La hija y madre de Ashley Marie Torres Feliciano vieron hace cinco años, por última vez, a la joven confinada, durante la única visita que le han podido hacer al centro correccional. Sin embargo, dos días antes de Navidad, se reencontraron a través de una pantalla gigante, y, en su breve conversación, reinaron las palabras de agradecimiento y afecto.

“Los amo… Nashaly (hija de Torres Feliciano) estás bella. Vamos a ver si este milagro se cumple. Estoy superansiosa y superdesesperada. Quisiera pasar estas navidades con ustedes, pero vamos a ver qué pasa esta semana a ver si nos dan esa contestación que tanto estoy esperando”, le dijo la joven de 28 años a su familia.

Torres Feliciano fue sentenciada, en 2009, a cumplir 111 años de cárcel tras haber sido hallada culpable por, presuntamente, ser coautora, junto a su entonces pareja, del asesinato de su hermano. En las pasadas semanas, surgió una campaña para que la gobernadora Wanda Vázquez Garced, antes de dejar su cargo, indulte a la joven que está presa desde los 16 años.

“Mami, gracias por siempre estar ahí y por cuidar a mi hija. A pesar de todas las cosas que han pasado, siempre serás mi madre. No importa lo que haya pasado porque es pasado; estamos en el presente”, le expresó a su madre, Lucrecia Feliciano.

En el intercambio de palabras que tuvo con su hija Nashaly Enid Quirindongo- quien al momento de los hechos tenía dos años-, la confinada quedó impresionada por el crecimiento de la hoy adolescente de 13 años.

Feliciano precisó que Quirindongo es reservada y que, en pocas ocasiones, habla sobre su madre.

“Ella es calladita. No me dice sobre su mami; parece que ella lo lleva dentro. Ella ve las noticias… pero no me ha dicho nada. No sé, si tal vez cuando su mami salga, sea una emoción (para Quirindongo)”, destacó Feliciano en entrevista con Primera Hora.

No obstante, está segura de que este encuentro servirá para abrir un diálogo sobre Torres Feliciano. Indicó que la adolescente desconocía la razón por la que su madre había sido encarcelada hasta hace un tiempo, cuando comenzó a resurgir el caso en los medios de comunicación.

Esta reunión, como la de otras diez familias, surgió a partir de una alianza entre la Fundación Azriel del exreguetonero y pastor Héctor Delgado y el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) para entregar regalos a los hijos de las confinadas y con el fin de que estas compartieran, virtualmente, con sus seres queridos a pesar del distanciamiento físico impuesto por el COVID-19.

Por su parte, Torres Feliciano le manifestó a su madre, con mucho orgullo y emoción, que aún cumple la promesa de dejarse el cabello crecer.

“Cuando yo fui a verla, le dije: ‘Ni te cortas tú el pelo ni yo me lo voy a cortar porque tú vas a salir’”, recordó Feliciano, al destacar que lo harán juntas luego de que su hija sea liberada.

Para esta madre y abuela, estos años han sido complejos por la pérdida de su hijo y la sentencia de Torres Feliciano.

“No es fácil seguir bregando con la nena pensando en mí y en lo que perdí”, resaltó con lágrimas en los ojos.

El hombre que fue señalado como la persona que hizo la herida mortal, Steven Quirindongo, fue convicto por asesinato atenuado y sentenciado a 100 años menos de cárcel que Torres Feliciano.

“Por favor, gobernadora. Se lo pido de rodillas y ante Dios que me le den ese indulto a mi hija. Si ella (Vázquez Garced) dice que sí, va a ser el regalo más lindo que ella me va a dar a mí”, subrayó Feliciano.

La promesa del reencuentro

De la misma forma que familias puertorriqueñas esta Nochebuena o mañana- día de Navidad- celebrarán en grupos pequeños o virtualmente, reclusas del Complejo Correccional de Bayamón vieron- muchas de ellas por primera vez desde marzo- a sus hijos y familiares.

