Con besos sellan el último adiós

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 18 años.
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Con un beso sobre el impecable ataúd de madera oscura se despidió de su hijo varón Yolanda Benítez.
Con el mismo gesto le dijo adiós por última vez a José Félix su hermana Carolina.
“Lo voy a dejar aquí solo”, replicó con la mirada perdida y entre sollozos Benítez, mientras los empleados del cementerio Puerto Rico Memorial, en Isla Verde, comenzaban a prepararse para sepultar el cuerpo del talentoso joven.
La familia se marchó del área antes que el féretro, cubierto de punta a punta por una corona de flores blancas, fuera sepultado.
Sus rostros, incluyendo el de su padre José E. Alegría, lucían desencajados, atribulados. Venían de una misa oficiada en la Iglesia San Jorge en Santurce.
Su dolor no era para menos. Perdieron a su único hijo varón, de 22 años y recién graduado de la Universidad de Harvard, en Boston, donde estudió ciencias políticas y economía.
A mediados del mes en curso se supone que se uniera al equipo de trabajo de la casa de corretaje Goldman Sachs en Nueva York.
Ayer las palabras de elogio hacia la vida y logros de José Félix, sobrino nieto del ex director del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) Ricardo Alegría, sobraron por parte de sus amigos de escuela y universidad y de sus más allegados.
José Félix encontró la muerte el viernes en la madrugada en medio de un accidente automovilístico. Según la investigación policiaca, éste no llevaba puesto el cinturón de seguridad, por lo que salió expulsado del vehículo que manejaba tras chocar con un poste del tendido eléctrico, un árbol y luego una verja.
La lluvia amenazaba con caer cercanas las 2:15 de la tarde. Aun así decenas de personas llegaron al camposanto para decir adiós. Todos vestidos de negro y blanco.
El duelo estuvo a cargo de su hermana Carolina y de Juan Antonio Ramos, amigo de estudios.
Para ella la pérdida es irreparable. Justo ahora era cuando comenzaba a tener una relación más estrecha con su hermano, quien le llevaba cuatro años, y el destino se lo arrebató de su lado.
Recordó lo mucho que “peleaban” cuando eran pequeños y cómo él siempre la botaba de su cuarto cuando estaba con sus amigos.
Ahora la historia era diferente. “Ahora que estoy más grande empezábamos a salir juntos, a hablar más, me invitaba a ir al cine. Yo fui a Boston y cenamos juntos...”, dijo con envidiable entereza.
Indicó que su hermano era un “sobreprotector” y no le gustaba que bailara. “Pero yo sé que me quería mucho”, añadió.
Lamentó que ninguno de los dos fueran personas de expresarse lo que sentían uno por el otro. “Nosotros dos no éramos muy sentimentales, nunca nos decíamos te quiero ni nos abrazábamos mucho, pero yo estoy súper orgullosa de él y lo quería un montón”, terminó diciendo entre sollozos mientras su madre le pasaba la mano derecha por la espalda baja en señal de apoyo.
“Cuando estábamos más close...”, dijo.
Juan Antonio Ramos, quien compartió dos años con José Félix en la universidad, quiso dejarle claro a su amigo que, aunque no siempre estuve con él físicamente, sí lo tuvo siempre presente en su pensamiento.
Les hizo saber a los progenitores de su entrañable amigo que cada minuto que compartió con José Félix fue de una calidad extraordinaria. “Él era una persona que cada interacción valía un millón”, apuntó el joven.
“Cualquiera se hacía humilde al lado de él. Era un privilegio tenerlo como amigo y fue un privilegio conocerlo”, indicó Ramos, quien el miércoles cenó con Félix.
En esa comida hablaron literalmente de todo. “Él fue un buen hombre”, terminó diciendo en inglés.
Fortaleza y esperanza fue el último pedido que lanzó al cielo el padre Ricky Gerena para la familia Alegría Benítez. “Bendícenos a nosotros y a nuestro hermano que ahora vamos a enterrar para que vuelva a la tierra de donde fue sacado con la fe puesta en la resurrección de Cristo”, señaló el sacerdote.
Con el rezo de un padrenuestro fue despedido José Félix.