales para proteger puertas y ventanas.

 Sin embargo, el agua embotellada era uno de los productos más solicitados en negocios de Bayamón, Toa Baja y Cataño por consumidores que se preparaban para el mal tiempo asociado al paso de la tormenta Chantal por el sur del país.

Durante un recorrido por varios comercios, principalmente supermercados y ferreterías, la mayoría de los ciudadanos compraba agua embotellada por cajas, pero otros llegaban con sus galones vacíos y optaban por llenarlos con agua filtrada en máquinas instaladas cerca de entradas a grandes almacenes.

“Vengo desde Levittown, pero todas las máquinas están sin agua”, dijo Diana Lugo, quien finalmente pudo llenar varios galones en una máquina que operaba parcialmente frente al Sam’s Club localizado cerca del Parque de las Ciencias.

 En ese lugar, el aparato solo aceptaba monedas y para llenar envases de cinco galones era preciso depositar $2.00 para activar el chorro del líquido filtrado.

Christian Benítez llegó con su pequeño hijo desde Levittown para llenar varios envases, y relató también que había visitado varios comercios antes, pero al momento las máquinas suplidoras del agua estaban inoperantes.

Antonia Núñez, residente en Cataño, por su parte, compró temprano una caja con varios galones de agua embotellada, pero también se llevó cajas de pollo fresco porque estaba segura de que la tormenta no provocaría apagones.

“Dios es bueno y no se va ir la luz”, sostuvo Núñez sonriente, al asegurar que no estaba preocupada por el mal tiempo que se avecina.

Mientras, Marisol Ramos, vecina del barrio Ingenio en Toa Baja, acudió temprano a la ferretería para comprar baterías y una linterna nueva porque en su vecindario suelen ocurrir apagones durante las tormentas y otros fenómenos atmosféricos.

“Cuando se va a la energía eléctrica, hemos estado sin luz hasta por una semana”, dijo Ramos, quien tenía previsto comprar también agua embotellada y leche en cajitas.

Contrario a otros períodos, en el recorrido no se observaron personas comprando paneles y generadores de energía, pero en la ferretería National, en Cupey, José Estrella explicó a este medio que tenían varios modelos disponibles.

 Mientras inspectores del DACO revisaban las gondolas del citado comercio, Estrella comentó que muchos clientes prefieren el generador con capacidad de hasta 4,000 vatios porque le permite poner en operación la nevera y otros aparatos eléctricos de la casa.

Aunque en la mañana en ese negocio la gente procuraba principalmente linternas y baterías, Estrella observó que además de los generadores disponibles, que operaban con gasolina, tenían en venta los cables y el interruptor (transfer switch) indispensable para poner a operar las plantas.