Cosechan lo sembrado en la Destilería Coquí
Para sus propietarios, el inicio de la exitosa empresa de licor fue cuesta arriba, pero hoy están satisfechos por el camino recorrido.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
PUBLICIDAD
Desde que María Cristina Morales era niña, siempre se visualizó en el futuro como administradora de una empresa.
Lo que jamás imaginó es que su negocio sería en la venta de pitorro y mucho menos que sería la propietaria de la única destilería legal de ese producto en Puerto Rico.
Se trata de la Destilería Coquí, una empresa que nació en el 2007 y que, junto a su esposo Héctor Quiñones, la empresaria levantó desde cero hasta convertirla en el sustento de sobre 20 familias en la zona Oeste de Puerto Rico.
“La idea original era sembrar caña para producir mieles ricas para las destilerías de Puerto Rico. Dejamos nuestros trabajos en San Juan (Quiñones era ingeniero y Morales trabaja en un canal de televisión), pusimos nuestros ahorros y nos mudamos a Mayagüez a dedicarnos a la caña. Pero cuando comenzamos a darle forma, nos pidieron demasiadas exigencias de equipos, agricultores y otras cosas. Se convirtió en un proyecto de cientos de millones de dólares y no contábamos con el dinero para sustentarlo”, recordó la empresaria al conversar con Primera Hora.
“Nos quedamos en Mayagüez sin dinero y sin trabajo. Pero a mí me enseñaron que si la vida te da limones, hacemos limonada. En nuestro caso, la vida nos dio caña y nosotros empezamos a vender guarapo de caña”, compartió.
Con un trapiche de principios de siglo XX, que se usó en la desaparecida Hacienda Igualdad, comenzaron a vender el dulce jugo de la caña en el pulguero de Mayagüez.
Pero con la materia prima, que es la caña, no tardaron mucho en contemplar la idea de producir ron.
“En Puerto Rico, el que quiere hace ron, o es millonario o está loco. Nosotros no somos millonarios, pero sí estamos un poco locos”, comentó Morales con picardía.
Primero, lograron que se les concediera la licencia para poseer la tercera destilería en Puerto Rico, luego de Serrallés y Bacardí.
Pero faltaba algo más difícil: producir ron pitorro legal, algo que en Puerto Rico siempre había sido un producto clandestino.
En el proceso, eran tiempos de mucho sacrificio. Sin empleo y sin dinero, el matrimonio llegó al punto de no tener dónde residir y la destilería que comenzaban a armar se convirtió también en su casa.
“Teníamos una oficina con un escritorio y dos camas twin. Una para nuestro hijo, y otra para nosotros dos”, recordó.
Hasta que en el 2009, “del cielo” les cayó un ángel vestido de inspector del Departamento de Hacienda, quien después de debatirse si debía conceder el permiso o no, tomó una decisión que cambió sus vidas para siempre.
“El señor dijo, literalmente: ‘Que se jo… Yo me retiro la semana que viene legalizando el pitorro en este país. ¡Aprobado!’”, recordó Morales.
Actualmente, la empresa ha diversificado su cartera de productos.
Además de Pitorro, que es su producto estrella, cuentan con el Ron Coquí, un ron blanco añejado un año y Carjaker, un ron de producción limitada que posee una receta especial de uno o tres años de añejado.
La empresa cuenta con 23 empleados y sus licores se distribuyen en toda la Isla, además de Orlando, Washington, Trinidad y Tobago, Jamaica y pronto llegarán a Curazao y Aruba.
La destilería se apoya con una exposición para visitantes: el Coquí Plaza Visitor Center, que ubica en el parque industrial María Luisa Arcelay y está abierto al público de lunes a viernes, de 10:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, y sábado y domingo para grupos mayores de diez personas por cita previa.
“La mayor satisfacción fue haberlo hecho de la nada, de cero, sin chavos, en contra de mi familia, hasta lograr lo que tenemos”, apuntó orgullosa la joven empresaria.