Comer con magia y con maña
Indicó a este diario que siempre procura comprar vegetales y frutas y los alimentos necesarios para una buena alimentación.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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La comida está tan cara y el bolsillo de los puertorriqueños tan encogido que tienen que hacer malabares al momento de hacer la compra, sacrificando -en muchos casos- la calidad y el balance nutricional de los alimentos que sirven en su mesa.
“Los chavos no dan”, indicaron varios consumidores a Primera Hora, admitiendo que hay alimentos de alto valor nutricional que han tenido que eliminar. A muchos se les dificulta hacer ajustes en la canasta de compra en estos tiempos de vacas flacas.
Nilda Nin, quien hacía su compra en un supermercado de San Juan, indicó a este diario que siempre procura comprar vegetales y frutas y los alimentos necesarios para una buena alimentación. En su caso, su pensión se lo permite.
Carmen Sánchez, en tanto, lamentó que “la comida está un poquito cara”.
¿Y cómo se las ingenia?
Eliminando muchas cosas. Eliminé un poco de carne que es lo más caro. Eliminé los antojos, los bizcochitos y esas cosas. Ahí luchando. Tratando de estirarlo.
¿Qué alimentos son imprescindibles?
Pues la carne, la leche, pan, galleta y queso.
¿En cuánto le sale la compra?
Como en $75 al mes. Yo hago la compra cuando se van acabando algunas cosas.
¿Echa algo de menos?
Sí. Algunos lujitos y gustitos como salir a comer fuera, lo que representa un ahorro de $100. Si uno sale con los nietos o con un hijo, uno es el que paga.
Bárbara Ortiz pagó por su compra $125, aun cuando eliminó muchas cosas. Es consciente de lo que hay que comer para estar saludable.
“Estoy un poquito enferma en estos días. Compré maltas, leche, frutas.... es lo más caro. Ahora las frutas son más caras”.
¿Cuánto le dura la compra?
Yo la tengo que estirar un mes.
¿Cómo lo hace?
Magia. Haciendo magia con mi organismo.
Yoli Castro fue franca: “No hay forma de cambiar unos hábitos, como es dejar de consumir carne”.
Ella dice que es difícil modificar la creencia de que “si uno no come carne, no ha comido”.
“Costó mucho y son muy pocas cosas”, comentó a Primera Hora, refiriéndose a la compra que llevaba en su carrito.
“Aquí nada más yo tengo prácticamente para hacer una lasaña. Todo fue un total de $93. O sea, te estoy hablando de picadillo, carne molida para la lasaña. No compré nada más en carne. Unos enlatados, dos cajitas de leche. Pues, detergente, que siempre hace falta. Es demasiado, demasiado. No comparan los sueldos con lo que se gasta en comida”.
¿Ha eliminado productos?
He tenido que eliminar los snacks para los muchachos. Ya no existen los snacks. Varias frutas, porque la verdad es que están caras y se dañan. Eliminé las bebidas, los refrescos y los jugos. Tomamos agua. Es más beneficioso porque es más saludable el agua que los refrescos. Nos estamos acostumbrando a eso. Uno estaba acostumbrado a muchas cosas que tenemos que eliminar.
¿Qué mantienes?
Las carnes, aves y pescado. Eso es básico. Pues ahora, mucho arroz. Es un lujo hoy que haga lasaña. El arroz y habichuelas, no es lo que usualmente comíamos. Comíamos muchos vegetales, pero no se puede. No hay quien los costee. Hay que adaptarse a eso.
¿Cuánto gastas al mes?
Gasto $100 semanales. Es limitado. Te digo que si me falta la sal, voy y la compro. Boberías así.
Al comentarle que con solo cuatro onzas de carne se suple la proteína necesaria, por lo que no hay que comerse un pedazote de carne, ripostó: “Sí, pero para eso tenían que habernos educado de esa manera. En casa se come mucha carne de res y pollo. Tú le quitas un trozo de carne y no les estás sirviendo comida, según ellos”.
Son cinco onzas nada más.
Eso en blanco y negro es una maravilla. Llévalo a la realidad: no existe así.