No existe manual para navegar la vida. Mucho menos para aquellos que buscan reconstruirla, tras incurrir en alguna transgresión que les privó de su propia libertad.

Empero, sí hay segundas oportunidades para aquellos que las desean y luchen por ellas. Para los que con años de sus vidas pagan los males que cometieron en la sociedad, hay caminos, aunque repletos de óbices, para reintegrarse a la sociedad como hombres y mujeres de bien, aportando al bienestar del país. También, para asegurase que, en el futuro, sus nombres sean sinónimos de superación, lucha y esfuerzo.

Ejemplo vivo de esto son los 13 confinados que harán historia en Puerto Rico, pues serán los primeros en tomar un curso presencial en el recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico (UPR), como parte del Programa de Rehabilitación del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR), lo que les permitirá decidir si tomar la maestría de Administración y Gestión Cultural de la Facultad de Humanidades.

“Estos jóvenes han demostrado que, ante todas las dificultades y adversidades cónsonos con lo que es perder su libertad porque un momento dado tomaron una decisión equivocada y están cumpliendo con esa pena en prisión, …tienen la oportunidad de crecer y de demostrarle al pueblo de Puerto Rico la capacidad que tienen y la oportunidad que han tenido de transformar sus vidas a través de la educación, que transformar su vida es posible, que las procesos de cambio son posibles y que han internalizado que, realmente a través de la educación, ellos pueden crecer, desarrollarse, establecerse como personas de bien, cumplidores de la ley”, celebró esta mañana la secretaria del DCR, Ana Escobar Pabón, en conferencia de prensa.

“Creo que estamos en el lado correcto de la historia, secretaria”, comentó Edna Benítez Laborde, doctora, profesora y coordinadora del proyecto. “Creo que hacia ahí es que tenemos que ir para que, como país, preguntarnos en algún momento cómo es que hemos hecho las cosas. ¿Vamos a seguir las cosas como lo hemos estado haciendo? ¡No! No sirve. Como país, hemos puesto demasiado énfasis en encerrar a las personas y eso saca a las personas de circulación, pero no resuelven los problemas y yo creo que hemos llegado a un entendido, al menos en este proyecto, de que es posible. Da trabajo, mucho estudio, mucha lucha, pero ustedes encarnan eso. Han abierto una puerta muy importante para muchas personas que están allá dentro (en la cárcel) y que también hay que representar bien para que estas oportunidades les lleguen”, agregó.

Los 13 alumnos, 10 hombres y tres mujeres, son los primeros que tendrán el derecho de cursar una maestría en la institución universitaria físicamente. Esto lo harán tras adquirir un bachillerato en el Programa de Estudios Generales en mayo 2022 y 2023. Ahora, estudiarían Administración y Gestión Cultural de la Facultad de Humanidades a cargo del doctor Pedro Reina Pérez.

Arduo camino

Ser protagonista de este hito, sin embargo, no ha sido un trayecto simple para los estudiantes. El efecto del confinamiento en su salud mental, los retos de vivir entre una población carcelaria y las presiones de cumplir con lo que se le requería a nivel universitario solo eran algunos de los obstáculos que enfrentaron, aseguró tanto Yarelys Rossy Pérez como Jedery Santana Durán a Primera Hora.

“Desde que empecé el bachillerato, empecé con retos sin dormir, entre limitaciones, entre ruidos. Pasaron muchos retos, y ese reto conllevó al que yo rompiera barreras y lograra mis metas al igual que mis compañeros también”, afirmó Pérez, quien tiene 32 años y lleva 10 años tras las rejas.

“(Pero), ha sido una experiencia única, ha sido una experiencia extraordinaria. Me enorgullece mucho”, afirmó la madre de dos hijos, de 14 y 15 años, y quien busca ampliar sus destrezas en el baile. “Quiero que cuando volvamos a tener ese reencuentro (con mis hijos) vean que su mamá s ha recuperado dentro de las condiciones en que estoy. Que no vean lo que pasó conmigo, sino lo que hoy en día estoy haciendo ahora. Si mi mamá pudo, yo puedo también”, añadió con lágrimas.

Entretanto, Santana Durán describió la oportunidad como “una esperanza” hacia la transformación de su vida y como herramienta útil para navegar la vida, pues detalló que los estudios generales brindan puntos de vistas interdisciplinarias para “llegar a una solución eficaz” para solucionar los retos de la vida.

