Un edificio flotante.

Con más de 5,000 “inquilinos”, un “edificio” de 15 pisos se desplaza por el mar Caribe, y una de sus paradas es Puerto Rico.

Al entrar al crucero Freedom of the Seas es inevitable desconectarse y olvidarse del mundo exterior. Los problemas y las preocupaciones se quedan en el muelle y se niegan a abordar.

Es considerado actualmente el crucero más grande del mundo que navega los mares. Y el martes hizo su primera parada en aguas boricuas.

“Es bellísimo, tiene un glamour y belleza que los Royal Caribbean suelen tener. No parece que estás en un barco, sino en un edificio”, opinó el secretario de Estado y director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos, Fernando Bonilla.

Afuera, curiosos tomaban fotos y admiraban la impresionante nave, que mide 208 pies de alto, 28 pies de profundidad, 126 pies de ancho y pesa 160 mil toneladas. De largo mide 1,112 pies, por lo que si se colocara sobre tierra en forma vertical, sería más alto que la Torre Eiffel, en París, o el edificio Chrysler, en Nueva York.

“Es hermoso. Fantástico. Está fenomenal”, expresó Roland Corriveau, quien viajaba con su familia, procedente de Canadá.

El director de ventas de A&A Tours, José Morales Crosas, indicó que la embarcación tiene cabida para 4,375 pasajeros y para más de 1,000 tripulantes. Destacó que la familia Freedom de la línea de cruceros Royal Caribbean es 15 por ciento más grande que la familia Voyager, también de Royal Caribbean. El más conocido en Puerto Rico de los Voyagers es el Adventure of the Seas, que es “el barco de la familia puertorriqueña”.

El Freedom of the Seas es similar al Adventure of the Seas, pero más grande y con nuevas amenidades. El Adventure lleva 3,114 pasajeros, pesa 138 mil toneladas y mide 1,020 pies de largo.

Al igual que el Adventure, el Freedom of the Seas tiene 15 niveles, una “calle principal” llamada Royal Promenade, con tiendas y lugares de comer, la pista de patinaje sobre hielo, el Champagne Bar en el área del vestíbulo, la pared para escalar, la piscina para adultos Solarium, patinaje en línea, campo de minigolf, el Casino Royale, el restaurante Johnny Rockets, discoteca, la capilla Skylight Chapel y la cancha profesional de baloncesto y voleibol.

En la recién estrenada nave, en la que resaltan detalles multicolores, también hay una piscina para surfear llamada FlowRider, y un cuadrilátero de boxeo en el gimnasio.

Dos espectaculares jacuzzis sobresalen a 12 pies a los laterales del barco, a más de 100 pies de altura sobre el nivel del mar, con cabida para 14 personas en el área del spa.

En el Royal Promenade, que mide 500 pies de largo, están las tradicionales tiendas, bares y lugares para comer, además de una barbería, un establecimiento de ropa deportiva, una heladería de Ben & Jerry's y una cava de vinos.

Para los niños, está el H2O Zone, que consta de piscinas de poca profundidad con muñecos multicolores que botan agua.

También tiene una Presidential Family Suite, con cuatro cuartos, seis baños, sala, comedor y balcón. Tiene cabida para 14 personas.

Este barco tiene dos rutas que empiezan y terminan en Miami, Florida.

Una va a Puerto Rico, St. Thomas, San Martín, y regresa a Miami. La otra va hacia Labadee en Haití; Ocho Ríos, Jamaica; Gran Caimán; y Cozumel, México. El precio por viaje comienza en $999 por persona y la travesía dura una semana.

“El barco está perfecto. Es más moderno y un poco más grande”, dijo Roberto Bravo mientras abordaba la nave junto a su esposa y su madre, naturales de México.

La familia Freedom la completa el Liberty of the Seas y el Independence of the Seas. El primero inaugura su ruta oficial el 26 de mayo, cuando también pasará por la Isla. El Independence inaugurará en diciembre de 2008, y pasa por San Juan. Cada uno costó $870 millones.

Pero ya Royal Caribbean se prepara para hacer otro barco aún más grande. El Génesis estará listo en el 2009 y será 40 por ciento más grande que la familia Voyager. Cuesta más de $1,000 millones y tendrá capacidad para 5,400 pasajeros.