Compañeros de niño herido en Rincón reciben ayuda especial-VÍDEO
En la escuela Conrado Rodríguez, de Rincón, nunca detectaron marcas de agresiones ni aislamiento del pequeño que hoy lucha por su vida.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Rincón. “Misi ¿tú sabes que “este” no vuelve? ¡Lo mataron, lo mataron!”. Esa fue la reacción inicial de algunos compañeritos de clase del niño de seis años que lucha por su vida en el Hospital Pediátrico, cuando se enteraron de la noticia de que su amiguito había aparecido dentro de un zafacón en la playa La Mojonera de este pueblo.
El grupo de uno 40 estudiantes del primer grado del programa bilingüe de la escuela Conrado Rodríguez tuvo que recibir ayuda emocional y psicológica de parte de trabajadores sociales del distrito, quienes les explicaron -según el protocolo- la situación que enfrenta el pequeño, víctima de un vil intento de asesinato.
Incluso, se les instruyó sobre cómo dar la voz de alerta cuando algo malo les pasa, de forma tal que los adultos puedan brindarles la ayuda y evitar una tragedia como la ocurrida el lunes, cuando inesperadamente su compañero de escuela apareció moribundo y con marcas en su frágil cuerpecito, como signos de haber sido atacado a golpes.
En la escuela todos los abordados por Primera Hora para conocer si el menor mostraba algún comportamiento extraño que pudiera dar indicios de maltrato, dijeron que el niño era “normal”.
El cuadro de personalidad que mostraba el menor de seis años en la escuela contrasta al que narraron los vecinos del residencial Santa Rosa, en Rincón, a donde fue a vivir con su madre, Janeli Lecona López, y su padrastro, Javier Álvarez Luciano, ambos acusados.
Vecinos del residencial aseguran que el niño nunca jugaba con los demás y que aparentaba estar sedado y “secuestrado” por el padrastro, a quien se le imputa haber intentado asesinar al niño y haberlo maltratado. La misma versión la sostiene un allegado de Álvarez Luciano, quien en condición de anonimato aseguró que en la casa al niño no lo dejaban ni salir.
“Lo guardo en mi corazón. Porque el día que vino a firmar el compromiso con padrastro y mamá, él venía tan asustado porque no hablaba español. Cuando vio que yo le hablaba inglés, me preguntó si me podía abrazar. Me agarró por la cintura y me dijo que ya no le tenía miedo a la escuela y que le gustaba la maestra nueva”, recordó Yolanda Méndez, la maestra de primer grado de la escuela Conrado Rodríguez, el primer día escolar del niño.
El menor vino a Puerto Rico con su madre desde los Estados Unidos, donde nació.
El último día que la maestra lo vio fue el viernes 23 de agosto, cuando lo entregó al padrastro y a su mamá a las 2:00 de la tarde, porque los maestros tenían reunión.
“Me dio un abrazo y se fue. Todos los días me daba un abrazo antes de irse”, rememoró Méndez.
Las incongruencias que han surgido durante los diferentes testimonios de personas allegadas al pequeño, cuya tutela hoy está bajo el Departamento de la Familia, levantan varias interrogantes entre muchos. El por qué nadie en la escuela alertó a las autoridades, es una de ellas. Pero la directora del plantel, Margarita Santiago, insistió ayer en que el niño “no presentaba en su cuerpecito ninguna marca visible de maltrato, si no la maestra lo hubiese reportado”.
Santiago confirmó que el niño llegó en agosto y fue matriculado en la escuela por su mamá y su padrastro.
La maestra de primer grado sostiene que el niño nunca se ausentó, a excepción de ese trágico lunes, día en que apareció dentro de un zafacón desnudo y malherido al borde de la muerte.
“El señor (Álvarez Luciano) traía al niño todos los días a las 7:30 de la mañana y me lo entregaba a mí. Le daba un abrazo al padrastro cuando lo dejaban. Nunca demostró que le tenía miedo. Y por la tarde venía (el) padrastro y (la) mamá y los dos se lo llevaban cada uno por la mano”, explicó.
Contrario a lo relatado por vecinos en el residencial Santa Rosa -donde vivió el menor en casa de la madre de su padrastro- sobre que al niño no lo dejaban relacionarse con otros vecinitos ni hablar con nadie, la directora sostuvo que “a pesar de que su idioma principal era el inglés, se comunicaba muy bien y se relacionaba con otros estudiantes. Por lo menos en la escuela socializaba y compartía. En el hogar, no sabemos”.
La última vez que lo vieron salir de su casa, los vecinos dijeron que fue el lunes en la mañana, acompañado de Álvarez Luciano.
El menor mostraba un brazo aparentemente fracturado, colgando de un pañito, y el padrastro llevaba consigo una mochila y un bate.
Un familiar de Álvarez Luciano le preguntó que a dónde iban y supuestamente este respondió que iban al médico.
Sobre el bate, el imputado supuestamente dijo que lo llevaba para dárselo a su otro hijo de 12 años, quien no vive con él.
Un bate de madera fue encontrado en la escena del crimen y es parte de la evidencia en este caso.