“Yo estaba durmiendo porque yo pensaba que no iban a venir y, de momento, me dijeron que estaban ahí (sus padres y cuatros de sus seis hijos)... me encontré con una gran sorpresa. (Estoy) muy emocionada”, manifestó Franscheska Morales Rodríguez a Primera Hora, quien lleva casi tres años bajo la tutela del DCR.

Antes del inicio de la pandemia, sus hijos- quienes residen en Ponce- la visitaban con frecuencia, y, además de abrazarlos y besarlos, disfrutaba que ellos le narraran todo lo que estaba pasando con su familia.

“Espero que, este nuevo año, la pandemia acabe para poder ver a mis hijos… Si Dios lo permite, estaré de nuevo con ellos”, enfatizó la madre de seis menores entre los 2 y 11 años.

Morales Rodríguez fue sentenciada a cumplir 21 años de cárcel tras, presuntamente, asesinar en defensa propia a su entonces pareja. Sin embargo, en abril del año entrante, será enjuiciada nuevamente debido a la reciente determinación del Tribunal Supremo de Puerto Rico que establece que todo caso penal con delitos graves se debe resolver de forma unánime.

“Los niños siempre le preguntan a su mamá: ‘Mami, ¿cuándo tu vas a estar con nosotros para que nos lleves a la playa o nos lleves al parque?’. La mamá me mira y les dice: ‘No te preocupes que en cualquier momento yo voy a salir de aquí”, comentó el abuelo materno de los menores, Marcos Morales.

De igual forma, destacó que dialoga, por teléfono, con su hija casi a diario. En estas conversaciones, Morales Rodríguez siempre le dice: “Tú me haces fuerte y yo te hago fuerte”.

“Aprendió a dibujar allí (risas)... yo le envío bolígrafos; le envío de todo para que ella escriba y se envuelva… La esperanza es el escape que tiene ella”, puntualizó Morales.

A pesar de que los padres de la reclusa están divorciados, se han unido para criar a sus nietos y “darle fuerza” a su hija.

Sentir el apoyo familiar

“Aquí lo que tratamos de hacer es que los confinados vuelvan a hacer ‘click’ de lo que es la familia. Muchas veces el confinado tiene esas batallas mentales: ‘Me han dejado solo. La familia, ¿dónde estará? ¿Qué estará pasando? Hace tiempo que nos los veo’. Es fuerte estar confinado y separado de la familia, y no recibir visitas por esto que está pasando del COVID-19”, detalló a este medio Julio Ramos, exreguetonero e integrante de la Fundación Azriel.

El DCR prohibió las visitas familiares en las instituciones penales al inicio de la pandemia. Estuvieron disponibles entre dos y tres semanas en octubre, pero, debido a la restricciones de las órdenes ejecutivas, fueron canceladas.

En el caso de Vanessa Pizarro, quien cumplirá, en enero, cinco años encarcelada, fue una de las pocas que recibió la vista, en octubre, de, al menos, uno de sus hijos; interactuó con él a través de un cristal. A su hija, no la veía desde marzo. Sin embargo, precisó que ninguno de estos encuentros reemplaza la cotidianidad, llevarlos a la escuela o estudiar con ellos.

“Cuando salga y pueda compartir con ellos, voy a valorar cada minuto de mi vida con ellos. Quiero dedicarme a ellos, a mi familia y a mi esposo”, destacó la confinada de 45 años.

Justo frente a la alcaldía de Canóvanas, los niños se reencontraban con sus madres en medio de regalos, árboles de Navidad y un trineo de Papá Noel. Sin embargo, pese a lo que se creería, estos objetos pasaban a un segundo plano, pues se enfocaban en la pantalla que les proveía la imagen de sus madres, quienes, además de recalcar que les amaban, les expresaban que quedaba menos tiempo para estar juntos.