La temporada del anidaje de la tortuga más grande del mundo y en peligro de extinción, el tinglar, ya comenzó en las costas borincanas, periodo en el que se augura lleguen a dejar sus huevos alrededor de 1,300 de estos reptiles.

El coordinador del proyecto de tortugas marinas del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), el biólogo Carlos Diez, reveló que el primer anidaje documentado ocurrió el pasado 20 de febrero.

Se espera que poco a poco estas tortugas continúen aumentando su presencia en las playas de la Isla, hasta que lleguen los meses de abril, mayo y junio, época pico de este proceso que se repite cada año. La temporada concluye con últimas eclosiones, que se reportan entre agosto y septiembre.

“El tinglar tiene un comportamiento bienal. El individuo viene cada dos años. Esperamos que esta temporada sea como la del año antipasado (2019). Obviamente, esperamos que sea un año exitoso, más de esta cifra”.

Es que Diez está optimista de que se repita un fenómeno que ocurrió en el 2016, en el que más de 2,000 tinglares llegaron a las cálidas arenas puertorriqueñas a depositar sus huevos. Sin embargo, hace dos años se identificaron 1,292 nidos. Por ello, se prevé que se registre igual cantidad.

Cabe destacar que el pasado año pandémico, del 2020, se pudieron identificar 1,100 nidos.

Las tortugas nadan desde aguas frías de zonas como Cánada, el norte de Europa, así como de África. Completan el trayecto hasta la Isla si consiguen alimento, explicó Diez.

“Si no hay alimento, no regresa a la playa a anidar. Se queda alimentándose”, expuso.

Estos reptiles llegan, principalmente, durante la noche. Por tal razón, el DRNA prohíbe acampar en las playas, así como el que edificios y hoteles alumbren con luces blancas hacia el mar.

Si encuentra una tortuga nocturna, el biólogo recomendó alejarse y no encender luces, ya que las desorienta. “Simplemente, hay que darle su espacio”, dijo.

Si la tortuga llega de día, también se solicita que las personas saquen todo lo que pueda interrumpir su paso, como sillas de playas, y que se le dé su espacio.

En ambos casos, de inmediato, debe comunicarse con uno de los ocho grupos tortugueros registrados con el DRNA o llamar al Cuerpo de Vigilantes al 787-230-5550 para notificar el anidaje.

El experto dio un listado de recomendaciones para lograr que estas tortugas en peligro de extinción lleguen hasta un lugar seguro para anidar. Por ejemplo, no debe dejar basura en la playa, no puede transitar en fourtracks o cualquier otro vehículo por la arena, debe evitar poner iluminación intensa y de color blanco hacia la playa, así como no se debe desforestar la zona playera.

“Respete las áreas delimitadas y hagan caso en los letreros”, que identifican dónde hay un nido, destacó Diez.

“Eso no se hace, porque nos guste hacer prohibiciones. Es, simplemente, porque tenemos que dar a esa especie el espacio para que se puedan reproducir”, añadió el biólogo.

Sepa que, si molesta u hostiga a una tortuga, roba sus huevos o la mata, se expone a multas federales y estatales de hasta $25,000, así como a cumplir años de prisión. Es que por ser un animal en peligro de extinción hay leyes estatales y federales que la protegen.

En la Isla también está en vigor la “Ley de Contaminación Lumínica”. La misma establece que, aunque no haya tortuga, no se puede iluminar hacia la playa.

Para Puerto Rico y el mundo, este proceso de anidaje del tinglar es importante por el aspecto biológico y de biodiversidad, así como cultural, según explicó Diez. Por ejemplo, mencionó que “en el caso del tinglar se alimenta de agua vivas y desde el punto de vista hacia a nosotros (los humanos), pueden ocasionar erupciones a la piel. Ellas mantienen un control natural en el caso de las aguas vivas”.

También destacó que los cascarones que quedan tras la eclosión sirven de fertilizantes para la vegetación costera.

“Desde el punto de vista de biodiversidad, es como cualquier otro organismo. Si estamos en un carro, pierdes una goma, o sea, siguen desapareciendo las especies, el carro no va a correr, porque sigue perdiendo partes. Viendo ahora el cambio climático, hay disminución y enfermedades corales, huracanes y sequías más frecuentes”, comentó.

El funcionario añadió que, “desde punto de vista humano, es una especie fascinante, impresiona. Es la tortuga más grande del mundo. Puede ser un atractivo ecoturístico y traer mucho beneficio para la ciudadanía, hasta una terapia mental. Son una especie extraordinaria, que viene de la era de los dinosaurios y no ha evolucionado demasiado”.

Para sumar a todo lo mencionado, Diez reveló que los indios taínos la consideraban como un símbolo de la fertilidad.