“Me sirvió de formación, tanto mental como académico, intelectual. Lo tomé como una oportunidad para seguir creciendo, ya que en eso me he enfocado a través de todo este tiempo de continuar creciendo y mejorar como persona”, subrayó el también escritor de poemas quien ha cumplido 11 años y cinco meses en prisión.

“Yo no quiero que usted se acuerde de mí por lo que busque en Google y salga ahí. Yo quiero que usted se acuerde de mí por esto”, dijo, por su parte, Raúl Reyes Chales, quien ha reflexionado en su camino hacia la rehabilitación que tan importante es la educación para minimizar la violencia en la sociedad.

“Nosotros tenemos que preguntarnos si de verdad la cárcel en este país, o en cualquier país del mundo, si en verdad la cárcel resuelve algo o es la educación que va a resolver muchos de los problemas de este país. Este país necesita que la gente se eduque, este país necesita más oportunidades”, cuestionó.

“(Tenemos que) hacer un país nuevo, porque se nos está cayendo encima. Aquí en la universidad nos están quitando un montón de cosas y eso es mucho más violento que cualquier cosa de la cual a nosotros nos hayan acusado. Yo no sé si quitarles el retiro a los oficiales, a los maestros de este país no es violencia. Yo no sé si usted entiende que eso es violencia”, reiteró.

El proyecto, sufragado por una subvención de $2 millones de la Mellon Foundation para becar estudiantes, nació en el 2014 gracias al catedrático y sacerdote jesuita Fernando Picó, quien es descrito por los colegas que lo sobreviven como una persona de suma templanza, sabiduría y a quien “nunca vieron enojar”. Pese a que Picó falleció en el 2017, su misión de que los reos con custodias altas se rehabilitaran se manifestó con la graduación de 16 confinados y continúa con la admisión de los 13 estudiantes a la maestría y la próxima graduación del bachillerato de otras tres mujeres.

“(Esto) es historia dentro de la población correccional a través de los servicios que ofrece la Universidad de Puerto Rico y de un sueño que tuvo Fernando Picó, catedrático, sacerdote jesuita que creyó en lo que era la rehabilitación a través de la educación de la población correccional a quien tuve el placer de conocer y que, 10 años después, estamos aquí”, rememoró Escobar Pabón.

Además de sus altas custodias, para ser parte del programa los confinados debían poseer estudios de cuarto año de escuela superior, un promedio general de, al menos 2.0, someter un escrito y ser entrevistados por la facultad de la UPR. Además, no podían haber incurrido en querellas en los últimos dos años de su confinamiento ni en una situación disciplinaria. De igual manera, tenían que ser responsables con sus estudios, así como con los programas a que se les exige participar, como terapias.

Durante sus estudios de maestría, cada uno será monitoreado con vigilancia electrónica. Asimismo, un equipo de oficiales correccionales los custodiará mientras estén dentro de los perímetros de la Facultad de Humanidades donde, además de estudiar, se alimentarán.

“Estamos en un momento histórico en donde la rehabilitación es prioridad. A pesar de eso, no ponemos en riesgo jamás lo que son los aspectos de seguridad, pero creemos firmemente en que la rehabilitación es posible y tenemos que empezar por cambiar la reglamentación que existe dentro del Departamento de Corrección y Rehabilitación y lo estamos logrando y esto forma parte de ello”, aseguró Escobar Pabón.

De los 13, solamente un confinado es de custodia mínima. Los restantes 12 son de custodia mediana, expuso la secretaria.

Según especificó la titular a Primera Hora, el bachillerato y la maestría específico fue una elección de la Universidad, según un análisis para determinar qué los encaminaría hacia una vida próspera una vez cumplieran sus sentencias. La elección, además, contempló una educación multifacética, para que los estudiantes tuvieran más flexibilidad a la hora de conseguir un trabajo.

“Hasta este momento, no tienen la libertad de escoger cualquier clase de cualquier otra facultad para ellos dar continuidad con el programa educativo que tienen aquí. Pero, donde están, están sumamente bien, han aplicado muy bien los conocimientos, son unos pensamientos retantes, …están sumamente preparados, son pensamientos bien profundos y analíticos y te vas a dar cuenta que realmente se han ganado el sitial conde están actualmente”, explicó a este diario.

Esta es solo la primera fase del proyecto. En el futuro, se contempla que más estudiantes se acojan a esta oportunidad, haya más flexibilidad para ellos y, si es posible, cursen grados en otros recintos de la UPR o hasta en otras universidades privadas.