Coraje y mucho dolor a un mes de la Masacre de Florida

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Florida.- Ni un solo día, de los 31 que tuvo el mes de enero, Carmen Sánchez Díaz dejó de recordar los gritos de sus seres más queridos, sus cuerpos lastimados por el fuego, las muertes que siguieron y la certeza de que todo ese horror lo causó el más pequeño de sus hermanos, quien, presuntamente envenenado por el odio, la ambición y el egoísmo, los citó a todos a una cena mortal.
Ayer se cumplió un mes de la tragedia que el Día de Año Nuevo golpeó a las familias Sánchez, Vázquez, Molina y Donahue, y que de alguna manera sacudió al pueblo de Florida como al resto del país.
Samuel Molina Sánchez, Pamela Sánchez Vázquez, Josefina Díaz, Jesús Sánchez Vázquez, Kate Donahue y Nereida Vázquez murieron a consecuencia de las quemaduras provocadas por un fuego que provocó maliciosamente Justino Sánchez Díaz.
“Yo siento coraje, lástima y dolor, mucho dolor”, afirmó Carmen, quien en esta tragedia perdió a su madre Josefina, a tres sobrinos, su ex cuñada y la prometida de uno de sus sobrinos. “No tenía que atacar a mi madre, a mi pétalo de rosa; ni a mis sobrinos, que todos eran unos buenos muchachos, de un buen porvenir. Atacó a varias familias e hirió a demasiadas personas”, señaló la hermana del imputado.
“Esos muchachos que perdieron la vida, sobrinos de él, nunca le hicieron daño a él ni a la familia. A esos muchachos yo nunca los oí ofender a nadie. Vinieron (en Año Nuevo) a compartir con sus abuelos y jamás pensaron que encontrarían esto”, intervino, por su parte, Orlando Robles Arroyo, esposo de Carmen.
Justino está sumariado en el Hospital Psiquiátrico Correccional. Ni Carmen ni algún otro miembro de su familia lo ha ido a visitar.
“No lo quiero ver, ni quiero conversar con él. De todas maneras, él nunca conversa, no dice por qué hace las cosas. Es un manipulador”, sentenció.
“Yo lo vi todo y no es fácil”, mencionó Carmen, quien no asistió a la cena por problemas que había tenido con Justino desde hace 12 años cuando se mudó al lado de la casa de sus padres, en Florida. No obstante, desde su hogar escuchó los gritos y observó a su gente más querida salir quemada de la casa de sus padres.
Según la investigación policial y de los bomberos, Justino planeó la cena de Año Nuevo a la que invitó a todos los miembros de su familia. Cuando su hermano, Pedro, sus sobrinos y su madre estaban en el área del comedor, Justino incendió su cuarto con gasolina.
Rápidamente llegó al comedor, arrojó querosén donde cenaba su familia y con un tanque de gas propano, al que le colocó una manga, hizo una especie de antorcha con la que les pegó fuego a sus familiares. En la casa había 13 personas.
Carmen no sabe qué pasó con Justino, por qué rompió los lazos de hermandad que existían entre los cuatro hermanos cuando se criaban en el residencial Luis Llorens Torres.
“Fuimos muy bien educados, trabajadores. Tuvimos una infancia muy buena. Justino era el más pequeño, el más mimado. Yo no me explico, porque si yo te dijera que no fuimos unidos, pero éramos una familia unida”, recordó.
“Cuando la gente me ve en la calle, me habla de esto constantemente. Me dicen lo mucho que me parezco a él, pues claro, si somos hermanos. Cuando pequeños, nos preguntaban si éramos gemelos”.
Para el esposo de Carmen, su cuñado estuvo movido por la ambición y el egoísmo.
“Esta familia es una familia bien unida, una familia fuerte, una familia que compartía vida y él rompió esos lazos por su ambición, por lo material, porque amaba más lo material que lo familiar”, señaló Robles Arroyo, quien desde hace 25 años está unido a la familia Sánchez. “Es también tan egoísta y tan egoísta que el cariño y el amor de sus padres tampoco los quería compartir con nadie. Él tenía a los padres ahí en un secuestro en el hogar y no permitía que nadie fuera a la casa”, agregó.
Carmen y su familia, ya tuvieron un primer encuentro con Justino, pero en el tribunal. Desde los bancos, lo vieron entrar a la sala del Centro Judicial de Arecibo. Aseguró que en ese momento el coraje y el dolor la estremecieron. Luego, la invadió la incredulidad de escuchar que tal vez su hermano no sea procesable.
“Está manejando a las personas como siempre lo ha hecho”, manifestó Carmen, quien aseguró que su hermano nunca ha tenido problemas de salud mental. “Si no lo procesan, están arriesgando la vida de todos los de la familia que quedamos y a las familias que viven en este sitio”.
El esposo de Carmen describió a su cuñado como una persona inteligente, fuerte, que se ejercitaba y se preocupaba por una buena alimentación. Por mucho tiempo, Justino asistió a la iglesia Restauración en Cristo, en Bayamón, dijo su cuñado.
“Él era una persona normal, profesional en su trabajo (un negocio de mudanzas), perfeccionista y exigente en su trabajo. “Eso sí, es manipulador y egoísta”, agregó.
Carmen dijo que, de sus sobrinos, sólo Patricia queda en el hospital, pero ha mejorado con el tratamiento.
“A nosotros nos criaron con una fortaleza y un carácter que viene de bien adentro, y a los Vázquez también. Somos fuertes y por eso hemos podido sobrevivir ante tanto dolor, aunque no es fácil”, destacó esta mujer que busca servir de apoyo a sus hermanos que perdieron a sus hijos.